La Mano de la Rectitud tiembla. Dispara de nuevo. Cada una de las armas del Titán Imperator puede arrasar gran parte de una ciudad de una sola salva; el motor divino es uno de los mayores de su clase jamás construidos. Durante milenios ha inspirado miedo a los enemigos del Emperador Cadáver, matando y destruyendo en nombre de su falso dios. Ni una sola vez ha conocido el miedo, la duda o la intimidación.
Hasta ahora. Ahora conoce el terror. No por la amenaza que se cierne sobre él, sino por lo que lleva dentro.
Estoy dentro. Los Clavos laten dentro de mi cerebro, más fuerte y más duro de lo que he experimentado antes. Mis corazones laten tan rápido que parecen que vayan a estallar en cualquier momento. Todo en mi visión se vuelve roja.
Me abro camino a través de los niveles de la pierna izquierda del Titán. Es un bastión en sí mismo, un laberinto de pasarelas, postes de armas y almacenes de munición. He aprendido mucho de la guerra de asedio en mi vida. Derramé sangre junto a los hijos de Dorn, antes de que nos deshiciéramos del yugo del Falso Emperador. En Terra, maté con los Guerreros de Hierro. Una fortaleza es una fortaleza, ande o no ande. Una vez dentro, no eres diferente de los dientes de una hacha que, tras atravesar la armadura, devoran la carne blanda que hay debajo. Sólo le sigue la muerte.
Carnicería es lo que busco. Matanza y carnicería.
Soy la verdad. La única verdad.
Matar es todo lo que existe.
Matar es todo lo que hay.
Matar es todo lo que habrá siempre.
Con un solo golpe de mi espada sierra corto la cabeza de un Skitarii. La sangre y los lubricantes salpican las paredes cubiertas de cables. Con un golpe de mi hacha sierra corto las piernas de un segundo enemigo Mechanicus. Ambos ciborgs caen al suelo. Aplasto la cabeza del que no tiene piernas con mi bota.
Sigo avanzando entre nubes de vapor, mientras la radiación corroe la carne expuesta de mi brazo izquierdo. Mis botas incrustadas de sangre repiquetean en el suelo metálico y el sonido resuena en los estrechos pasillos. Oigo las hojas sierra de otros Devoradores detrás de mí, no pueden seguir mi ritmo.
Las balas golpean mi placa pectoral. Rebotan en las tuberías que recorren el techo bajo. Saltan chispas y los fluidos de la máquina se derraman. Sale un humo acre del lugar donde me alcanzan los proyectiles radiactivos de los Skitarii, aunque mi reciclador filtra lo peor del hedor.
Los clavos taladran más profundamente mi conciencia.
Matar. Muerte. Sangre. Destruir. Más.
Corro.
Embestí con el hombro a un Skitarii y oigo cada crujido cuando todas sus costillas se rompen. Le doy un cabezazo a otro, aplastando su casco y su cráneo. La sangre rezuma de la rejilla de su placa frontal.
Un grupo de servidores de ojos vacíos y babeantes se tambalea hacia mí, con sus herramientas en plena actividad. Los taladros y sierras fijados a los muñones de sus brazos giran, y las garras de sujeción se abren y cierran con gemidos neumáticos. Su carne es pálida y gris, sus músculos están llenos de hormonas. ¿Soy tan diferente de ellos? Una vez fui donde el Emperador quería, igual que ellos obedecen a sus amos engañados por las máquinas. Ahora persigo mi propia agenda. La única agenda. La verdadera agenda. La agenda de la matanza y de la sangre. Soy libre.
Pero en su falta de mente ¿no son libres a su manera?
Los clavos rechinan dentro de mi cráneo. Suficiente, parecen decir.
Matar. Sólo matar.
Una a una, destrozo a las máquinas-mortales lobotomizadas que me rodean. Mis paradas se convierten en fintas que se convierten en golpes mortales. Cada músculo de mi cuerpo mejorado se activa, y puedo sentir mi sangre corriendo por todos y cada uno de ellos. Ninguno de los servidores me hace el más mínimo rasguño en mi armadura. Puede que la fluidez de mis movimientos tenga un nombre, otorgado por los grandes maestros de la espada. Pero todo esto es trivial, innecesario. Lo único que hace falta es la muerte.
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Historias muy Warhammeras
Science-FictionNo te has topado con este archivo de pura casualidad, fuiste elegido, bendecido por el Omnissiah, eres uno de los muchos que vendrán, conocerás los secretos de este universo, las múltiples creencias y costumbres, una cantidad infinita de razas. Cono...