Edith, segunda hija de Aelle de Northumbria, llega a tierras vikingas, Kattegat, donde conocerá el miedo, la esclavitud y el amor. Después de vivir una vida acomodada se encuentra con un desafortunado asalto donde conocerá a Ragnar Lothbrok, un viki...
Aquel día Ragnar tenía todo planeado. Con la ayuda de los suyos tenderían una trampa a Horick que había conspirado contra él.
Edith participó en esa lucha contra Horick a pesar de no estar completamente bien en cuanto a su ánimo. Aunque quizás serviría para volcar esa furia contra ellos.
Su hacha se clavó en un hombre con furia, la sacó y terminó en la cabeza de otro que iba a atacarla. Llegó donde estaba Torstein que se descubrió la cara cuando Horick entró. No había fallecido simplemente tomó unas hierbas para parecer que había muerto.
Floki había sido leal a Ragnar. El Conde salió y vio que junto a Horick estaba también Leif. La mano de Edith parecía temblar, quizás por rabia contenida para no atacarle en ese mismo momento.
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-Ragnar, si eres capaz de tener clemencia, perdona a mi hijo.-Pidió Horick.
El crepitar de las llamas era el único sonido en ese momento. Ragnar permanecía callado.
Cuando el rey se fue acercando a Ragnar, Lagertha lo atacó, seguida de Torstein y Edith. El hombre caminaba hasta arrodillarse ante Ragnar.
Siggy le dio ese puñal que el rey le había dado para asesinar a Aslaug y a sus hijos. Una vez arrodillado Horick todos salieron, llevaban preso a Leif.
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Clavó el cuchillo y dio un cabezazo a ese hombre para tirarlo al suelo, agachándose él también para darle cabezazos hasta lograr terminar de matar al rey. Luego cogió una silla y le golpeó con tanta rabia que gritó, el cuchillo lo clavó en tantas ocasiones que Edith perdió la cuenta. Había perdido la noción de que Horick yacía muerto desde hacía rato en el suelo.
Ragnar tan solo pensaba en que había estado en peligro, su familia, sus amigos y Edith que había sido violada por uno de los hombres de Horick.
Cuando se levantó, la chica le miraba con los ojos llorosos, sabía qué había detonado ese comportamiento tan salvaje, y se lo agradecía.
Ambos salieron para ir donde estaba retenido Leif. Allí, con unas cadenas en las muñecas, permanecía sentado en el suelo
Ragnar tenía sangre en la cara de Horick y su imagen asustaría al guerrero más valiente de toda la tierra.
