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Dos días antes del divorcio

Aurora esperaba frente a la oficina del emperador Sovieshu, apoyada a la pared mientras miraba a la nada

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Aurora esperaba frente a la oficina del emperador Sovieshu, apoyada a la pared mientras miraba a la nada. Esta mañana, los guardias reales, le informaron que el emperador quería verla para tratar sobre un asunto muy importante. Pero que tendría que esperar que la reunión que tenía con el rey Heinrey y el Duque Dagmar a terminar antes de pasar a hablar con él. "¿Qué hace Elián aquí? Tal vez estén hablando sobre las rustías comerciales." pensó Aurora. Ahora mismo se sentía como la típica niña pequeña que había hecho algo malo y la habían mandado a la oficina de su padre a que la regañara. Pero era el emperador, ella no podía rehusarse a una orden imperial porque eso causaría muchos dolores de cabeza políticos para la Sociedad de Magia.

También pensó en su hermano. Ciertamente no pensaba mucho en él, nunca fue una persona abusiva como su padre o cariñosa como su madre pero estaba al mismo tiempo ahí y luego no estaba. Tenia sentimientos confusos sobre su hermano mayor. Que no tenía duda que la amara, pero había algo que no estaba bien y no sabía el qué. Tal vez no verlo tanto, no resultaría en tantas discusiones. Así que estaba bien.

Tuvieron que pasar media hora hasta que los tres hombres salieran de la oficina. El emperador estrechó las manos del Duque Dagmar y el Rey Occidental, antes de decirle a Aurora que entrase a la oficina con él. Miró de reojo a Elián, asintió como en alguna forma de confirmación. Ella siguió al emperador puertas a dentro.

—Tú y yo tenemos mucho de lo que hablar.—dijo con seriedad.—¿Por qué le hiciste eso a Rashta?

—No hable con más que la verdad, ¿enserio pensaste que ese bebé que carga en su vientre es tuyo, Sovieshu? Te di por una persona menos ingenua, tienes las cosas delante tuya pero eres tan ciego.

—Apreciaría que dejarás de decir cosas que no son verdad, ese hijo es mío. En esos dos años que no estuviste, aunque no lo creas, nos hemos acercado bastante. Estoy seguro de que es mío.

—Oh, ¿enserio?—dijo en un tono vacilón.

—Si, enserio. Le has causado estrés con el embarazo y estaba en cama todo el día. No se cual es el problema contigo.—comentó Sovieshu, comenzando a molestarse y alzar la voz.

—Bueno, primero, divorciarte de Navier es ya caer bajo y segundo, hacerme como la villana en tu historia también. Me da igual que me ignores, que me odies sinceramente pero no vengas actuando como si yo fuera quien hizo punto y final con...esto.

Aurora hizo una pausa para mirarlo cuando lo dijo, ya que ni ella estaba segura de la que tuvieron o si eso seguía estando entre ellos. Había pasado tanto tiempo desde que lo vio, que sentía que ahora hablaba con una persona totalmente diferente. Este no era el Sovieshu que hablaba sobre sus ideales para reformar el Estado, quien soñaba que Aurora fuera su emperatriz o que prometió nunca traer una amante al palacio. 
Solamente cumplió la primera.

—Lo nuestro terminó el día que me rehusé a que yo te amara tan desesperadamente y siempre me dijeras que nunca estabas preparada a darlo todo cuando yo haría lo que fuera por ti.—podías ver el dolor en los ojos carbón del emperador.—Pero me abandonaste cuando todo estaba yendo tan bien, dijiste un año y eso fueron dos.

—¿Así que necesitabas encontrar a otra persona que me reemplazara como tu amante?

—No te confundas, eres irremplazable y lo que yo siento no se irá pero no puedo permitir que juegues así conmigo. Es demasiado sucio.

—Sucio es lo que le harás a Navier dentro de dos días, ella es tu emperatriz que te ha servido lealmente tras todo lo que le has hecho pasar. Y esa esclava que llamas amante y pretendes coronar como emperatriz, no hace más que manipularte a costa del dolor de otros.

—Rashta nunca haría nada malo.

—¿Ivette, no te suena? La sirvienta a la cual le cortó la lengua y luego echó del palacio.

—Son solo errores, Aurora.

Sovieshu se paró literalmente frente a ella sin que hubiera nada entre ellos. En este punto de sus vidas, se habían hecho tanto daño el uno al otro que sus corazones les costaba perdonar la otto aunque en el fondo, quisieran hacer eso y volver a como era antes. Pero eso no era posible, mientras Rashta siguiera en control del emperador.

Aurora tenía sus ojos azules soñadores, poseían un brillo natural y eran simplemente preciosos. Sovieshu los adoraba pero quería mantenerse fiel a la decisión que hizo de dejar esto, porque se sentía ablandando por su parte. Y eso no era justo en sus ojos.

—Sovieshu...

—Me abandonaste, y no sé si puedo perdonarte.
Ella es la única que me ofreció confort entre mi miseria, ¿qué mas podría haber hecho?

—Quizás no haber caído en su teatrero de ángel, porque entre tú y yo sabemos cómo trata a los sirvientes y a todos 'inferiores' a ella. Sin embargo, quieres continuar con esto. Esta bien pero no esperes que esté de tu lado durante el divorcio.

|•••|

El emperador no podía conciliar el sueño aquella noche, la conversación que tuvo con Aurora lo había dejado pensando tanto que lo arrastró hasta estas horas de la noche. Rashta estaba durmiendo pacíficamente al lado suya, lucía como una ángel con su pelo blanco. Y realmente tenía a su hijo o hija en su vientre, eso era lo importante. Ese heredero que desesperadamente necesitaba.
Su mente quería que estuviera con Rashta, ya que eso sería lo obvio para obtener el tan ansiado heredero. Pero su corazón le decía que debía perdonar a Aurora y dejar esto tras ellos, reconquistarla nuevamente. Latía desesperadamente con el pensamiento de ella.

"¿Me estoy volviendo loco?"
pensó el emperador.

"Aurora y Sovieshu estaban destinados a estar juntos, son almas gemelas aunque para su camino de la felicidad, habrán obstáculos que lo dificulten. Y si los superan cada uno de ellos, demostrarán que son merecedores del otro."

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𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐓𝐄 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora