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—Las noticias siguen apareciendo de la nada. No sabemos de dónde saca las informaciones, tampoco hemos podido dar con la dirección IP.

El señor Heiken habla con cansancio, pues los últimos días se han basado en esto. La puerta de la oficina permanece abierta lo que me permite ver a las chicas recoger sus artículos más importantes para ir a casa.

Jay aprieta mi mano para brindar soporte, actitud que ha mantenido durante estos días sin darse cuenta de que cada vez que pide que vaya a dormir en paz y luego él va a la oficina hasta el amanecer intentando encontrar una solución, lo escucho sollozar mientras lo acompaño en su dolor discretamente a través de la puerta.

—¿Pudo hablar con el señor Cruen?

La mención de aquel apellido por parte del señor Heiken capta mi atención.
¿Él también lo sabía?

Jay ve al señor Heiken y asiente, luego me mira a mí.

—Muchas de las noticias que han estado vendiendo son cosas que una cantidad limitada conoce. —explica—. La única persona que tendría motivos para apuñalarme de ese modo con mis asuntos personales, es Elene.

—¿Confesará? —Jay niega y mi actitud decae.

—Fui a su casa e intenté convencerla. Dijo que solo lo haría si aceptaba casarme con ella. —mi ceño se frunce—. No me mires así, incluso si no me caso contigo, nunca lo haría con ella. Sus límites fueron destruidos junto a su moral.

—Sé que no aceptarías, tampoco es como si fuera a dejarte hacerlo.

Jay se ruboriza y empieza a dejar besos por todo mi rostro logrando que me ponga tímida. Nos olvidamos por completo del señor Heiken hasta que este tose, pidiendo que nos detengamos.

Intento alejar a Jay pero me aprieta entre sus brazos mientras ve al señor Heiken con un puchero. Actúa como un padre defendiendo a su cría.

—¿Qué te pasa?

—¿He dicho algo? —el señor Heiken finge no estar al tanto.

Jay lo señala y luego besa mi mejilla.

—La primera vez que pasé por algo así solo lo tenía a usted, ahora tengo a alguien más a mi lado, ¡Deja que me quieran un poco!

Río antes de que Jay esconda su cabeza en mi pecho como un niño pequeño. El señor Heiken niega, acostumbrado a las actitudes de su jefe. Un poco más tarde susurra:

—No me pagan lo suficiente…

—¿Le aumento el sueldo?

Golpeo el abdomen de Jay.

—Señor Heiken, puede continuar.

Al decir esto, Jay calla de inmediato y el señor Heiken lo agradece. Luego nos ve a ambos con seriedad y explica:

—Los inversionistas consideraron el mantener las inversiones si las noticias sobre ustedes podían controlarse, el problema es que, ahora no son solo ustedes quienes están saliendo perjudicados.

Ambos nos miramos con preocupación.

El señor Heiken nos muestra los encabezados donde no solo le habla mal de nosotros, sino también de Lila y su padre, las chicas, el mismo señor Heiken y el padre de Jay.

El señor Heiken continúa:

—No solo se han retirado las inversiones de la editorial. Muchos de los socios han estado exigiendo que el presidente ceda sus partes, no quieren que si los Paltrow siguen al mando, todos ellos también se vean perjudicados con noticias como estas. —mira a Jay y se inclina—. Todos nuestros libros han sido retirados de las librerías, se nos ha prohibido la visita a cualquier programa. Las cuentas de Writtuk están siendo bombardeadas por los haters. Perdóneme señor pero esta vez, no creo que pueda salvarlo.

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