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La noche anterior al divorcio

Mañana mismo sería el divorcio, en la misma Iglesia en la que Sovieshu y Navier celebraron su compromiso y boda, sería el mismo lugar donde se dirían un último adiós frente a los ojos del mundo y el todopoderoso Dios

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Mañana mismo sería el divorcio, en la misma Iglesia en la que Sovieshu y Navier celebraron su compromiso y boda, sería el mismo lugar donde se dirían un último adiós frente a los ojos del mundo y el todopoderoso Dios. Había hecho todo lo posible en sus manos para evitar que esto sucediera, que Sovieshu cayera en las garras de Rashta y que tomara tal decisión alocada. Quizás que hubiera seguido siendo su amante, eso Navier sería capaz de tolerarlo. Pero algo como esto en el que él quería deshacerse de ella. Esta falta de respeto, no lo permitiría.

Esa noche a la luz de velas en la habitación de Aurora, seguía trabajando en unos informes sobre ruinas de los Dioses Antiguos. No era fundamentales para su área de trabajo, pero como disfrutaba de ello y así ayudaba al Grupo de Arqueólogos. Lo hacía. Trabajaba día y noche, sin descansar a penas. Un mal hábito suyo dirías.

Estaba muy concentrada en sus informes hasta que cierta ave dorada apareció en su balcón, como ella tenía la ventana abierta, este entró dentro.

—Eres tú, toma esto.—le dijo mientras le tiraba una manta y se daba la vuelta. Pronto, este cambió a su forma humana y se envolvió de cadera para abajo, con la manta.—Ahora dime, ¿Qué es lo que quieres?

—Me casaré con Navier mañana, justo tras el divorcio. La llevaré conmigo a Occidente, estoy seguro que estás familiarizado con la zona.

—Por supuesto, esos años, fueron increíbles. Dejémoslos así.

—Si, mejor.—murmuró Heinrey.—Quiero que vengas con Navier y yo a Occidnete también, estoy seguro que alguien como tú en mi Corte, sería muy beneficioso. Y no hace falta que nadie diga por qué, hasta que el emperador se de cuenta de lo falsa que es esa esclava, tú no tienes lugar aquí después de que Navier se marche. Quién sabe cuánto tardará en darse cuenta, meses, años o décadas. Nadie sabe, por eso yo te aseguro un puesto en mi Corte Aurora.

—Heinrey, gracias por tu generosa oferta pero no puedo aceptarla. La Sede de la Sociedad Mágica está en Oriente, la Escuela de Magia está en Oriente y yo no tengo lugar en Occidente tras lo sucedido.

—Puedo asegurarte de que...

—No puedes asegurarme nada Heinrey, sin ofensas.—interrumpió al rey.

Él no comprendía porque se rehusaba a aceptar su generosa oferta, ella no tenía más lugar en el palacio después de que Navier se fuera con él y esa esclava mantenía un poder estable sobre el emperador. Que no parecía que se fuera a disolver muy pronto. No dudaba cuando rechazaba su oferta, estaba determinada quedarse aquí. También tenía razón, ella trabajaba para la Sociedad Mágica y no un imperio o reino. Esto solo era un favor hacia Navier y nada más. Y sus Sedes Principales todas estaban en territorio Oriental.

—Me quedaré en Oriente, para librar a Sovieshu de Rashta. Lo ayudaré con eso y ya veré qué haré entonces.—declaró Aurora.

—¿Lo ayudaras?

—Sigue siendo una persona que ha sido manipulada y necesita ayuda para encontrar el camino adecuado. Y yo, tengo el suficiente amor por él, como para hacer eso.—dijo con algo de añoranza por los viejos tiempos, en los que todos eran felices. Miraba al collar que le dio Sovieshu hace tiempo y el cual no se quitó desde entonces. Era especial y no podía deshacerse de él.

En ese momento, de la nada una persona tocó la puerta de los aposentos de Aurora. Y preguntó "¿Puedo pasar? Sé que estás despierta aún, necesito hablar contigo." dijo una voz masculina a través de la puerta. La reconoció al instante, era Sovieshu. Ella miró a Heinrey, quien se transformó en el ave dorada de nuevo y salió por dónde entró. Una vez que ella se aseguro que no quedaba rastro de que estuvo en la habitación, fue cuando abrió la puerta.

—¿Qué necesitas, su majestad?—preguntó Aurora, sin abrir completamente la puerta.

—Tengo que hablar contigo, déjame pasar.—contestó él, ella suspiró y lo dejó pasar mientras cerraba la puerta tras ella.—Necesito explicarme sobre mis acciones y palabras entorno a nosotros.

—Su majestad, con todo el debido respeto no hay ningún "nosotros". No somos nada, me lo dejó claro el otro día que hablamos.

—Deja esa mierda de "su majestad", los dos sabemos que ya estamos mucho más allá de tales formalidades. No lo puedes negar aunque quieras, tu corazón aún me llama.—espato algo molesto, también insultado de que no lo reconociera.

—Sovieshu, no entiendo porque vienes a por mí todas las noches pero durante el día eliges a otra mujer. Se supone que éramos algo.

Se cruzó de brazos, ella estaba cansada de que la mayoría de veces viniera él por las noches suplicándole hablar con ella. Que hablaran, discutieran, se acostaran y luego a la mañana siguiente, él fingiera que no había pasado nada y aún seguía molesto con ella sin hablarle a penas. Mientras decía públicamente cómo elegía por miles de razones a Rashta sobre ella. Odiaba tener que amarlo, como quisiera revertir este efecto pero por más que lo intentara. Siempre fallaba en su misión.

Él tenía el corazón dañado por su ausencia y el cual llegó hasta el punto de tener que buscar comfort en otro corazón, Navier nunca se lo daría y solo le quedaba Rashta. Era exactamente tan vivida y alegre como Aurora solía ser antes cuando eran jóvenes, le recordaba tanto a su pasado juntos. Que se plantó ahí y creció algo de resentimiento hacia la que de verdad tenía su corazón.

—Ella es la madre de mi hijo y mi futura emperatriz.—habló con una voz firme, realmente ese era su único argumento.

—¿Entonces quieres que sea tu amante para siempre y tener que soportar como amas a otra mujer públicamente? Encima del niño.

—No tuviste un problema cuando era la misma situación con Navier.

—No era la misma situación, Sovieshu.—hizo una pausa, porque o sino estallaría de lo ciego que están siendo.—En esos años yo ya te superé, Navier no estaba embarazada y no habías tomado a Rashta como tu amante. Eran tiempos muy diferentes, créeme.

—¿Quieres que la deje a Rashta a un lado? ¿Es eso lo que tanto deseas Aurora?

—Por supuesto que no, está embarazada y te haría parecer como un insensible y con corazón de hielo. Más de lo que ya aparentas.—respondió, obviamente no debería de hacer eso. Sería muy mal visto.—Las peores decisiones que podrías haber tomado es escoger a Rashta como tu amante. Y divorciarte de Navier.

 Y divorciarte de Navier

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𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐓𝐄 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora