Capítulo 2

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Edith limpiaba sus manos en un barreño de agua después de haber limpiado la paja de los animales y haberlos alimentado junto al joven sacerdote.

-¿Me enseñarás las escrituras Athelstan?

La chica lo escuchaba constantemente hablar de las escrituras y dibujos sagrados que confeccionaba el sacerdote todos y cada uno de los días. Después de varias semanas allí aún no lo había visto.

-Por supuesto.-El sacerdote sonrió mientras encerraba los animales.

Ambos habían congeniado bastante bien. Rezaban juntos, trabajan juntos y compartían historias.

Athelstan le había contado sus viajes a diferentes países, en lo que había difundido de la palabra de Dios, y ella le había contado una parte de lo indeseable que era su padre.

-No debes hablar así de tu padre. Es tu padre, hablar así de él es uno de los pecados.

Esa frase se la había dicho el sacerdote una vez mientras paseaban fuera.

Athelstan abrió un libro para enseñarle a Edith el último acabado. Pasó las manos por los dibujos y las letras, era una maravilla.

-Tienes un talento innegable.

-Todavia puedo perfeccionarlo.

-Nunca he visto algo igual, es precioso.

La chica se dirigió al que estaba abierto en el atril, aún estaba en proceso.

-Tienes un don.

El sacerdote sonrió. Pasaron un rato allí contándole como mezclaba plantas para formar los diferentes colores mientras ella le miraba con atención. Finalmente la estadía no estaba siendo tan horrible como había llegado a pensar.

-Me gustaría aprender algún idioma de esos que hablas. Uno, el que sea más complicado.

-Te llevaría mucho esfuerzo y tiempo.

-Créeme, tengo todo el tiempo del mundo.-Dijo sonriendo viendo un libro escrito en otro idioma que desconocía.

El resto de sacerdotes a veces miraban a la chica con un mal gesto, se murmuraba que Athelstan pasaba demasiado tiempo con la chica y siendo tan joven intentaban mandarle tareas en las que el joven no estuviese demasiado tiempo con ella.

A pesar de ello ambos encontraban el momento en el que seguir aprendiendo ese idioma tan extraño, el noruego.

-Ya sabes formar alguna frase, llevas poco tiempo pero aprendes rápido.

La chica se levantó, estaban en la sala donde confeccionaban los libros y miró por la ventana.

-Nadie vendrá a por mí.

-¿Por qué dices eso?

-Ya te lo he dicho Athelstan, mi familia me repulsa. No me quiere con ellos, es como si no fuera su hija.

-No digas eso, ellos te aman, quizás no te lo demuestran, o están pasando un mal momento, pero en su corazón te aman, dios no permitiría lo contrario.

-Agradezco tus palabras pero...

Las campanas comenzaron a sonar para la llamada a orar. El sacerdote le dedicó una última sonrisa y fue con los demás.

Comenzaron los cánticos mientras Edith se quedó en una sala donde debía orar a solas. Miraba la cruz de madera donde su Dios yacía muerto. Dió comienzo a sus oraciones, el día en el que cumplía 16 años y estaba sola. Al menos el sacerdote era su mayor apoyo. Aunque a él ni a nadie de allí se lo había dicho.

De un momento a otro comenzó a escuchar las campanas, sonaban sin tener que sonar, era una llamada de alarma. Fue a la puerta de madera para asomar la cabeza, los sacerdotes gritaban y corrían despavoridos. Su corazón comenzó a bombear rápido, ¿Qué estaba pasando? Volvió a cerrar la puerta, miró a todas partes para ver dónde esconderse. Detrás del altar.

Entre vikingos  //Ragnar Lothbrok// //Ubbe Ragnarsson// //Ivar Ragnarsson//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora