Capítulo 2

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Almendra

No puedo conciliar el sueño. Esto se está volviendo cuenta corriente. Hace casi 2 meses que estoy durmiendo muy mal, no sé si será el estrés del trabajo o qué. 

Me levanto de la cama y me voy a la cocina, preparo un café fuerte, con mucha azúcar y algo de leche... Para amargo ya lo tengo a mi jefe. Vuelve a mi mente Jackson Miller. Hace algunos años que se ha vuelto mi amor imposible. Mi amor platónico. Un inalcanzable.

Me he sentido muy atraída por él ni bien comencé a trabajar bajo sus órdenes, pero luego esa atracción fue disminuyendo gracias a su carácter y su manera de dirigirse a mí. Salgo al balcón a fumar un cigarrillo, la noche está demasiado hermosa, saldría a pasear si no tuviera tanto miedo de salir sola a la calle. De no volver a casa, de que nadie sepa de mí... 

Muevo la cabeza para despejar esos pensamientos que vienen a mi mente cada tanto y observo para la calle, no logro distinguir bien por la distancia, pero juraría que Jackson Miller está apoyado sobre su auto mirando hacia mi ventana. Achino los ojos para tratar de hacer mejor foco, pero sigo sin distinguir bien. Busco en la mesita del balcón mis anteojos y me los coloco, cuando vuelvo a mirar ya el auto no está. 

Juraría que era él quien estaba ahí afuera, lo juraría si no supiera que Jackson Miller en este momento debe estar en su ordenador realizando planos, como siempre. No hay noche que no trabaje ese hombre. ¿Cómo lo sé? Suele estar conectado en la plataforma de la empresa hasta las 5 de la mañana... Lo sé porque yo, a veces, suelo hacer lo mismo...

Bajo del taxi y cruzo la calle hacia la entrada del edificio, he dormido muy poco, me desvelé leyendo un libro "La bailarina de Auschwitz" amo ese tipo de novelas, me bañé, me cambié y vine directo al trabajo. Hoy espero que el joven Miller esté de ánimos, porque no tengo ganas de aguantarlo.

Saludo a Richard, como todos los días y me informa que el Ogro jefe todavía no llegó. Igualmente es muy temprano para que esté acá.

Salgo del ascensor e ingreso a nuestro piso, no hay nadie todavía... Veo que del despecho de Jackson Miller se asoma un poco de luz, el velador debe haber quedado prendido, dejo mis cosas en mi escritorio y prendo el ordenador. Luego, voy hasta el despacho para apagar el velador y que no esté prendido cuando llegue el ogro.

Almendra- ¡Maldita sea! ¿Quién fue el infeliz que dejó esta luz prendida? -digo mientras me acerco a la mesa ratona de la oficina de mi jefe.

Jackson- No sabía que además de todo soy infeliz -Pegué un grito cuando escuché la voz gruesa del joven Miller. Encendí nuevamente la luz y dirigí mi mirada hacia el ventanal de donde provenía la voz.

Almendra- Perdón señor Miller, es que Ricardo me dijo que todavía no había llegado y pensé que la luz había quedado prendida, no le quería decir infeliz a usted.

Jackson- Llegué a la madrugada, antes de que empiece el horario de Ricardo. 

Almendra- Ah, por eso no lo vio llegar. ¿Necesita algo señor Miller?

Jackson- Un café, por favor. Y necesito que canceles las reuniones de hoy. 

Almendra- Bien señor Miller. Ya mismo lo haré. -Estaba por salir de la oficina y escucho nuevamente su voz, pronunciando mi nombre, cierro mis ojos porque esa intensidad se puede ver desde lejos.

Jackson- Almendra... Emm señorita Anderson. -Qué raro que está todo esto, pensé. No me había dado cuenta que dijo mi nombre y no mi apellido, hasta que se corrigió-

Almendra- Si...

Jackson- Reserve una mesa para las 12 en el restaurant "Mississippi", tendremos una reunión importante.

Contrato, matrimonio y algo más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora