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Es difícil descifrar si mi vida se ha convertido en una tragedia o un show de comedia bastante deplorable. Lo que sí es seguro, es que las cosas se han tornado peor de lo que esperaba.

Luego de aquella presentación, no pude evitar estar molesta al descubrir que no hay nada en ella que pueda odiar. Es solo una chica simpática a la que intento encontrar algún fallo para justificar lo que siento.

Lo que siento… incluso sigo hasta el día de hoy sin poder darle un nombre a las nuevas emociones que crecen dentro de mi pecho. Su presencia en la empresa los últimos días no ha sido más que un extra a los tortuosos escenarios que me he visto obligada a seguir para lograr mantener a Jay lejos de mí.

Pedir otro editor, hacerle llegar cualquier documento con el señor Heiken, fingir estar ocupada cada vez que venía directamente a mi escritorio alegando tener que ir a cualquier lugar solo para que no siguiera.

Lo que me hace sentir más culpable es el hecho de que sin importar cuánta distancia inten6té poner sin medir mis palabras o mis actos, él parece incapaz de volver a odiarme y cada día regresa, olvidando los sucesos del día anterior. El nombre de Elene es ahora mismo el sonido más común dentro de la editorial. No importa dónde vayas, siempre escucharás a alguien halagando su belleza, talento o la buena pareja que hacen ella y el señor Paltrow.

Todos los días van a comer juntos, ella trae café para él y él la lleva a casa.

Pero ni siquiera puedo molestarme porque todo eso sucede luego de que él me invite a comer, traiga un café amargo para mí el cual voy a rechazar, e intenté quedarse hasta tarde igual que yo solo para llevarme a casa.

Cada una de estas acciones termina en rechazo, momento que aprovecha Elene para cambiar la situación a su favor y yo, me limito a mirar.

Todos trabajan en silencio y agradezco genuinamente que, incluso si están intrigados y desean saber qué sucedió entre ambos para que no quiera ni mirarlo, nadie me obliga a tener una conversación al respecto.

Una puerta se abre y cierra con violencia, pero mantengo la vista fija en las palabras que van apareciendo sobre la pantalla a medida que escribo.

Un caro perfume llena mis fosas nasales justo después de sentir unos pasos caminar hacia mí. Los finos zapatos son reconocidos de inmediato.

—Sunnie.

Sintiendo la atención de todos sobre nosotros, decido mirarlo. Por un momento me sorprendo al notar que ya no lleva el broche, pero no digo nada.

—Debo ir a la casa del señor Lecker para arreglar algunos asuntos, me pidió personalmente que fueras conmigo. Dijo que tiene algunas cosas que quisiera darte.

No puedo ocultar la emoción que me invade, por lo que sonrío abiertamente. Jay hace lo mismo, por primera vez en semanas, vuelve a verme sonreír en la oficina.

—¿Es cierto? —pregunto, sin poder creerlo.

—Uhm. Juro que no estoy mintiendo para que me acompañes. ¿Vamos?

—¡Claro que voy!

Luce feliz al ver que no me niego a hacerle compañía. Recojo mis cosas con prisa para no hacerlo esperar, pero a él no parece importarle en lo más mínimo si lo hiciera.

Llegamos al ascensor y justo cuando sus puertas se abren, nos topamos con dos personas que al parecer, tienen planes distintos a los nuestros.

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