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—Esto es tan relajante, ¿No es así?

Jay se limita a sonreír mientras sigue peinando mi cabello. Mi cuerpo está sentado en el suelo de su sala mientras él está sobre el sofá, inclinado ligeramente para tener un mejor alcance de mi pelo húmedo.

—Es relajante para ti, mis manos están acalambradas de tanto desenredar tu cabello, ¿Hace cuánto no te peinabas?

Pellizco su pierna, haciéndolo quejar.

—Tú solo peina.

—Dictadora…

Sigo escribiendo en mi computadora con prisa, intentando terminar el trabajo a tiempo.

—Está hecho. —comenta Jay.

—Gracias. —agradezco, dejando un beso en su rodilla y volviendo a trabajar.

Él decide permanecer en la misma posición y yo no hago ningún intento de moverme.

—Sueles pasar mucho tiempo aquí a menudo. —comenta—. Incluso hay más cosas tuyas aquí que las mías.

—¿Cómo lo sabes?

—No creo haber comprado una manta de Hello Kitty.

Reímos.

—Entonces, ¿Estás pidiendo que no vuelva?

—Estoy diciendo que soy feliz de tener tus cosas por toda mi casa. Se siente como si este lugar volviera a tener vida.

Me giro hacia él brevemente y observo su rostro con atención mientras lo veo explorar todo el lugar con nostalgia.

—Entonces debería venir más seguido aquí. —alego, para luego volver a escribir.

Se mantiene en silencio por algún tiempo pero luego responde:

—También podrías venir a vivir conmigo. —mis dedos se detienen, ni siquiera tengo el valor de girar hacia él—. Sería más fácil para ir juntos al trabajo, también podrías mover las cosas de tu habitación a la mía y podría convertir el cuarto de invitados en una oficina para que puedas escribir.

Me mantengo en silencio, consciente de que la respuesta que quiero dar no es lo que espera.

—Jay, n-

—No te preocupes. —me interrumpe antes de que pueda girarme para verlo y se pone de pie—. No necesito una respuesta ahora, puedes pensarlo todo el tiempo que quieras, seguiré esperando aquí de todos modos.

Sin dejarme decir algo, se aleja de prisa hasta su habitación.

Resoplo.

—Tan infantil...

***

La reunión de fans se encuentra abarrotada de público, tanto las chicas como yo estamos sentadas en un gran sofá sobre el escenario mientras el presentador espera el momento adecuado para iniciar la entrevista.

De un momento a otro, la algarabía se incrementa considerablemente dejándonos a todas curiosas al descubrir que no es por nosotras.

Erika aprieta mi mano con fuerza y me obligo a mirarla.

—Él realmente está aquí…

—¿Quién?

Mi pregunta se responde cuando Susie aprieta mis mejillas y gira mi rostro hacia la entrada, la sorpresa hace que mi boca se abra ligeramente. Tanto los camarógrafos como los lectores toman millones de fotos e intentan llegar hasta los dos famosos y reconocidos hombres que ingresan al lugar.

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