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—¡¿Realmente vas a seguir mirándome así?!

Muerdo la galleta con rabia sin despegar mis ojos molestos de Lila. Incluso si ha pedido disculpas varias veces, es imposible que vuelva a tener un buen día hasta una semana después de lo sucedido.

—Deberías agradecer que no te estoy asesinando con esta galleta.

Lila se inclina hacia mí y forma un puchero con sus labios mientras toma mis manos con súplica.

—No pudo haber sido tan malo. —alega.

Golpeo sus manos logrando que suelte las mías y río con sarcasmo.

—Oye, ¿Te parece poco la humillación de haber terminado en la empresa de la persona que tantas veces me desacreditó en el pasado?

—¿Por qué sigues pensando en eso? Era un joven inmaduro.

—¡Y ahora es el dueño de la editorial con la que me quieres hacer firmar! ¿Qué sigue en la lista de cosas por las que ese patán me hará sentir inferior?

Resoplo con frustración. Realmente era la última persona que esperaba ver.

¿Por qué tuvo que volver a mi vida? Fueron los 6 años más felices mientras estuvo ausente y ahora… ahora vuelve a poner las cosas al revés.

—Sunnie.

—Además, ¡¿Por qué no me dijiste que Heartless era el heredero de los Paltrow?!

—¡Porque cuando intenté decirte hace años juraste que no querías saberlo!

—¡Pudiste haber insistido! —reprocho.

Su mano se acerca a mi frente y la golpea, un quejido sale de mis labios.

—¿Ahora también vas a hacerme culpable por eso? Eres terrible…

Ni siquiera respondo a eso pues es obvio que se trata de un acto de victimización por su parte para que logre perdonarla.

—Uhm, está bien. —hablo—. Puedes dejar de fingir que estás dolida, eres horrible como actriz.

Vuelve a inclinarse hacia mí con una gran sonrisa en su rostro.

—¿Eso significa que firmarás con Lederkt?

—No lo haré.

Mi respuesta borra cualquier expresión de su rostro.

—¡¿Por qué?!

Suspiro y vuelvo a acomodar mi espalda en el respaldo de la silla. Observo a Lila que espera impacientemente una respuesta y hablo:

—Heartless y SnowFlower… son dos nombres que nunca se podrán escribir la misma página.

Lila intenta reprocharme pero es ignorada porque inmediatamente entra una llamada a mi teléfono. El tono es identificable así que lo tomo con prisa y contesto con gran emoción.

—¡Estaba a punto d-

—¿Puedes venir a verme ahora? Tengo algo para ti.

Mis ojos se iluminan ante sus palabras y asiento frenéticamente aunque no me pueda ver.

—¿En el café de siempre?

Lila frunce el ceño, segura de saber quién se encuentra al otro lado de la línea. Espero su contestación y luego cuelgo la llamada recogiendo mis cosas con prisa.

—Oye, ¿Otra vez estás haciendo el trabajo por él?

Habla tan fuerte que temo que alguien pueda escucharla. Vuelvo a sentarme y pido en un gesto que haga silencio.

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