Capítulo 11

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La marcha de Lagertha había sido notoria para Edith. La chica practicaba con Athelstan en su lugar para luchar, pero en la casa comunal la princesa Aslaug la trataba como una esclava, aunque tristemente lo era en el fondo, pero sentía que esa mujer tenía un resentimiento contra ella como si hubiese hecho algo malo contra ella.

-Quizás crea que estabas de parte de Lagertha y que la puedes traicionar en cualquier momento.

-Es que estoy de parte de Lagertha. No creo que esa mujer y yo lleguemos a tener una relación tan cercana como tuve con Lagertha. En estos años no ha habido ni una buena palabra hacia mí. Lo único bueno que la rodea es su hijo, Ubbe es un niño tan bueno.

La chica caminaba al lado de Athelstan volviendo de su entreno en el bosque. Sonrió al recordar al niño que estaba a su cuidado salvo cuando Aslaug le mandaba alguna tarea o cuando iba a practicar con Athelstan.

Ella y Ragnar en esos años habían tejido una relación tan cercana que en ciertos momentos sintió que el hombre tenía un interés más allá de lo que quería aparentar. Desde ese día en Uppsala, donde ambos se besaron, no había vuelto ninguna situación parecida.

La chica se dirigió a los establos cuando Athelstan se fue a la sala comunal para ir a cenar.

Edith se distraía siempre allí, amaba dar de comer a los caballos pero se sorprendió al ver a Ragnar allí, sentado en el suelo pensativo. El vikingo la miró al escuchar los pasos y ella tan solo se limitó a quedarse quieta.

-Perdón Ragnar, no quería molestarte.

-No me molestas Edith.

Ella se acercó a un caballo que había cerca de él y lo acarició.

-¿Ocurre algo Ragnar?

-Tan sólo buscaba algo de tranquilidad por un momento, llevo todo el día escuchando peticiones del pueblo de Kattegat.

-Tan sólo buscaba algo de tranquilidad por un momento, llevo todo el día escuchando peticiones del pueblo de Kattegat

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El hombre se levantó y acarició al caballo mirando a la chica. Después de estos años ella ya era una mujer, una que aún no había tenido oportunidad de conocer a un hombre. Al menos que él supiera.

Los ojos marrones de ella eran tan profundos como la tierra del bosque. El pelo casi negro como la noche y la piel pálida casi como la nieve. Sus labios rosados, carnosos y de un tamaño perfecto para su rostro, y esas curvas que se intuían debajo de esa ropa volvían loco a más de un vikingo. Pero ella estaba bajo la protección del Conde Ragnar, por lo que era imposible que alguien se acercase a ella sin que el Conde lo supiera.

Edith subió la vista para comprobar que Ragnar la miraba mientras acariciaba al caballo. La trenza larga del hombre llamaba siempre la atención, a pesar del tiempo que llevaba en Kattegat no estaba acostumbrada.

-¿Has practicado con Athelstan?

-Sí, hemos pasado la tarde en el bosque.

-Deberías practicar conmigo.

Entre vikingos  //Ragnar Lothbrok// //Ubbe Ragnarsson// //Ivar Ragnarsson//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora