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Prefacio

Cuando se miraba en el espejo, no se reconocía

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Cuando se miraba en el espejo, no se reconocía. Ese sentimiento de despersonalización, es decir, es el sentimiento de alteración de uno mismo o la sensación de que tu mente y tu cuerpo físico estuviesen separados. Así era como podía describir mejor la situación que sufría.

Permaneció en este pequeño pueblo lleno de misterios del Norte desde hacía dos años, por la enfermedad llamada "Fiebre letal" por los médicos y magos curativos. Pero para la gente común que vivían y morían en el pueblo sagrado, era "La Muerte". Técnicamente, era una descripción bastante acertada de la enfermedad. Empezaba como una fiebre normal, y pasado máximo diez horas morías. Una vez que tenías la enfermedad, si quien te trataba no era una persona muy talentosa. No vivirías.

Y ahí es cuando entraba ella.
Apodada como "El ángel caído en la Tierra" por haber salvado a muchas personas durante sus labores como maga curativa.

—¿Quién es el último?—preguntó ella, sentía que casi llegabas a la típica luz que veías al final del túnel.

—Por aquí, Lady Aurora.—guió uno de los más jóvenes voluntarios.

—Gerald Olympus.—musitó el nombre de esa persona.

Al haber estado tratando a tantas personas, conoció a muchas más. Y gracias a su excelente y perfecta memoria, recordaba cada nombre y rostro de sus pacientes. Incluso de aquellos que ya habían abandonado la Tierra.

—Dejarme hacer mi magia, deberías de iros todos.—comentó ella, los demás obedecieron sus órdenes y esperaron fuera de la tienda que se montó.

Quizás habían pasado ya dos horas desde que ella comenzó a trabajar, ningún sonido salía de la tienda y eso comenzaba a preocupar a todo el mundo que se encontraba alrededor de la carpa. Todos sabían para ese momento que era el último afectado por la plaga y si esto salía exitosamente, la plaga habría terminado. Tras haber salvado a la alteza real, la princesa Freya del Norte. Quien había estado enferma desde el nacimiento y revisada por muchos doctores reconocidos pero ninguno fue capaz de hallar la causa o una solución.

Esto debería ser pan comido para Lady Aurora, quien era reconocida como la mejor de los mejores magos curativos que habían existido nunca.

—¿Ella sigue ahí dentro?—preguntó Alnair.

—Si, dicen que lleva dos horas.

—Nunca se había tardado tanto en un paciente, ¿qué podría haber pasado?—susurro él. Con cierta preocupación pero a la misma vez no, ya que confiaba plenamente en las habilidades de Aurora.

Tan solo media hora después, la carpa se abrió y de ahí salió ella. Gerald completamente sano de nuevo la seguía por detrás. Lo había logrado, realmente consiguió e terminar esta enfermedad tan molesta. Lo único en lo que ella pensaba era:

"Finalmente podré regresar a mi hogar"

|•••|

Esa noche hubo una gran celebración en el pueblo sagrado de "Kern", y las noticias de este gran logro habían sido repartidas por todos los rincones de este continente de Wol. Todo el mundo estaba feliz, celebrando con tanta alegría y bailando y cantando a la vez en la plaza del pueblo. No se veía tantas risas y felicidad desde hace años en este pequeño lugar. Era realmente aliviador este hecho. Aunque Aurora no lucía exactamente alegre y eso, Alnair lo notó.

—¿Y a ti qué te ocurre?—preguntó él.

—He recibido una carta de Alistair.—comentó muy indiferente mientras bebía de la copa de vino que tenía en su mano.—No sabes cuánto lo odio y a la vez no. Él es...

—Alguien demasiado gris. Se de las cosas que hace y de su doble personalidad.

—Bueno, ya somos dos.

Para decir verdad, ella estaba completamente exhausta y no tenía energías para lidiar con el complicado de Alistair. El segundo problema, le arrebataba tanta energía. Además de que no le subía mucho los ánimos de que la primera carta que recibía en dos años fuera de él. En su corazón, realmente esperaba que Sovieshu le enviase alguna carta o algo por lo menos. Sentía que tal vez la olvido, estuvo dos años afuera cuando le prometió que solo serían meses o un año como máximo. Ella estaba triste y tenía un sentimiento de culpabilidad.

—Es especial, pero se obsesiona con las cosas que no debería de obsesionarse con.—ella dijo con una mirada vacía.—Y Sovieshu, lo amo pero no puedo pedirle que espere por mí. Además no me ha enviado ninguna carta como prometió que haría.

—Eso sí que es extraño, tal vez solamente no se arriesgó a hacerlo por la situación.

—Si, tal vez.

|•••|

Tuvo que pasar el trayecto de una semana entera para que ella pudiera llegar a la Capital. Kern era un pueblo muy alejado de las grandes ciudades tales como las capitales de imperios, había que cruzar caminos no concurridos para llegar hasta ahí. A pesar de todo, muchos creyentes de los Antiguos Dioses peregrinaban hasta ahí. Decían que era una forma de sentirse más cerca de ellos, porque la costumbre de esta religión se había perdido en el corazón de la gente. Y que tenían que encontrar alguna forma de hacerlo. Lo nombraron como el Pueblo Sagrado debido a que en manuscritos antiguos decía que este era el primer pueblo que creó HELENIA. La Diosa Antigua de la Creación.

Pero bueno, recapitulando, estaba acostumbrada a estos viajes debido a su pasado pero este se le pasó demasiado rápido. Cuando abrieron las puertas de la ciudad para ella, estaban la gente del pueblo amontonadas de un lado al otro. Llenas de gente que gritaban su nombre o le lanzaban flores como si hubiera vuelto de la guerra.

—No luces muy contenta de volver a la Capital.

—No es sobre eso Alnair, es que ya no se siente como casa.—comentó con desdén ella, viendo por la ventana.

Todo el mundo estaba tan feliz de verla de nuevo, era amada por el pueblo llano y la alta nobleza. Ya que creían que era una Santa que no haría nada malo nunca o jamás pecaría. La veían todo por sus buenas acciones de curandera y su habilidad de sonreír ante las masas. Era perfecta en los ojos de la gente.

 Era perfecta en los ojos de la gente

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𝐋𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐓𝐄 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora