Capitulo 2

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Las imágenes de risas llegaron a mi campo de visión.

Una maraña de pelo rojo estaba a mi lado, yo era una niña, lo sabía por mis piernas y brazos pequeños. La melodiosa voz de mamá me contaba historias.

El olor a comida recién hecha hizo que mi estómago resonara hasta hacer s mi madre reír, era muy hermosa. Cabellos rojos y rizados, pecas prominentes, cuerpo delgado, ojos verdes con tonalidades amarillas.

Mi padre, no lograba verlo, lo escuchaba y podía olerlo, olía a cedro, cortaba madera más temprano, eso lo recuerdo.

Ahí encontró la caza que trajo para la cena. Mi madre me hablaba sobre la creación de las criaturas. Sobre la pureza de cada una, sobre que ninguna tiene la derecho de sobreponerse por sobre la otra, respeto. Me enseñaba de respeto. Y sobre amor y protección, cuidar y velar.

-Estás destinada a grandes cosas mi pequeña caperucita- decía mientras acariciaba mis largos cabellos con el cepillo. -Solo lamento no verlas por mis ojos.

-Mamá- llamé -¿Puedo tener un perrito?

-¿Un perrito mi amor? Mario,- llamó divertida a mi papá -Tu hija quiere un perrito.

-El día de ayer era un gatito, y antes de eso un conejo, y antes un caballo.- la voz divertida de papá se escuchó desde la cocina.

-Y golosinas, ¿Puedo desayunar con dulce de coco? Mañana, porfi.

-Niña linda y consentida. Bien amor, desayunarás tu dulce de coco.

El dulce de coco de mamá es delicioso, aquel día luego de desayunar mamá se quedó en casa, dijo que debía ir con papá a recoger la leña.

Si así era, ¿porqué papá me dejó en el bosque? ¿Porqué corrió y corrió lejos de mí? ¿Porqué no respondía a mi llamados?

...

Tres años habían pasado, en el orfanato decían que era huérfana, antes no entendía, ahora lo hago. Ellos me molestan, dicen que mi cabello es pintado, que lo pinto con especies de cocinar, dicen que lavo mal mi cara y que por eso tengo mis pecas.

...

-Marie- me llamó aquel señor, había cumplido mis 16, mi cabello era trenzado cada mañana por la madre superiora para facilitarme la tarea de ayudar con los quehaceres, el sacerdote que habían enviado era un señor muy dispuesto.

Siempre ayudaba en los quehaceres, hoy me había pedido ayudarlo para acomodar unas cajas, cuando la madre superiora nos encontró en el cuarto de despensa se puso molesta.

Luego transfirieron al sacerdote, me dio vergüenza preguntar. Pero ella decía que yo no tenía la culpa, ¿culpa de que? Ya no recuerdo.

...

Mis 18

Hoy cumplía 18 y hoy debía irme de la que fue mi casa. El orfanato, recuerdo que la noche anterior hicieron un pastel y me dejaron comer dos porciones. Era de zanahorias pero no tenía mucha azúcar, ya no había más. Pero estaba muy bueno. Aún así lloré mucho, lo suficiente para dejarme caer rendida sobre la cama en medio de la madrugada.

El cuartito que alquilé con ayuda de las monjas era pequeño, asfixiaba. Aún así lo sentía demasiado. Como si no lo mereciera.

Miraba por debajo de la puerta con miedo a que alguien entrara, así fue durante toda la semana. Luego aquellas pisadas me generaban compañía.

Mi primer trabajo, la cafetería que se atrevió a contratarme. ¿Qué será de aquel señor? Era tan amable.

La noche en la que me sentí perseguida, las pisadas que escuchaba, porque las oía, claro que lo hacía.

Mi primer cumpleaños en soledad. Mis 19, tenía un año viviendo sola en aquel lugar y no me había alcanzado para ir al orfanato, así que me quedé en casa y me canté cumpleaños mientras miraba por debajo de la puerta en compañía de nadie y de todo el mundo. Del aire y de la oscuridad.

Mis 20.

Conseguí trabajo en un hotel, era fino y lujoso. Conocí a una pelinegra hermosa y atenta chica que cuidaba de mí por las calles, era mi hermana. Yo lo siento así.

Mis sueños, esos sueños que habían dejado de venir apenas cerraba los ojos, regresaron con más intensidad.

Aveces despertaba y podía jurar que veía unos ojos rojos mirarme, pero apenas el sueño abandonaba mi cuerpo estos se iban.

Siempre me gustó desayunar con cosas dulces, ahora entiendo que que me recordaba a mamá, a sus dulces, a papá mientras me consentía al dejarme comerlos en el desayuno.

-¿Mamá?

-Huye





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Tiempo De...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora