𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐓𝐄 ✅

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La llave a tu corazón

Cuando le dijo "Cielo" se quedó un poco sorprendida, él nunca la había vuelto a llamar así desde que ella se fue a la Escuela de Magia. Tampoco es que Aurora estuviera acostumbrada a que la llamasen por apodos cariñosos, ya que casi nadie excepto él le tenía uno. Se quedó mirándolo.

—¿Qué pasó?—preguntó Sovieshu cuando ella dejó de hablar.—¿Por qué no estás hablando?

—No es nada, solo se me vino algo a la mente.

—Bueno.—dijo sin estar satisfecho con esa respuesta, y a la vez encontró por fin lo que él le quería enseñar a ella.—Lo encontré.

Sacó una caja de terciopelo rojo, al abrirla nos podía mostrar el interior cubierto de ese mismo material. Con dos colgantes, una llave y un candado.

—¿Qué se supone que es?

—Mande a que hicieran estos colgantes a los mejores joyeros de Oriente para nosotros, fue hace tiempo y tú ya te había ido aquel día cuando te lo quise dar. Pretendía que tú tuvieras la llave y yo el candado.

—¿Puedo preguntar por qué?

—Ya que tú tienes la llave a mi corazón y solo tú la tendrás. Solo tú.—sacó ese mismo colgante.—¿Puedo?

Ella se giró, quitándose el collar de perlas que se puso ese misma mañana y guardándolo en su bolsillo. Apartando su cabellera dorada a un lado para que él pudiera colocarle en collar. Al acercarse a ella, podía sentir su respiración tan cerca de ella y al sus dedos hacer contacto con su piel. No iba a mentir, se estremeció un poco pero fue capaz de ocultarlo. Ahora que lo miraba tan de cerca, lucia mucho más atractivo que otros hombres que ella conoció y de lo que los demás describían. "Tan frío como el helado invierno, eso es lo que demuestra la cara del emperador de Oriente y lo que utiliza al tomar décimo frente al Parlamento. Pero también es el hombre más poderoso y hermoso de Oriente" Otras mujeres discutirían que era su hermano, ya que sus gustos recaían en rubios de ojos azules.

—Tan radiante como el sol mismo.—dijo casi en un susurro, algo que solo quería que ella lo escuchara.

—Sovieshu...

—Debo decir de que no sé si lo que sienta por ti sea la magia misma, desde la primera vez que te vi, cuando te fuiste y ahora que has vuelto. La pasión mía por ti no ha disminuido ni un poco.

—No sé que responder ante eso.

—No necesitas hacerlo.

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Pronto iba a ser el aniversario número vigésimo quinto del emperador Sovieshu, con la excusa de investigar un asunto relacionado con la Sociedad Mágica. Consiguió que Sovieshu mismo le dejara permiso para ir por el pueblo, con dos guardias por lo menos a pesar de sus súplicas pero fueron en vano. Ella era terca, pero él aún más cuando era sobre las personas que él amaba. Suerte para Aurora, ya conocía a esto guardias desde que llegó. Sovieshu se los presentó y los nombró como sus soldados juramentado. Era sabido que era en quienes más confiaba el emperador mismo entre la Guardia Real.