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¿Eres capaz de amar?

También había algo más en la carta

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También había algo más en la carta.

"Ahora que Occidente ha parado sus planes de guerra oficialmente, ya no habrá necesidad de que te quedes en Oriente en el Palacio Imperial que tanto detestas. Supongo que las heridas provocadas por el dragón ya se habrán recuperado, posees un poder curativo superior a la mayoría de magos curativos. Ah, también envié ya lo que me diste. Pronto me darán una respuesta.

Ya que te vas del Palacio, hay una situación un tanto delicada en Kern. El pueblo del Reino del Norte que hace frontera con el Ducado Hails. Está surgiendo un contagio rápido de una enfermedad desconocida que acaba con las personas infectadas en cuestión de tres días. Deberías ir  ahí, Alnair también anda por ahí. Creo que te gustaría saber eso.

Sinceramente,
Alistair"

Ella no podía creer lo que le pedía en la carta, ella sabía que tarde o temprano se tendría que ir. Pero no tan pronto, o así de repente. Los sentimientos del príncipe Heinrey tendían a ser volátiles, y no sabía si se cansaría de la emperatriz. Empezando otra vez los Planes de guerra. Estaba muy dudosa, aunque era una orden de su superior. Así que le tocaba obedecer. Habían cientos de vidas en sus manos si no llegaba a Kern.

—Tendría que hablar con Alistair.—se dijo a sí misma mientras incineraba esa carta. Lo hacía siempre por motivos de seguridad.

Esta información en las manos equivocadas, nadie sabría que otra locura se desataría.

|•••|

—Díganle a Heinrey que vuelva ya a Occidente, se lo ordenó como su hermano y su rey.—dijo con un tono muy serio el Rey Walton II de Occidente.

—A su orden, su majestad—respondió uno de los guardias.

El actual rey de Occidente estuvo confinado en la cama desde hace dos años debido a una enfermedad terminal que ningún doctor o mago pudo solucionar.

Ni siquiera esa joven de la que su hermano se quedó prendado hace años. Recordaba como todo el mundo hablaba maravillas de esa mujer con la misma edad que su hermano. Le dijeron que hizo que mudos volvieron a hablar; que ciegos volvieran a ver colores y parapléjicos volvieran a caminar. Era como una maga curativa de alta reputación. Ya que también era parte de una Casa Noble Oriental, Dagmar, ese era el apellido. Detestaba inmediatamente a cualquier persona que fuera de Oriente, pero esa mujer. Sonreía como nadie lo hacía. Una sonrisa que curaba la tristeza, su aura era de felicidad pura y su corazón de oro también. Él vio los esfuerzos que hizo la chica para intentar curarlo, pero fue demasiado tarde para cuando llegó dijo ella.

"Lamentablemente, la enfermedad del Rey se ha propagado demasiado por su cuerpo y es demasiado tarde para cualquier tipo de tratamiento. Tal vez tenga años o meses, me es difícil descifrarlo. Pero quizás si hubiera llegado en una etapa más prematura de la enfermedad, el Rey hubiera tenido esperanza.—sentenció ella."

El nombre de la joven era Aurora Dagmar.

|•••|

Saludó a la recepcionista y entró directamente a la oficina de Alistair, él estaba tranquilamente sentado en su sillón mientras leía algunos documentos.

—¿Tengo que irme de verdad?

—Si, tú sabías que esto no era más que temporal hasta que consiguieras que Occidente parara sus planes malévolos.—contestó sin siquiera mirarla.—¿No estás contenta?

—Claro que lo estoy, solo que pensé que no sería tan repentinamente.

—No me digas que te has encariñado con Sovieshu otra vez, tú sabes qué alguien con tu trabajo nunca podrá quedarse o querer a a alguien.—esta vez se levantó, para que se miraran directamente.—Debes dejarlo ir.

—Tengo dudas a que eso sea fácil, ¿qué le diré a Sovieshu como excusa para irme?

—Lo manejarás como siempre, ¿no?—caminaba lentamente hacia ella. Aforrándola en la pared.—Eres una chica buena, deberías saber que aunque quisieras hacer otra cosa.—agarró sus muñecas.—Me obedecerás al final de todo.

A veces olvidaba de que normalmente se llevaban bien y la trataba igual de bien, él poseía este lado oscuro que solo le mostrara a ella también. Y hablando con sinceridad, hacía que tuviera escalofríos recorrer su espalda. Cuando se acercó tanto y tomó sus muñecas, arqueó la espalda instantáneamente y estaba rogando por salir de esa situación. No había manera de que Aurora le negara algo a Alistair. Después de todo, gracias a él gozaba de esta reputación y puesto en la Sociedad Mágica.

—¿Te atreverás a desobedecerme?

—No, no te desobedecería.—respondió resignada, siempre era lo mismo.

Y así soltó sus muñecas, las cuales quedaron algo rojizas por la fuerza que el hombre había usado. Soltó un quejido de dolor leve al tocarlas, él solo se rió. De la nada, la recepcionista entró diciendo que había unos asuntos que necesitaban de la atención de Alistair. Él le dijo "En un momento estaré, déjame terminar de hablar con Aurora"

—Es un maldito demonio.

—Di lo que quieras Aurora.—tenía esa sonrisa, que usaba para burlarse ella.—Todo está decidido, te irás a Kern. Alnair ya estará ahí seguramente. Tienes un par de días, pero no te tardes mucho.

—Está bien.

|•••|

—Su alteza.—dijo Mckenna.

—Dime Mckenna, ¿qué sucedió esta vez?—preguntó con un tono normal.

—Sus órdenes fueron cumplidas como usted quiso, todo el mundo paró con los preparativos. Hay otro asunto.—comentó algo nervioso.—El Rey ha enviado una carta a usted para que vuelva inmediatamente a Occidente como una orden real.

—¿Qué mi hermano ha hecho que?

Tomó el trozo de papel de las manos de Mckenna, leyendo cada palabra. Ciertamente era la letra de su cuñada, la Reina Krista, pero palabras de su hermano. Parecía que su enfermedad había empeorado y quería verlo por última vez. Al ser el, su único hermano y heredero al Reino de Occidente. Sintió como su corazón se hundió, al menos un trozo de su corazón. Iba a volver a Occidente inmediatamente. No se lo perdonaría si no veía a su hermano antes de que falleciera.

Pero se tenía que despedir de su Reina,
Navier Ellie Trovi.

—Volveremos a Occidente, mañana a primera hora.

—Volveremos a Occidente, mañana a primera hora

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𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐓𝐄 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora