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¿Es esto lo que algunos definen como “Estar en uno mismo”?

No sabría qué nombre darle a la chispa de inspiración que se ha apropiado de mí en estos días. Golpeo con fuerza la tecla donde se encuentra el punto para darle fin al capítulo y sonrío con satisfacción al descubrir lo mucho que he adelantado la historia.

Tomo de mi café hasta que un grupo de adolescentes se colocan frente a mí con genuina emoción.

Las observo con curiosidad hasta que noto los libros que sostienen fuertemente entre sus manos.

—¿Puede darnos su autógrafo?

—¡Somos sus fans!

—¡Necesito vivir una historia de amor como las que escribe!

—¡SnowFlower es fantástica y también es hermosa, usted lo tiene todo!

Sonrío genuinamente y mis ojos son invadidos por un brillo descomunal mientras asiento y tomo cada uno de sus libros para firmarlos. Nos tomamos algunas fotos y luego se despiden, dejando mis ánimos bastante aumentados.

Termino de tomar todo mi café y luego decido volver a escribir.

Aprovecho cada momento del día para plasmar las ideas en el instante en que llegan. Últimamente he recibido ideas mientras estoy en la cocina, en la madrugada e incluso mientras estoy en el baño.

¿Es este aumento de creatividad la forma en que mi cerebro me mantiene ocupada del caos?

Incluso aquello me ha ayudado a colocarme un paso por delante de Heartless.

***

Regreso a la oficina y saludo a todos los chicos antes de intentar tomar asiento sin lograr tener éxito, pues soy llamada por alguien para ingresar a la oficina del señor Paltrow.

No hay forma de mencionar su nombre sin que haga alguna aparición.

Doy tres toques en la puerta y la voz en su interior me invita a pasar. Sostengo un sobre naranja con fuerza mientras me dirijo a su escritorio pero no tomo asiento.

Aquella mirada solo indica sus intenciones de hacer o decir algo que pueda perjudicarme.

—El manuscrito, ¿Cuándo pretend-

Coloco el sobre frente a su cuerpo causando que retroceda un poco por el impacto del documento sobre la mesa.

—Aquí está.

Sonrío y él solo asiente mientras lo toma.

—Espero que hayan 10 capítulos como pedí.

—Es la mitad del libro.

—¡¿Qué?!

Se da cuenta de su reacción y finge una tos para luego arreglar su corbata.

—Voy a leerlo ahora.

Asiento brevemente y luego doy media vuelta, dispuesta a irme.

—¿A dónde irá ahora?

Su pregunta me llena de intriga y hace que me gire de vuelta a él.

—Yo… Iré a comer con los chicos. ¿Por qué…?

—Yo… —dura algunos segundos mientras busca en su mente alguna prueba—. ¡Necesito que firme algunos libros!

—Ya lo hice.

—¡¿Eh?!

La tranquilidad de mi respuesta es acompañada por el movimiento de mi dedo índice hacia un rincón de la oficina donde un montón de libros se apilan.

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