4

555 99 5
                                    

Las miradas caen sobre la chica desconocida que luce una vestimenta elegante, tacones y un rostro con un delicado maquillaje natural. No hay gafas ni gorra, solo un fino bolso sobre mi hombro derecho y una seguridad que quizá nunca supe que podía tener.

Respiro profundamente y me dirijo al interior. Voy directo a la recepción donde me observan con curiosidad al no saber quién soy.

—Bienvenida a Lederkt. —habla la chica amablemente.

—El señor Paltrow, ¿Está aquí?

Los demás trabajadores que están a nuestro alrededor empiezan a mostrar curiosidad en mi persona luego de mencionar aquel nombre.

—Disculpe pero… ¿Quién es usted?

Su curiosidad es respondida cuando extiendo sobre la mesa la tarjeta VIP que me entregó el señor Heiken para cuando quisiera darle una respuesta. Los ojos de la chica se abren exageradamente y vuelve a mirarme.

—¿Usted es…?

—SnowFlower. ¿Ahora sí puedo ver al señor Paltrow?

Las puertas del ascensor se abren y camino hasta el ya visitado lugar. Los chicos se sorprenden con mi presencia y empiezan a murmurar con curiosidad al verme caminar hacia la sala de juntas. Justo cuando estoy por llegar a esta, la puerta es abierta mostrando al señor Heiken, que sale rápidamente para recibirme.

—SnowFlower.

—Sunnie. —digo.

Se muestra curioso.

—¿Cómo?

—Puede llamarme Sunnie. Sunnie Millers. —extiendo mi mano y poco después, acepta el saludo—. Si voy a trabajar aquí, todos deberían saber mi nombre.

La emoción deslumbra en su rostro al escuchar mis palabras.

—¿Eso significa que usted…?

Llevo mi vista hacia la puerta detrás de él y la señalo.

—¿Está el señor Paltrow dentro?

—¿Debería acompañarla? —pregunta.

Sonrío con sinceridad y un poco de malicia.

—Creo que debería ir a buscar un contrato.

La tensión en el ambiente se puede palpar sobre el silencio que nos arropa. El contrato se mantiene frente a mí mientras Jay juega con el bolígrafo. Ambas miradas reflejando un odio mutuo y lo poco que queremos compartir el mismo lugar.

El señor Heiken decide intervenir buscando alivianar la situación.

—¿Quieren un caf-

—¿El insulto de ayer te hizo sentir valiente? —Jay lo Interrumpe.

—Digamos que fuiste de mucha ayuda. Parece que no solo sirves para tener una buena cara.

Sonrío pero no dura mucho cuando él también lo hace.

—El hecho de que tú forma de insultarme incluya destacar que tengo un buen rostro, aumenta cada vez más mis expectativas.

—¿Expectativas de qué?

—Sobre las pocas neuronas que aún funcionan en tu cerebro.

Mis puños se aprietan y controlo mis instintos asesinos, pues no es la manera en la que planeo vengarme de él.

Ofrece el bolígrafo y cuando estoy a punto de tomarlo, lo retira.

—Estoy ansioso por ver cómo fracasas y de paso, dejas de vivir en un cuento de hadas.

En la misma página [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora