Capítulo 1

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Al irme y dejar a las personas, más bien seres, que amo, que no tenía a donde o con quien ir.

Descubrí que mi vida en los últimos 5 años había cambiado tanto que apenas me reconocía, no de manera física, porque seguía como en mis 20. Pero mis emociones y mi forma de ver la vida ya no era la misma.

Me pregunté sobre las personas que dejé atrás, la dueña de la cafetería a la que su novio me recomendó, ¿seguirán juntos? Jackson, ¿como iría en sus estudios?

Los niños del orfanato. Algunos de ellos ya deben haber cumplido la mayoría de edad, ¿habrían nuevos?

Las monjas que la última vez que las vi no me reconocían. ¿Será que si voy ahora lo hagan?

¿Si voy a Seúl puedo...

Apreté el pasaporte y el dinero que Jenny me había entregado. Era la más renuente a mi partida, pero era algo que debía hacer. Todos ellos estaban ahí, pero eran parte de mi pasado con el. Y no estoy segura si él desea un futuro conmigo, no después de como lo traté.

Compré un vuelo a Seúl.

Por primera vez en mi vida viajé, sola. Las veces anteriores lo hice con el y con los demás o aparecíamos en el lugar. Pero ahora, subía a un avión con rumbo a Korea, sola y sin nadie esperando por mí.

Me había alimentado antes de salir, por lo que no me encontraba débil, pero si cansada, no había estado durmiendo bien, no se si por el hecho de no hacerlo con el o por aquel sueño que no me deja. Un sueño donde el le da la atención que me daba a mí, a alguien más. Y lo odio. No quiero eso.

Decidí ver una película, había pasado tiempo. Desde hace años no las veía. Cuando estábamos todas juntas. La película resultó ser un reflejo de lo que me pasaba.

Era una película que mostraba la vida y relaciones de estas. Algunas solteras empedernidas, otras casadas. Algunas con relaciones formales.

Me identifiqué con una de ellas. Había conocido a su novio el primer día de universidad, en los pasillos a los baños. Su relación se formó de manera rápida. Al estos terminar la universidad ella le pidió un tiempo.

Con ello planeaba vivir la juventud que nunca se pudo permitir al estudiar y llevar una relación, el la amaba, no estaba de acuerdo. Conoció uno, dos hombres y durmió con ellos, y entonces lo supo. Lo amaba, amaba a su novio y no necesitaba más tiempo, corrió a decirle, pero ya era tarde. El se negó a aquello.

Pasaron los meses y ella volvió a dormir con alguien, luego supo que ella simple no sabía como estar sola. Lo extrañó, y cuando lo vió con otra chica, en una relación con otra chica supo lo estupida que había sido. Decidió amarse. Amarse ella ya que no había conseguido que alguien más la amara luego de ella misma acabar con lo lindo que tenía.

Hizo amigas, fue a fiestas. Aprendió a subirse el cierre del vestido, ella sola. Se sentía plena. Entonces él volvió. El regresó y ella le creyó con solo verlo, pero el no estaba ahí porque quería algo nuevamente con ella o porque había dejado a la chica con la que estaba. Estaba ahí porque él también quería vivir esa juventud que ella se permitió al dejarlo. Aquello le rompió el corazón.

Pero se amó más

Se amó más por quienes no lo hicieron y se tomó ese tiempo para ella. Para viajar, para estar con ella. Eso me marcó.

Acababa de aterrizar en Seúl, el frío hacía estragos en los demás, pero mi cuerpo ya no era como antes, no sentía frío o calor.

Subí a un auto y agradecí que era de mañana, podía ir inmediatamente. Si al menos no me recordaban podía solo fingir que me interesa el lugar, ayudarlos durante un tiempo a cambio de un lugar para dormir.

Y si lo hacían. Si de alguna manera el efecto del dominio de Min Yoongi pasó. Entonces tendría a mi familia, a la primera familia que conocí.

Cuando me ví frente a la reja de entrada sentí nervios, caminé con el bolso que me había permitido traer y con todas mis esperanzas puestas en esto. Después de todo es el único lugar que conozco.

Mi sorpresa fue grata al ver a la madre superiora sonreír en mi dirección, estaba más envejecida, sus arrugas lo dejaban claro, y estoy segura que debajo de su voto se encuentra repleta de canas.

-Pequeña Marie- no solo me había reconocido, también me había extrañado, sus brazos cálidos a mi alrededor me lo hicieron saber. -Estás helada, vamos dentro para que no enfermes- si tan solo supiera.

Estábamos en la cocina, todas preparaban el almuerzo mientras me hablaban, estar aquí parecía irreal.

-Madre superiora- la llamé, pelaba papas frente a mí, la había ayudado pese a que se negó alegando que debía descansar por el vuelo.

Le mentí diciendo que estos años estuve en el país de origen de mis padres, conociendo mis raíces. No quise mentir pero tampoco podía decirle que un Vampíro me había hecho su pareja y estuve cogiendo como loca con él. Cada día, a todas horas.

-Quisiera quedarme unos días o semanas. Ayudar.

-Por supuesto. La ayuda siempre es bien recibida pequeña. Hace años tenemos un benefactor. Envía el dinero suficiente para cubrir con todos los gastos sin tener la necesidad de vender dulces y manualidades como antes.

-Me alegra

-Aún así la ayuda siempre es necesaria. Pareces perdida, si estar con nosotras te hace sentir mejor eso haremos.

-Gracias- había olvidado lo buena que era ella para leerme. La extrañaba.

Algo que me dejó pensando fue el hecho de esta mencionar el benefactor, era SeokJin, de eso estoy segura. Pero... ¿seguiría enviando aquella mensualidad?

Ya no estamos juntos después de todo.






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