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—Por fin podré descansar un poco este fin de semana…

Al susurrar para mí misma, veo a los chicos que al igual que yo no han podido tener el descanso suficiente. Las dos últimas semanas han sido tan fuertes para nosotros como escritores, que ni siquiera quiero imaginar cómo se habrán sentido los demás departamentos de la editorial.

El motivo de tanto ajetreo se debe a los venideros concursos de escritura que abren dentro de poco tiempo, eventos donde no solo nosotros tenemos que lucirnos como escritores, sino también la editorial, en términos de promoción y ventas.

Aunque Jay intentó sacrificarse con tal de echarnos una mano, tuve que negarme inmediatamente propuso contratar más empleados solo para llevar la carga. Aunque la idea parecía factible ante sus ojos, pensar que luego tendrían que ser despedidos sin ninguna queja, no era una acción muy de mi agrado.

Incluso si fue difícil convencerlo, llegamos a un acuerdo donde prometió solo venir a ayudarnos cuando estuviera libre de sus responsabilidades tanto en la editorial como en las demás empresas de su padre.

Es así como con empeño y la dedicación de todos, perdiendo horas de sueño y la capacidad de volver a casa, hoy cada departamento tiene la felicidad de poder tener una última reunión antes de poner en marcha el proyecto.

Río un poco al darme cuenta de que Binnie aún lleva su pijama puesta y Eleanor incluso trajo a su gato hasta la editorial.

El señor Heiken sale de la sala de juntas y camina a nosotros con emoción. Todos intentamos aguantar la risa al darnos cuenta de que, a pesar de llevar su traje habitual, son unas sandalias estilo playa lo que lleva en los pies, en lugar de sus mocasines.

Frunce el ceño al notar nuestras expresiones así que nos obligamos a cambiarlas completamente.

—El señor Paltrow los espera en la sala de juntas.

Asentimos, luego tomamos nuestros documentos y seguimos sus pasos de inmediato.

***

Al entrar en la sala de juntas, intento caminar hasta mi habitual asiento pero el señor Heiken me detiene, para luego señalar la silla del lado derecho de la cabecera. Todos quedan estupefactos.

—El señor Paltrow… pidió que se sentara aquí.

Maldigo en mi interior mientras los chicos murmuran, con sorpresa. Si hay algo que todos saben, es que el señor Paltrow siempre se sienta en la cabecera y a su izquierda, el señor Heiken. La silla a su derecha permanece vacía para mantener la distancia entre jefe y empleados.

Jay ingresa al lugar e inmediatamente todos callan, observa a sus escritores con curiosidad y luego el lugar al que señala el señor Heiken. Cuando encuentra mi mirada asesina no sabe cómo actuar., solo tose sin control y toma asiento.

—¿No se van a sentar? —trata de huir de mí—. ¡Siéntense!

Un poco dudosos, todos deciden hacerle caso y se sientan, incluso yo. Es mejor dejar pasar esto que crear un escenario que pueda exponernos aún más. Una vez sentada, Jay intenta tomar mi mano por debajo de la mesa pero lo único que obtiene es una fuerte pisada sobre sus zapatos caros. Cubre su boca evitando gritar mientras se retuerce en secreto, pero no se lo dejaré pasar.

—¡Oh, no! ¿Se encuentra bien, señor Paltrow? —me fulmina con la mirada y evito reírme—. ¿Qué acaba de pasar?

Todos observan esperando una respuesta, el señor Heiken ríe discretamente mientras prepara la bandeja de café, sabiendo exactamente lo que acaba de pasar.

—Yo… estoy sufriendo de acidez.

Los chicos asienten y continúan preparando sus documentos. El señor Heiken coloca una bandeja frente a su jefe para que este prepare la bebida a su gusto, pero lo que desconcierta a todos es cómo únicamente sirve café en una taza y en lugar de tomarla, la coloca frente a mí. Solo después de eso es el momento en que reacciona y se da cuenta de lo que acaba de hacer. Su mano aún sobre la taza es retirada cuando nota la mirada de todos sobre él.

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