𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐓𝐄 ||| ʟᴇᴅ ғᴀɴғɪᴄᴛɪᴏɴ
❝ ¿Y si Navier en un último intento de quitar a Rashta del corazón del emperador Sovieshu, hace que otra mujer sea su amante también? ❞
𝐬𝐨𝐯𝐢𝐞𝐬𝐡𝐮 𝐱 𝐨𝐜
𝐧𝐚𝐯𝐢𝐞𝐫 𝐱 𝐡𝐞𝐢𝐧𝐫𝐞𝐲
→ La empera...
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Al llegar a las puertas del Palacio Oriental, una edificación tanto imponente como grandiosa. Digna de ser la residencia de la Familia Imperial y donde todos los Asuntos de Estado eran tratados en, además de que representaba a Oriente para el caso de visitantes extranjeros de otras Familias Reales. De color blanco mármol, cada detalle meticulosamente pensado y el color dorado y rojizo que decoraba la mayoría de parte del Palacio. Con unas largas escaleras que mostraban la entrada a lo que sería "El País de las Maravillas".
Por alguna razón, solo la emperatriz Navier estaba ahí para recibirla. Solo ella y el séquito usual de sirvientes y mayordomos que llevarían todas sus pertenencias personales a sus aposentos. No había ni rastro del emperador Sovieshu, tal vez después de esperar tanto, se había cansado y ya no la amaba. Aunque no se lo reprocharía, lo veía venir con su estilo de vida.
Bajo del carruaje y se reverenció antes la emperatriz. Lo mismo hizo Alnair.
—Los salvadores de Kern, es bueno tenerlos en el Palacio Imperial de Oriente. Me temo que el emperador está ocupado con unos asuntos personales, pero os pide disculpas desde su corazón.—dijo Navier.
Era lo mismo que tenía que decir siempre cuando Sovieshu no aparecía a estas cosas y eso era muy a menudo con la sorpresa que hubo hace unos meses.
—Yo también estoy feliz de verla, emperatriz.
—Deben perdonarme, estoy muy exhausto del largo viaje y deseo descansar un momento en los aposentos.—se inventó Alnair, para excusarse de esa conversación en la que no pintaba nada. Él sabía que tenían que hablar y él no debería de estar ahí.
—Es entendible, haré que una de las sirvientas te muestre el camino.—dijo la emperatriz, mientras le ordenaba a una de las criada.—Tal vez deberíamos también traer nuestra conversación a puertas cerradas.
Aurora siguió a la emperatriz hasta una Sala Privada en la que recibían a los invitados con mucha importancia para reuniones o cualquier otra tipo de cosas.
—Te tengo que ser sincera, muchas cosas han cambiado desde que te fuiste.—comentó Navier mientras pedía que les trajeran té.—Todo en el Palacio ha cambiado.
—¿A qué te refieres? Digo, porque en la situación que estaba, no estaba permitida el acceso a la información del mundo exterior. Por la cuarentena.—dijo algo intrigada ella, realmente no tenía ni idea de lo que hablaba.—Noto algo de preocupación, ¿Qué pasó?
—Rashta está embarazada y pretende tomar mi lugar como emperatriz.
Al escuchar aquellas palabras salir de la boca de la emperatriz, se quedó sorprendida sinceramente. Que esa mujer quedara embarazada antes que la misma emperatriz, pondría en peligro el derecho al Trono de los futuros hijos que tuviera la emperatriz. En el caso de que el emperador hiciera legítimo al hijo que tuviera con ella. Claro, estaba el caso de que fuera una mujer y ya no habría preocupación. Ya que ninguna mujer herederó el Trono del Imperio Oriental y nunca lo haría.
Y Aurora sabía que la posición de su preciada amiga estaba en peligro por en parte su culpa. Al haberse ido. Ya que si se hubiera quedado, Sovieshu no recurriría a Rashta. También por el hecho de que no la recibió, seguramente estando con ella. Significaba que ya lo tenía atrapado alrededor de su dedo.
—¿Harás algo sobre eso?
—De momento no, pero soporte que vaya dar a luz al hijo de Sovieshu, ¿pero que quiera tomar mi lugar como emperatriz? Ni de broma.
Navier pocas veces se mostraba nerviosa o así de preocupada, ahí es cuando Aurora sabía que esto iba en serio y que debía hacer lo que fuera para detener esto. Ya que bien sabía que él Imperio Oriental sin una buena emperatriz, no estaría bien a largo plazo o para las futuras generaciones si habían.
—¿Tienes algún plan de precaución?
—Tal vez, no estoy segura de ello.—le respondió Navier.—Heinrey ya no es un príncipe sino el rey de Occidente ahora, quiere que sea su reina.
—Oh eso, ya lo sabía.
—¿Cómo?
—Surgieron unos problemas con Heinrey al principio y de una cosa a otra llegue a eso para impedir que hiciera otra cosa que no debía. En fin, una historia muy larga. Deberías preguntársela a él cuando lo veas.
|•••|
—Su majestad.—dijo uno de los guardias, entrando a la habitación.
—¿No dije que no me interrumpieran cuando estoy con Lady Rashta? Lo dije claramente.—espetó con un tono muy molesto, estaba apunto de echar al guardia cuando él dijo ese nombre.
—Lady Aurora llegó al palacio hace dos horas, está con la emperatriz ahora mismo.
Él estuvo por un par de minutos procesando la información, ya que sabía que volvería pero no tan pronto ni tan rápido. Había que decir de más que no se lo esperaba. Pero igualmente por eso, sabía que su corazón aún latía como antes por ella pero su mente le decía que él solo le tenía dependencia y eso no era amor.
—Ya hablaré con ella mañana, puedes retirarte.
|•••|
—No me estoy oliendo a vuestra relación, porque te mereces a alguien que te ame y valore de verdad. Y aunque me cueste admitirlo, Heinrey es el único que te puede ofrecer todas esas cosas. Además de lo ya implicado, su lealtad eterna.
—Parece que lo conoces bien, pero tenías una relación un tanto difícil.
—Bueno, es normal desde lo que pasó la última vez que nos vimos antes de yo volver a Oriente.
—Él también me dijo algo similar.
—Por supuesto que lo haría.
Ella y Heinrey sabía que la amistad tan bonita que una vez tuvieron se terminó el día que ella lo rechazó completamente para elegir a Sovieshu. Siendo sinceros era un buen hombre que amaría con locura a la mujer correcta, pero Aurora no era la mujer para Heinrey. Y ella nunca lo vio más que un buen amigo. Pero se soportaban a su manera.
—Pero es una buena persona, no deberías guiarte por lo que yo te diga. Sigue a lo que tu instinto te diga que hacer.
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