Sebastian Thor

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Sebastian Thor fue la sombría y desconocida figura que dirigió la Confederación de la Luz y a la población imperial para derrocar al tirano y demente Alto Señor Goge Vandire.

Origen

Se presunta que Thor era un simple predicador nacido en el planeta Dimmamar ya que apenas se conocen detalles de la vida que llevaba antes de su ascenso al poder. Durante el Reinado de Sangre cuando Vandire era el dirigente de la Eclesiarquía, Thor inició una campaña de proselitismo entre sus conciudadanos en contra de Vandire. El Eclesiarca mandó una flota de combate para aplastar la rebelión y matar a Thor pero dicha flota fue destruida por una tormenta de disformidad que más tarde fue bautizada con el nombre de la "Tormenta de la Ira del Emperador", un nombre que sugería que el propio Emperador había ayudado a Thor. Después de estos hechos, el Imperio se alzó en armas contra Vandire.

Sebastian Thor inició rápidamente una cruzada sobre Terra, atrayendo a su bando varios Capítulos de Marines Espaciales y al Adeptus Mechanicus para ayudarle. Después de la derrota de Vandire, Sebastian Thor trabajó duramente con el Fabricador General de Marte y con los diferentes Señores de Capítulo del Adeptus Astartes para reinstaurar el orden y la ley en Terra y reformar el Imperio de modo que ningún otro demente como Vandire jamás pudiera llegar al poder de nuevo.

La Purga y el Ofrecimiento

Los aliados juzgaron, declararon culpables y ejecutaron a los lacayos de Vandire. Al mismo tiempo restituyeron en el cargo a los Altos Señores de Terra y trabajaron junto a la Inquisición para poner fin a las Guerras Asesinas de Venganza que se desataron para purgar a los seguidores de Vandire. Sin embargo, el cargo de Eclesiarca permanecía vacante y muchos fueron los que pensaron que Thor era el sucesor natural para ocupar el cargo. Para sorpresa de todos, Thor rechazó el cargo alegando que estaba muy ocupado extendiendo el Culto Imperial en el borde norte de la Galaxia.

Sebastian Thor rechazó todas las peticiones adicionales que le propusieron, lo que ofendió gravemente a los Altos Señores de Terra, llegando al punto que lo declararon traidor y enviaron tropas para detenerlo. Thor se entregó voluntariamente al Adeptus Arbites y se inició un proceso supervisado personalmente por los Altos Señores de Terra. Tras meses de juicio, el veredicto fue emitido finalmente por el Capitán General del Adeptus Custodes: Thor era inocente de todos los cargos que se le imputaban. Una vez que se conoció la noticia las celebraciones se sucedieron masivamente por toda Terra.

De nuevo, los Altos Señores de Terra le ofrecieron el cargo de Eclesiarca y de nuevo Thor lo rechazó, expresando su deseo de difundir la palabra del Emperador en lugar de permanecer sentado en el trono del Eclesiarca en Terra. Los Altos Señores estallaron de indignación considerando la nueva negativa un escándalo. En ese momento, el Capitán General del Adeptus Custodes llevó aparte unos metros a Thor y le susurró unas palabras al oído. Nadie más que Thor pudo oír lo que le dijo, aunque se cree que el Capitán General lo amenazó de muerte si renunciaba al cargo. Para satisfacción de las masas que lo adoraban, Sebastian Thor anunció que aceptaba la posición de Eclesiarca.

Un Nuevo Comienzo

Thor accedió al cargo de Eclesiarca siempre y cuando se respetasen varias condiciones: que se le permitiera viajar libremente a través de la Galaxia, contar con el respaldo incondicional de los Altos Señores de Terra y poder realizar todos los cambios que quería hacer en el Santo Sínodo(del cual hablare en el próximo capitulo). Los Altos Señores estuvieron de acuerdo en sus peticiones y Sebastian Thor se convirtió en el 292º Eclesiarca.

Durante la mayor parte del siguiente siglo, Thor trabajó incansablemente en la reforma del Imperio. Dichas reformas incluyeron el establecimiento del Sínodo Ministra en el planeta Ophelia VII, la disolución de las Fratrías Templarias y la posterior creación de las Hermanas de Batalla en su lugar.

Thor solo volvió a Terra a la edad de 112 años, lugar donde murió seis meses después de su llegada.

La cabeza de Thor, conservada tras su muerte como símbolo de adoración, está actualmente en posesión de Trazyn el Infinito, un escurridizo Líder Supremo Necrón.

Cultos de Thor

De todos los santos venerados en el Imperio, Sebastian Thor es el que más adoración recibe. Apenas existe un solo hombre, mujer o niño en todos los mundos del Imperio que no conozca su nombre. Como tal, la veneración a San Thor se ha convertido en una especie de subestrato del Credo Imperial, existiendo innumerables sectas que lo adoran de diferentes maneras.

Sin embargo, hay quienes llevan dicha reverencia aún más lejos, creyendo que Sebastian Thor es una manifestación del propio Emperador, un recipiente para que el poder del Dios-Emperador pueda caminar de nuevo entre su gente. Otros, especialmente los seguidores de las doctrinas Thorianas de la Inquisición, buscan individuos similares entre los más grandes siervos del Emperador, e incluso hay algunos que tratan de predecir o provocar tales manifestaciones, tal vez intentando liberar al Emperador de sus diez mil años de encierro en el mecanismo de soporte vital del Trono Dorado.

Citas

"Los secretos más oscuros son aquellos que escondemos de nosotros mismos."

—Sebastian Thor, palabras habladas en su Camino a Terra.

"Una guerra librada por un comité es una guerra perdida por adelantado."

—Sebastian Thor, Sermones, vol. XV, cap.DIV

"Un simple hombre con Fe puede triunfar sobre una legión de incrédulos. Incontables millones de creyentes jamás podran ser detenidos."

—Sebastian Thor

"Sólo aquel que tiene la certeza puede saber que es la fe. Sólo ellos están en condiciones de juzgar."

—Sebastian Thor, del Discurso en Nueva Hera.

"El Emperador es nuestro padre y nuestro guardián, pero también nosotros debemos proteger al Emperador."

—Sebastian Thor

"Bienaventurados los Señores de la Guerra, porque ellos son los verdaderos hijos del Dios-Emperador. Bienaventuradas son los feroces, porque ellos heredarán las estrellas."

—Sebastian Thor

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