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— Ah..

Kuroo soltó un pequeño suspiro. Su mano temblaba y su respiración estaba agitada debido a la reciente situación.
Su madre se había ido a casa de Hinata, quien descansa con su pareja tranquilamente estando bastante acaramelados, abrazados entre ellos mientras las frases dulces salían de boca de ambos.

— Ah.. Eres tan cálido. Me encanta.— se acurrucó.

— Eres una bolita buscando calor siempre. Te gusta, eh.

Kageyama rió, mientras besaba suavemente los labios de su pareja hasta sentir el timbre sonar. Estaban solos, pues sus padres estaban de viaje constantemente debido al trabajo. Ya llevaban casi dos meses en viajes, mientras solo pasaban un día en casa y luego se volvían a ir, así que habían aprovechado para pasar un tiempo juntos después de clases. Tiempos tanto dulces como calurosos.

— ¿Vamos los dos?

El timbre sonaba con insistencia, así ambos fueron sin responder a la pregunta.

— ¿Señora? — preguntó confundido. — ¿Qué sucede? ¿por qué está así?

— A-Ayudame, por favor. — La mujer temblaba.

Hinata simplemente le dejó entrar. No se negó en lo absoluto, y bueno, jamás lo haría.

— Tome.. — Kageyama dió un vaso de agua.

— Gracias. — Suspiró, tomando el vaso de agua.

— Por favor, cuénteme lo que sucedió.

La mujer empezó a contar todo lo sucedido. De como estaba su pareja, de como estaba Kuroo, de quien la había mandado para ese lugar..
Hinata se mantuvo callado unos segundos, cubriendo así su rostro. Sabía que pasaría tarde o temprano, pero jamás pensaba que Kuroo haría eso, ¿el realmente estaba ayudando a su madre a estar segura? no podía creerlo.

— Entiendo.. — Tomó sus manos. — Se quedará una noche aquí, ¿si? luego irá a un lugar, donde estará segura.

— ¿A otro lugar? Oh.. — Bajó su mirada. — Quisiera regresar a casa, pues están mis hijos.

— Kuroo estará bien. Su pequeño bebé.. Es difícil que le haga daño, pues nunca tocan a los cachorros.

— Hinata tiene razón. Nos aseguraremos de que sus hijos estén bien. — Agregó Kageyama.

Kageyama no estaba mucho en el tema. Apoyaba el tema, y siempre que Hinata deseara su ayuda lo cumpliría pero fuerq de eso, mucho no hacía ya que Hinata siempre quiso que fuera algo de omegas y solamente de ellos.

— ¿Seguro? Ah, tengo miedo. Podría volver, yo realmente aguantaré si me vuelve a golpear.

La mujer estaba nerviosa. Miraba para todos lados, mordía su labio, rasguñaba sus manos y su pie golpeaba constantemente en piso.

— No, no aguantará esas cosa. Tu estarás bien, y aunque estar ocultos no es tan.. Bien. — Rió. — Estamos a salvo, por mientras. Mejoraremos, y saldremos libres sin estar más en peligro.

La mujer se quedó callada. No podía hablar mucho realmente, tampoco le dejaba su propia voz hablar demás así que agachó su cabeza.

— ¿Quiere descansar un poco? Duerma, por favor. Luego le daremos algo para comer.

— No quiero ser molestia. — Murmuró.

— No lo será, tranquila. — Asintió, levantándose. — La llevaré a una cama.

— Gracias.

Fue lo único que dijo. Luego se levantó junto a Hinata para dejarse guiar. Hinata tenía una habitación la cual anteriormente ocupaba Kenma las veces que se escondía para estar en tranquilidad, aunque generalmente terminaba en la cama de Hinata, ambos abrazados.

Un sentimiento de culpa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora