𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐓𝐄 ||| ʟᴇᴅ ғᴀɴғɪᴄᴛɪᴏɴ
❝ ¿Y si Navier en un último intento de quitar a Rashta del corazón del emperador Sovieshu, hace que otra mujer sea su amante también? ❞
𝐬𝐨𝐯𝐢𝐞𝐬𝐡𝐮 𝐱 𝐨𝐜
𝐧𝐚𝐯𝐢𝐞𝐫 𝐱 𝐡𝐞𝐢𝐧𝐫𝐞𝐲
→ La empera...
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—¿A qué te refieres con ser libre?—pregunto el emperador desconcertado a su contestación.
—Todos en este cruel mundo estamos atados a algo o ya sea a alguien, siempre sin ninguna excepción. Ni siquiera animales, todos estados unidos por los hilos que ha tejido el destino con el que nacemos. Morir, eso es lo que nos une a todos por mas diferentes que seamos. Unos pueden disfrutar de su poco tiempo de vida antes de fallecer y otros no tienen la misma suerte.—tomó un respiro.—Yo quiero ser libre de tales cadenas contigo.
—¿Pero en ese caso no estarías también unido a mí?
—Ya, pero no sería muy difícil. Porque yo lo he querido así.—se giró para mirarlo.—Ha sido nuestra elección.
En ese momento, el emperador Sovieshu de Oriente pensó porqué aquella mujer que amó durante tantos años se veía más bella en aquel momento. Esos ojos azules de un tono cielo precioso, los hilos dorados que formaban su cabellera, la tez pálida y tan suave como la porcelana además de sus expresiones faciales. Lucía como un ángel en aquel momento a ojos del emperador. En cuyo corazón volvió a revivir todos esos sentimientos amorosos infantiles que una vez tuvo por esa mujer, y que pensó que había olvidado. Tontamente, pensó que este amor se quedaría como un platónico e imposible. La tenía frente a ella, confesándole sus sentimientos y deseo de que la hiciera su concubina o lo que fuera con el hecho de estar a su lado. Pero también pensó en Navier, era su esposa y la emperatriz, la humilló suficiente con Rashta, ¿hacerlo con una de sus mejores amigas, no sería aún más humillante y peor? Ah, es verdad, también estaba Rashta, a quien él pensaba que amaba pero el problema era que le recordaba a la Aurora de antes. La alegre y feliz chica que lo acompañó por tantos años, la extrañaba tanto que imaginaba que cualquier mujer con cualidades físicas similares a ella que eran ella.
El brillo que mostraba los ojos de aquella, reflejaban la inocencia y pureza de una niña pequeña, su elegancia era los de una dama de la alta sociedad como ella era. Además del prestigio que esta ganó estos últimos años, él no podía creer que la había superado a él.
—Aurora, me siento alagado por lo que dices.
—¿Pero no puedes corresponder mis sentimientos por ti, mi querido emperador?—ya se dio por vencida, soltando su mano. Esperó unos segundos, esperando a ver si este mismo se retractaba.—Espero que mi tonta confesión y sugerencia, no afecten a nuestra relación.
—No, Aurora me refiero a que...a que realmente espere este momento durante años y años.—dijo Sovieshu indeciso.
—Yo te amaría Sovieshu, solo déjame quedarme a tu lado.—parecía más como una súplica.
Los dos amantes de miraron, para ese momento ya no les importaba quienes les estuviera mirando porque estaban en su propio mundo juntos. Sentía que habían esperado esto desde hace tantos años, que brindaba una sensación irreal. Él proporcionó una mirada diciendo "¿Puedo?" y ella le respondió de la misma manera "Hazlo si quieres."
En el momento que juntaron sus labios en un beso de solo segundos, aunque ambos hubieran querido que durara años y años. Esto compensó por todo el tiempo que estuvieron separados y el tiempo que estarían juntos.
Todo esto estaba siendo visto por la otra concubina, Rashta, quien por dentro muriéndose de celos mientras los veía a ambos. Vio el brillo de los ojos del emperador que nunca tuvo con ella, vio cómo actuaba a su alrededor y no era comparable cuando estaba con ella. Rashta nunca se sintió tan insegura desde que llegó a palacio, temía que Aurora tomara su lugar en el corazón del emperador. Solo que había un problema, el emperador siempre fue de Aurora.
"Debo de hacer algo para dejar mal a Aurora frente al emperador" pensó Rashta, alejándose de aquella escena.
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Al día siguiente, los rumores comenzaron y para el medio día, ya todo el mundo sabía del amorío entre Aurora Dagmar y el emperador Sovieshu. Algunos cuestionando la moral y supuesta lealtad que le tendría que tener a la emperatriz Navier, quien era perfecta frente a los ojos de la gente en general. El emperador Sovieshu ya tendría por hecho dos concubinas, teniendo a la emperatriz perfecta. La reputación del emperador cayó exponencialmente en el pueblo llano y la autoridad de la emperatriz aumentó. Otros se preguntaban si es que Aurora había hechizado al emperador para bienes propios, ya que era bien sabido que ella era una maga poderosa. Sin límite de capacidad. Luego habían unos pocos que se preguntaban si Rashta, la esclava que subió tan rápido a concubina, caería tan rápido como subió. Que si el emperador ya se aburrió de aquella mujer, quien tenía mucha belleza sí pero poca inteligencia o clase.
En aquel momento, Aurora y Navier estaban tomando el té en el jardín. Acompañado de algunos pasteles y dulces preferidos de ambas.
—Nuestro plan ha salido perfecto, todo el mundo dice que Rashta será expulsada con mi llegada. Que el emperador se aburrió de ella.—comentó Aurora.
—Cierto, me lo han contado. Sabes quiero reafirmarte algo.
—Dime Navier.
—Yo no tengo ningún problema con que estés con Sovieshu, después de todo vosotros dos erais la parejura del año. Y también porque creo que mi corazón puede que tenga otro dueño.
—¿Y quién puede que sea la persona que haya acaparado tu corazón?
—No lo sé aún, no conozco su identidad. Ya que solo nos estuvimos enviando cartas desde la celebración de Año Nuevo, a través de una ave dorada de su posesión.—dijo Navier, sacando algunas de los papelitos que se habían intercambiado.—¿Qué piensas de esto?
—¿Quieres que te de mi opinión?
—Claro, te tengo confianza plena, Aurora.
—Pues en ese caso, creo que sé quién es el remitente de las cartas pero no puedo estar segura.—comenzó diciendo ella, dejando sorprendida a la emperatriz.—Quizás tenga que ver el ave del anónimo.
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