𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐓𝐄 ||| ʟᴇᴅ ғᴀɴғɪᴄᴛɪᴏɴ
❝ ¿Y si Navier en un último intento de quitar a Rashta del corazón del emperador Sovieshu, hace que otra mujer sea su amante también? ❞
𝐬𝐨𝐯𝐢𝐞𝐬𝐡𝐮 𝐱 𝐨𝐜
𝐧𝐚𝐯𝐢𝐞𝐫 𝐱 𝐡𝐞𝐢𝐧𝐫𝐞𝐲
→ La empera...
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Estaba sentada tranquilamente en su dormitorio, con la ventana al balcón abierta para que entrara algo de aire. Sino se quedaría sofocada con todo lo que ella tenía que lidiar con. Las tediosas tensiones de la Corte Imperial del Emperador Sovieshu, tener que hacer que echasen a una mujer esclava que presumía a ser emperatriz, evitar una guerra devastadora y mantenerse cuerda y viva. Eso era lo único que tenia que hacer. Pensaba que haría con su vida tras todo esto, ¿Tal vez se quedaría permanentemente aquí en el Palacio Imperial? Lo pensó por unos segundos pero lo refutó, era imposible. No tenía la posibilidad de eso. Lo suyo era ir de un lugar a otro a salvar vidas y lidiar con los asuntos políticos y diplomáticos de la Sociedad Mágica.
No se paro a pensar en Sovieshu, probablemente respetaría su decisión de irse pero no sería lo mismo si es que decidiera volver. Ella sabía que Sovieshu merecía una pareja que le diera estabilidad y amor, que cumpliera sus demandas. Pero Aurora no podía hacer eso.
Dar su libertad por el único amor que ha tenido. No estaba lista para hacer ese sacrificio.
Además ahí entraba en la pintura Navier. Tarde o temprano se quedaría embarazada de él, debían de cumplir con eso para que la línea sanguínea oriental continuase. Las consecuencias podrían ser fatales para muchos y había una palabra en común "Guerras de Sucesión". Eso era algo muy importante con lo que no se debía jugar, el imperio de Oriente necesitaba un Heredero.
Algo la interrumpió de pensar más, un sobre voló hasta su escritorio. Podía ver restos de magia en el objeto, lo reconocía perfectamente. Era Alistair. "Si hablamos hace unos días, ¿qué habrá pasado?" pensó algo curiosa.
—¿Qué demonios?
El contenido de la carta la sorprendió, ese prepotente se había enamorado de verdad esta vez. E hizo lo que ella nunca pensó que llegaría a hacer. Parar sus planes de guerra por la mujer que él amaba.
—Él realmente lo ha hecho esta vez.
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Y cómo le pidió, al día siguiente estaba frente a su oficina. Esperándola pacientemente, llegó antes de que ella llegara y eso sí que era difícil. A Navier le gustaba referirse a sí misma como una adicta al trabajo pero sí era veces, que se sumergía tanto que le costaba salir. Pero ese no era el caso. Ella tenía sentimientos confusos sobre su opinión hacia el príncipe Heinrey. Él era bueno, atento y cariñoso con ella, todo lo que Sovieshu nunca fue. Y a ella le parecía que tenía un corazón puro. Pero la enemistad que él tenía con Aurora, la molestaba hasta cierto punto. Sabiendo que ambos tenían un historial del que ella no sabía nada. Lo unció siendo que apenas se soportaban en privado y público.
—Buenos días, mi Reina.—saludó el príncipe entusiasmado.
—Buenos días a usted también, príncipe Heinrey.—respondió a la cortesía.—Entonces, ¿usted es realmente el dueño de Reina?