Adeptus Mechanicus: Poder del Omnissiah

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Los Aeldari echaron atrás la cabeza, roto el cuello cuando los disparos consumieron su energía en un mero instante letal. Los xenos sufrieron espasmos al caer al suelo, levantando brillantes puñados de arena de sílice. Los tres Aeldari que estaban a su lado reaccionaron en un abrir y cerrar de ojos, pero Py-lex 422 ya había disparado, y otros seis impactos quebraron las armaduras y arrojaron a los alienígenas sobre las dunas como si fueran marionetas.

Moviéndose mientras los cadáveres aún temblaban, Py-lex 422 dio las gracias al espíritu maquina de su carabina galvánica, satisfecho por la sincronía mientras sus cinco incursores hacían lo propio. Sus movimientos fueron precisos, calculados para llamar la menor atención posible. La escuadra avanzó desde sus posiciones de tiro, ocultos ante posibles represalias enemigas por los lanceodos brotes rocosos que superaban sus monturas. Dos de los cibercánicos estaban inquietos, pensó, atento a las fugaces adquisiciones de blancos detectados por sus sensores; sin embargo, estos movimientos adicionales entraban en los parámetros de tolerancia de Py-lex 422. Era lo esperado. Sus dos jinetes habían sido ascendidos recientemente al cuerpo de Serberys. Sería necesaria esta campaña sagrada para vincularlos por completo a sus complejas monturas de plastiacero, neobronce, ebonita, cuero encerado y núcleos con sellos grabados. El incursos Serberys Alfa nunca dejaba de maravillarse ante el espíritu que le había otorgado al hierro frío el poder del Omnissiah, dirigido por medio de su humilde recipiente, el Mago Kyberian.

Como invocado por sus pensamientos, una campana angelical sonó en el cráneo de hierro de Py-lex 422. El protocolo emitido previamente por el Mago reforzó su conciencia, y su escritura se actualizó mientras los datos circularon por su mente.

+++ Protocolo primario> readquisición de blanco: señal intermitente: comprometerse a reevaluar inmediatamente la zona delta-rho 33.190z++

La verdadera presa todavía estaba allí, de vuelta a las líneas xenos. Eso no te salvará, prometió Py-lex 422. Enviando un impulso a su corcel, condujo a la escuadra Thoreta-Pentus en una carrera sigilosa hacia la zona de caza, deslizándose por las rocas que bordeaban el terreno abierto a su izquierda. Esta prístina cuenca pronto sería batida por los pasos del resto de su cohorte, allanada hasta convertirla en un lodazal según lo programado. Nadie negaría su botín al Dios Máquina, pero su adquisición debe ser una declaración de intención inequívoca. Los xenos eran escurridizos y no creían en nada. Luchaban contra el destino y la lógica, y una banda salvaje de saboteadores y asesinos espectrales había atacado a la cohorte desde ángulos inconsistentes con armas sucias y contaminadas al margen de la norma sagrada. Los aumentos corticales de Py-lex 422 se encendieron de ira ante la posibilidad de que el Dios Máquina se viese privado de las reliquias. Marte daba caza a estos paganos, y era Py-lex 422 el encargado de ello, la herramienta de la venganza divina.

Detrás de ellos, por donde avanzaba el frente marciano, Alfa detectó la frecuencia vibrante de las carabinas radium y el zumbido de los proyectiles belleros seguidos por explosiones de energía espectroscópica. Emitió un rápido himnario binario a través de la conexión noosférica con su montura, suplicando a su espíritu de máquina depredador que modulase las pisadas para acompasarse a las detonaciones. Señaló al resto de la escuadra a través de la red de datos cifrada de la cohorte que hiciese lo mismo. Gant 6-Beta, su experimentado segundo al mando, envió una consulta. Py-lex 422 negó con la cabeza mientras respondía. El cráneo de acero de su cibercánido se hizo eco de sus movimientos.

- Negativo, 6-Beta. El Omnissiah aún no nos ha otorgado la ubicación del blanco. Nos invita a demostrar nuestro valor para obtener ese conocimiento por nuestra cuenta.

Tras penetrar en las líneas enemigas y eliminar la vanguardia, los Incursores merodearon rápidamente a través de la zona delta-rho 33.190z. Su patrón de búsqueda se alternaba a intervalos predeterminados variables para erradicar a su presa, peinando el terreno desigual sembrado de rocas envuelto en humo, vapores y volutas de incienso sagrado que soplaban desde las líneas Skitarii que avanzaban. Las monturas de los Incursores peinaban la zona de un lado a otro, y sus jinetes seguían este vaivén con las carabinas de ebonita y bronce, como si estuvieran conectados físicamente. Las matrices oculares de los cibercánidos se enfocaron y filtraron, cambiando a través de docenas de diferentes lecturas de energía por segundo, mientras que los sensores olfativos, detectores microsísmicos y timpanoscopios se llenaban de millares de entradas sensoriales. El cuerpo conocía este conjunto de múltiples espectros como el Ojo de Serbys, y a través de él Py-lex 422 y su escuadra percibían la zona de caza con una avalancha de datos sagrados.

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