𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐓𝐄 ||| ʟᴇᴅ ғᴀɴғɪᴄᴛɪᴏɴ
❝ ¿Y si Navier en un último intento de quitar a Rashta del corazón del emperador Sovieshu, hace que otra mujer sea su amante también? ❞
𝐬𝐨𝐯𝐢𝐞𝐬𝐡𝐮 𝐱 𝐨𝐜
𝐧𝐚𝐯𝐢𝐞𝐫 𝐱 𝐡𝐞𝐢𝐧𝐫𝐞𝐲
→ La empera...
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Aurora's perspective
Cuando todos se levantaron a la mañana siguiente, ya no había ningún guardia alrededor del complejo de la Mansión Trovi. Parecía que lo que fuera que Aurora le hubiera dicho a Sovieshu, había funcionado perfectamente y había retirado sus soldados. Pero ella no parecía feliz con aquel hecho, sino que desprendía una energía monótona y aburrida. Ella misma sabía que además del hecho que Sovieshu ya no confiaba en ella y no le hablaba más de lo necesario. Está era la forma de castigarla después de ignorarlo por más de dos años y volviendo de la nada, pero este castigo la estaba matando por dentro.
—¿Os vais hoy?—tomó las manos de Navier.—¿Tan pronto?
—Si, será mejor antes de que Sovieshu trate otra de estas cosas. Y así podremos comenzar antes en esta etapa gracias a ti, sin ti, no creo que pudiéramos conseguir esto.
—Eres demasiado amable.
—Tonterías, eres fuerte y se que te preocupas de una manera por Sovieshu que yo ya simplemente no puedo hacer.—lo siguiente lo dijo casi en un susurro.—Lo amas, cuídalo por mi y ayúdalo a salir de ese abismo en el que ha caído.
—Te lo prometo.
Con un abrazo se despidió de su mejor amiga, no sabiendo cuando la volvería a ver de nuevo. Podrían pasar meses, años sin verla, quién sabe. También se despidió del Rey Heinrey, un buen amigo y hombre que hacía enormemente feliz a Navier, así que le perdonaba cualquier pecado del pasado. Pero ahora tenía una nueva misión, devolver a Sovieshu al camino correcto y buscar de nuevo esa libertad que tanto añoraba. Solo entonces podría morir en paz.
—¿Tú también te vas, Aurora?—le preguntó la duquesa Trovi.
—Si, tenngo que volver al Palacio Imperial.
—Que tengas un viaje seguro querida.—me dijo la duquesa antes de partir mi viaje desde el ducado Trovi hasta la Capital del Imperio. La cual no están relativamente muy lejos tampoco, aunque no tan cerca.
Y también debido a que me marché algo más tarde de lo que planee, tuve que hospedarme en un hostal que estuviera de camino y reanudar el viaje por la mañana cuando hubiera luz. Ya que durante la noche siempre era peligroso al no poder claramente el sendero y los caballos son más propensos a alterarse y causar revuelo. Iba yo sola con mi caballo y las pocas pertenencias que traje cuando fui a visitar a Navier tras el divorcio en la Iglesia. Me acerqué a la señora que llevaba el hostal y le pregunté el precio por noche, me respondió que tres monedas de oro y yo se las entregué sin pesar. Ella me guió a una de las habitaciones y yo me tumbe en la cama relativamente cómoda para el lugar donde me encontraba. Había luna llena y la ventana del dormitorio daba vista directa al cielo, en el que la Luna era la protagonista. "Nunca me cansaré de miraré, espero que él también lo esté haciendo. Como hubiera querido que las cosas se hubieran quedado como antes." pensé dudando seriamente de mis acciones y decisiones del pasado.
Quería sentir otra vez ese amor y calidez infinita que me daba Sovieshu en mi momento más bajo, así que yo no lo abandonaría porque estaba siendo difícil. Lucharía por el, como lo hizo para estar conmigo.
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Sovieshu's perspective
Esa noche sentía una paz interior y una tranquilidad como en ninguna otra noche desde hace años, no sabía a qué se debía esto, pero sí que lo apreciaba tanto este sentimiento de comfort. Del cual no volví a sentir desde que Aurora se marchó por primera vez a tratar a los enfermos de aquella enfermedad contagiosa por la zona Norte del continente. Me dejó completamente solo durante dos años hasta que volvió de la nada sin previo aviso, y eso me molestó. Ya que le escribí cartas a las que nunca me respondió, disque al no haberlas recibido. No sabía porque pero no él creía en eso. Y terminé convenciéndome en algún punto de esos dos años que la dejé de amar y no odia confiar en ella nuevamente como siempre solía hacer. Aunque en el muy fondo supiera que nada de eso era verdad. Era tan solo una pobre excusa que creía para sentirme menos patetico de más.
—La luna está noche es preciosa.—murmuré mientras entre a mi dormitorio tras un largo día de trabajo después de haberme avergonzado públicamente tras mi intento lamentable de retener a Navier en Oriente.
Aurora y yo solíamos contemplar la luna junto a la solitud que nos ofrecía los jardines imperiales de noche, bajo aquel roble centenario. Eso eran el los tiempos cuando aún era el príncipe heredero o príncipe de la corona del Imperio de Oriente, ni siquiera era emperador. Los momentos que nos dedicábamos a admirar la belleza irreal de la luna en compañía silenciosa era de los mejores recuerdos que tenía de nuestra relación amorosa secreta. Ya que estaba comprometido con Navier en aquellos años. Se sentía que había pasado tanto tiempo y a la vez no. Era incapaz de descifrar mis sentimientos, algo que Aurora solía hacer con relativa facilidad.
—Como quisiera que todo fuera como antes, que nunca me hubieras abandonado. Yo te amaba de verdad.—seguía murmurando para mí mismo, parado en el balcón mirando el paisaje.—Quiero seguir amándote pero mi corazón le cuesta confiar en ti otra vez más.
Una fuerte ráfaga de brisa pasó por delante mía, lo que me causó estornudar y volver al interior de mi dormitorio. Aunque no volví a la cama, no parecía tener mucho sueño esa noche. Me senté en la mesa de trabajo que tenía ahí también, por si me daba alguna de esa noches que simplemente trabajaba hasta saciarse.
"¿Qué es esto?" pensé al darme cuenta de una carta entre el montón de ellas con un sello real de la familia de los Reyes del Reino del Norte. Lo reconocería en cualquier sitio, ya que lo veía frecuentemente en la oficina de mi padre. Ya que mantuvo una buena relación con ese reino en especial, y porque las cosas con Occidente estuvieron algo tensas por un par de años. Nada que no hubiera solucionado más tarde.
Leí en la carta en la que el rey del Norte quería interrumpir su comercio con Oriente debido a desacuerdos y la falta de correspondencia a sus cartas y hospitalidad a los diplomáticos que enviaban. Eso no era cierto, quizás lo de las cartas si porque las tiraba en un montón de su oficina. Pero sobre lo de la hospitalidad, nunca recibieron ningún diplomático nórdico, era la única parte que no entendía. Pero esto era un problema grave que podría afectar mucho a la economía oriental. Solo podía pensar de una persona a la que pedirle consejo, aunque me tuviera que tragar mi orgullo.
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