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Desde que las puertas del ascensor se abren, un silencio poco acogedor arropa todo el piso. Me dirijo hacia el área de trabajo y dejo mis cosas en el escritorio mientras trato de ignorar el cómo los chicos murmuran a mis espaldas. Sé que deben pensar que soy patética o que estoy perdida, así que evito hacerme pensamientos negativos sobre lo que dicen, consciente de que ante sus ojos solo soy una vil víctima de su egocéntrico jefe.

Me giro bruscamente y todos guardan silencio. Me alejo del lugar en dirección al baño dejando a Susie con una media palabra mientras intenta llamar mi atención, pero es ignorada.

Me encierro en uno de los cubículos y dejo escapar el aire de mis pulmones como si hubiese estado toda una vida sosteniéndolo en su interior. Recuesto mi cuerpo contra la pared de metal que separa un cubículo del otro.

Buscar la valentía de volver al trabajo fue lo bastante difícil para mí, así que no puedo fingir que la vergüenza no me invade al recordar el modo en que fui tratada el día de ayer. Luego de 5 minutos lamentando mi existencia decido abandonar el pequeño espacio para volver a trabajar. Lavo mis manos y observo mi reflejo. La chica insegura que se refleja en él intenta dibujar una sonrisa en su rostro mientras practico cómo mantenerla en él, sin éxito.

—Eso es todo, Sunnie. Solo sal allá afuera y trabaja.

***

Me muevo con pies cansados de regreso a mi escritorio, no sé cuánto tiempo estuve caminando con los ojos cerrados pero cuando decido abrirlos encuentro todo el lugar vacío.

—¿Dónde están todos…?

—Señorita Sunnie.

Me giro hacia el lugar del que proviene la voz para toparme con un sonriente Señor Heiken que, a pesar de todo lo sucedido ayer, parece dispuesto a dejarlo pasar. Sin embargo, el frío hombre a su lado mantiene aquella mirada juzgadora sobre mí mientras sus brazos se cruzan sobre su pecho, cubriendo parte del traje de color gris que ha decidido vestir el día de hoy.

Si no fuera tan antipático, incluso podría darme el lujo de detenerme a exaltar su belleza.

Vuelvo mi mirada al señor Heiken luego de darme cuenta que estuve perdida detallando a su jefe.

—¿Dónde están todos? —pregunto.

—¡Oh, se han ido a la reunión de fans!

Jay pierde todo color en su rostro y yo, ni siquiera sé qué expresión poner en el mío.

—¿Qué?

—Lederkt realiza una reunión de fans cada mes, ¿No se le di…? Ah.

Jay brinda una mirada asesina a su asistente pidiendo que se calle y este parece recibirla inmediatamente. Río discretamente sin poder creer la situación.

«Él realmente tiene tanto tiempo libre para jugar a destruirme.»

Llevo mi vista a los escritorios vacíos sin poder creer la situación.

—No fue invitada porque aún no tiene ningún nuevo libro que presentar. —Jay habla—. Quizá pronto ust-

—¿Por qué está dándome explicaciones? ¿Hice que se sienta intimidado al punto de querer explicarme las cosas?

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