Capítulo 1

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Muchas veces en mi vida me sentí sola, rechazada. Apartada. Pero este sentimiento de rechazo que él había dejado en mí me hizo retorcerme entre lágrimas.

Pedir a la magia dejar de amarlo.

Rogar por dejar de sentir.

Nadie podía entender como me sentía, la única persona que podía hacerlo se había ido de la casa hace ya dos semanas.  Todas aquí tienen el amor de su pareja y siempre fue así.

Yo por mi parte nunca conoceré ese lado.

Me niego a amar a alguien más. Me niego a dejarme amar de alguien más.

Me niego a dejar de ver por las noches mi ventana, ver su bote a la orilla del mar, ver las luces que me indican que está cerca, que está ahí. Pero no por mí. No para mí.

Debe encontrarse amándola justo ahora, abrazándola quizás. Follándola.

Mientras me encontraba rodeada de mis propias lágrimas, de mi propio dolor. Del sentimiento de no ser suficiente para él.

Nunca lo fui.

Aquel beso, ese último beso que robé de sus labios me supo amargo. Lo sentía tanto y tan bien que me fue imposible no sollozar mientras unía nuestros belfos, pobre de mí.

Ahora debía recordar aquel beso, el único bonito que tuvimos y el último que me dará.

Quisiera verlo.

Mi vista se pierde en la marea, por las mañanas hace andar su barco y no regresan hasta después del atardecer.

En las noches enciende las luces y lo observo, veo el barco a lo lejos pero no lo veo a él.

¿Por qué regresé?

Esto no es mejor que la vida que llevaba, el dolor sigue siendo el mismo, solo que ahora es solo emocional, aunque que se ha triplicado. Y con cada día crece más.

El la ama, de eso no hay duda.

Abrí las ventanas, quizás el viento se apiade de mí y me otorgue al menos su olor. Quizás lo traiga consigo. Quizás...

La fría orilla del balcón dejaba claro que mis ropas no eran adecuadas, tampoco encontrarme tiritando entre sollozos.

De pronto caer me parecía atractivo.

Ya lloraron mi muerte una vez, quizás en esta ocasión sea más fácil para todos, quizás si me creen caer no se sientan tan mal.

El ni siquiera lo notará. ¿O sí?

Tomé asiento en el borde, seguía frío. Mi cuerpo tembló, tenía miedo pero solo debía cerrar los ojos y hacerlo. Dejarme fluir. Irme.

Inhalé, cerré mis ojos y me solté. Esperé caer y lo hice.

Caí contra el suelo tras de mí y dolió. El piso pulido dolió. -¡Estás loca!- porque de todos en la casa debía ser ella. -¡¿Porqué harías algo como esto?!

-No me conoces. No tiene que importarte. Sal de mi habitación.- exigí mientras secaba las lágrimas de mis mejillas.

-No seas absurda. Si eres la nueva reina tienes la inmortalidad al menos por 1000 años.- dijo mostrando esa cara de obviedad que no soporto. -Se que no me toleras y yo tampoco lo hago. Pero mi amorcito me pidió acercarme, convivir.

-Por eso entraste a mi habitación en medio de la madrugada.

-Paseaba, y vi a una ninfa llorona a punto de saltar. Si querías llamar la atención del pálido del barco pudiste salir desnuda, eso hacen ustedes.- reí con sorna.

-Al parecer la abstinencia de 2000 años te pone así de rígida.

-Las hadas no necesitamos ese tipo de placeres carnales.

-Díselo al que me comió en una escalera hace dos años.- la ví alzar una ceja. -Si, su boca ahí abajo.

-Me voy de aquí. Si quieres puedes lanzarte. Ya no voy a ayudarte.

-Mejor

-Tenemos el mismo enemigo- señaló mis marcas -Las tuve en su momento. Las criaturas de los cielos siempre están juzgando a los seres de magia. Se como te sientes. Si quieres ayuda, puedo dártela.

-¿Cómo? ¿Borrarás mi memoria? Porque de ser así quisiera que lo hicieras, pero de los últimos 6 años al menos.

-No puedo hacer eso.

-¿Puedes hacerme no amarlo? ¿O que el me ame?- negó -¿Matarme?- volvió a negar. -No hay más en que necesite ayuda.

La ví acercarse a mí y sus hermosos y largos cabellos tocar sus piernas, -Hay un don que me fue dado, uno que mi pareja no me deja usar con el. Según... aquello le da más credibilidad con las tropas.- la vi poner los ojos en blanco -Se que no actúe de buena manera al llegar aquí, pero estaba nerviosa y ansiosa. Además de que mataste a mi mano derecha.

-Yo no lo hice.

-Mmm, el pálido lo hizo por ti.- puntualizó -Así que como disculpa haré algo por ti, así estamos a mano.- puso sus manos sobre las mías y su luz encendió en azul.

Sentí mi cuerpo arder, como si quemara completamente, tomó mi cuerpo, también lo vi encenderse en blanco, cuando aquello paró apenas podía mantenerme con fuerzas.

Me tomó en brazos y llevó a la cama -Deberías dejar de mirar allí. Date tu valor. Eres una reina, compórtate como tal.

-¿Qué me hiciste?

-Te devolví tu piel- casi sonrió

-No recuerdo tu nombre.

-Mmm, Meyra, por mí pelo. Chiste de hadas.- si, su pelo brilla mucho.

-Madai

-Hermoso nombre.- la ví ponerse de pie para irse por la ventana y regresar a su tamaño original, apenas lograba verla.

-Felicidades por tu pequeña.

-¿Es niña?- asentí -Jimin siempre quizo una.








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