Hermanos
—¿Cuál es el problema?
—Mi hermano, el duque Elián Dagmar será el problema de la corona cuando quiera algo vuestro.
Dijo ella harta de esta situación, sabía que lo que sea que discutiera con su majestad era una farsa o no necesario prácticamente. Solo buscaba un excusa para venir a hablar con ella, sintiéndose totalmente insultado por haber aceptado ser concubina del emperador sin siquiera consultárselo. Y no tomando en cuenta, de que tenía los mismos ideales que su fallecido padre. "Los emperadores que toman concubinas, serán castigados ante Dios. Pero la mayoría lo hacen por placer, poco por poder político. Aunque pocos hombres inteligentes dejarían que esa vergüenza de puesto recayera sobre sus hijas" Pero por supuesto, lo ocultaba ante todos. Ese lado solo se lo mostraba a ella, ya que era la única persona que le quedaba de familia. Nadie más.
—Ha sido varios meses desde que nos hemos visto, mi adorado hermano.—hizo una reverencia ante todos.
—Aurora, me había preocupado al no oír nada sobre tu estado. Así que decidí venir a verte por mí mismo, así de camino hablaría de un par de asuntos con su majestad.
—Perdónenme, su majestad y su alteza, por no saludarlos apropiadamente.
—No es necesario.—respondió Sovieshu.
—Emperatriz, ¿podría acompañarme en un paseo por los jardines?—sugirió Heinrey.
Y la emperatriz no queriendo negarle algo ala persona que estaba próxima en la línea de sucesión del Trono de Occidente, un viejo y de los más poderosos aliados de Oriente. Aceptó sin rechistar. Tan pronto como ellos dos se fueron alejando juntos, el ministro de la marítima del emperador apareció de la nada. Aún conservaba aquella barba de un color rojizo, de ahí su apodo comúnmente llamado "Barba Roja". Por su pasado de pirata en el mar.
—Su majestad, tengo que darle mi reporte sobre la última incursión de los Kuipt.
—Enseguida, ministro.—le dijo Sovieshu.—Bueno, podremos hablar más tarde, como ven, tengo asuntos de Estado que atender ahora mismo. Espero que el tiempo que se quede en el palacio imperial, sea de su agrado Duque Dagmar.
—Un placer, su majestad.
Cuando la última de las personas se fue, solo quedaron aquellos dos hermanos que solo parecían hermanos de rasgos físicos porque todo lo demás era casi lo contrario. No tenían las mismas creencias, ideologías o si quiera, algo en común. Nunca fueron cercanos, y menos que ella se fue a estudiar magia. Saltándose el funeral de su padre, algo que su hermano aún parece resentirle.
—Sé que quieres hablar de algo, sino no te habría tomado el tiempo de venir hasta la Capital.
—Y algo en lo que bien me conoces, ¿cómo se te ocurre rebajarte a ser concubina de un emperador que ya tomó otra? Ser una, ¿pero la segunda mujer que toma? Encima sobre una campesina de origen esclavo.
—Mi deber llega más allá de tus límites, Elián. Te lo confesaré, he hecho cosas para la protección de todos que nunca me habrías imaginado hacer.
—¿Cómo qué? Yo soy quien mantuvo la casa, el nombre de nuestra familia tras la muerte de nuestro padre.Tuve esa carga por años, yo sabía que fuiste informada pero te negaste a venir por estar en Occidente.
—Así que sí es por eso.
—Todo es por eso, si tan solo hubieras ido cuando te pedí el favor de venir, haber escuchado sus últimas palabras o venir al entierro...
—¿Podríamos tener la misma relación de hermanos antes de que nuestra madre falleciese?
Su silencio fue todo lo que necesitaba, habían cosas que él simplemente no entendía y nunca entendería. Así que no valía la pena intentarlo si quiera, era su hermano, lo querría toda su vida pero para estas cosas siempre se rehusaría a escucharlo si quiera . Cuando nunca supo toda la historia. De cómo su padre la trataba a ella en cuanto se enteró de sus poderes mágicos, la tachó de bruja y hechicera (Todas ciertas pero mal vistas ante sus ojos en su pensamiento radical religioso).
—Nunca podría obligarme a mí misma a amar a ese hombre como un padre, podrá haber sido el mejor duque del Alba o TU padre. Pero mío no.
—Mi dulce hermana, no sabes de lo que hablas.
—Oh, mi valeroso hermano, tú sí que no sabes de lo que hablas. Te respeto y admiro por la persona que eres, pero porfavor no me hagas adorar al viejo que tú adoras. Ya está muerto, supéralo.
—Yo pido lo mismo de ti, te has convertido en...una gran mujer y persona, pero no te da derecho a faltarle y faltarme a mí el respeto. Y lo has hecho al rebajarte a ser concubina del emperador Sovieshu, el cual el pueblo ya empieza a llamar mujeriego y cada día, los que están del bando de la emperatriz aumentan.
—¿Quién crees que me pidió que fue su concubina cuando llegué por primera vez?
|•••|
—Aurora, quería hablar contigo. No quería interrumpir tu charla con tu hermano mayor, parecías muy unidos.
—Eso es lo que hacemos aparentar.—susurró para sí misma.
—¿Qué has dicho?
—No era nada, cosas mías mi emperador.
—Pues, vayamos a hablar en mis aposentos. Quería enseñarte algo desde que me enteré que regresaste.
Él la llevó hasta sus aposentos, que no estaban muy lejos a los de ella. Pero tampoco tan cerca. Irónicamente, estaban casi al lado de los de la emperatriz. Separados solo por otra habitación.
Cuando entró por primera, tal vez no estaba tan sorprendida por la elección de colores (rojo y dorado). Los cuales eran representativos de la realeza en Oriente. Pero todo estaba medianamente ordenado para su gusto, con la cama deshecha. Él era así desde jóvenes. Tan despreocupado a pesar de la importante persona que es.
—Estoy impaciente por ver qué quieres mostrarme, para enseñarme tu alcoba así.—dijo ella mientras se adentraba un poco más.
—Te pido mi perdón.—dijo él. Aún seguía buscando lo que fuera que quisiese enseñarle.—La limpieza de mi habitación nunca fue lo mío, y lo de que los sirvientes tocaran mis cosas aún menos. Tú me conoces Aurora, deberías saberlo cielo.
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𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐓𝐄 ✅
Fanfiction𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐓𝐄 ||| ʟᴇᴅ ғᴀɴғɪᴄᴛɪᴏɴ ❝ ¿Y si Navier en un último intento de quitar a Rashta del corazón del emperador Sovieshu, hace que otra mujer sea su amante también? ❞ 𝐬𝐨𝐯𝐢𝐞𝐬𝐡𝐮 𝐱 𝐨𝐜 𝐧𝐚𝐯𝐢𝐞𝐫 𝐱 𝐡𝐞𝐢𝐧𝐫𝐞𝐲 → La empera...