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—¿Por qué has ido a quedarte en casa? ¿Acaso hay algún problema entre ustedes del que no me quieras hablar?

La insistencia de mi madre en saber la razón por la cuál volví a mi antiguo departamento, me obliga a dejar de sacudir el polvo de las cosas y tomar el móvil del agarre entre mi hombro y mi oreja.

Inventar una excusa no es tan fácil para mí en este momento pero logro salir ilesa.

—Jay estará trabajando con algunos socios durante unos días, no quiero ser un impedimento para ellos.

—¿Estás segura cariño? —respondo positivamente—. Sabes que puedes hablar sobre las cosas que te mantienen preocupada, ¿No?

—Lo sé, solo no hay nada que quiera contarte.

—No lo digo por mí.  —afirma—. Cuando estamos en una relación,  debemos pensar lentamente cómo evitar los problemas y en caso de que lleguen, hablar,m y comprender el motivo de accionar de los demás es el primer paso para aprender que no todos vemos el mundo de la misma forma.

Incluso sin haber mencionado nada sobre el tema, cada uno de mis padres conoce bien al hijo que trajo al mundo aunque este no se exprese.

—Uhm, voy a tomarlo en cuenta.

Me despido de mi madre y cuelgo.

Cuando las cosas están totalmente arregladas decido darme una ducha e ir a la cama que, a pesar de que fue mi lugar de descanso por mucho tiempo, me hace sentir vacía cuando el insomnio me invade y mi mano acaricia un espacio vacío a mi lado.

Las penas, poco después me ayudan a conciliar el sueño.

***

Salgo del edificio un tanto desanimada hasta que mi paso se ve cortado por la persona vestida de traje que espera pacientemente mientras revisa su teléfono. 

—¿Qué hace aquí?

Al notar mi presencia, guarda el móvil y sonríe con amabilidad mientras abre la puerta trasera del vehículo.

—Vine por usted, señorita Sunnie.

Mi ceño se frunce e intento mirar a través del cristal para confirmar si hay alguien más sentado en el asiento del copiloto. El señor Heiken no se impacienta en lo absoluto por mi actitud y espera que resuelva las cosas en mi cabeza, con calma.

Señalo el vehículo y luego a él.

—Pero, ¿Por qué usted…?

—Antes de que viniera a la editorial, también era el chófer del señor Paltrow, nunca usó sus vehículos personales para ir al trabajo pero luego de que usted llegó, supongo que quiso manejar el mismo para poder pasar tiempo a solas.

No entiendo la razón por la que dice aquellas cosas y dudo en subir al vehículo, sin embargo, considero que es la única persona capaz de responder mis dudas en caso de que pregunte.

Cuando me ve caminar hasta el vehículo, sonríe con satisfacción.

***

Me mantengo mirando por la ventana durante todo el trayecto, incapaz de pensar en algo con claridad.

—Señorita Sunnie, puede pedirme cualquier cosa que necesite, lo conseguiré para usted de inmediato.

—Aún no me ha dicho por qué fue a buscarme.

Puedo verlo sonreír a través del espejo retrovisor, consciente de que no lo iba a dejar pasar.

—El señor Paltrow no es un hombre de clima, ni siquiera le importa el tráfico. 

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