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Siempre es bueno esperar por aquellos que nos han prometido volver a nuestro lado cada vez. Si te sientes muy solo o estás ansioso, empieza a contar las horas, ve algunas fotos, camina por los lugares que solían recorrer juntos.

Mantén el móvil a tu lado y nunca bajes el volumen, pues esa persona podría llamar en cualquier momento.
Pero las equis que tachan los días en el calendario parecen no detenerse ante mi espera y ni siquiera me recompensan.

Las velas encendidas sobre el pastel ya no generan ningún interés en pedir algo cuando hoy 19 de noviembre, me ha tocado apagarlas sola.

—Feliz cumpleaños.

***

Toco la puerta e inmediatamente me invitan a pasar.

—Oh, Sunnie. Dijeron que querías verme. ¿Qué necesit-

Coloco la carta de renuncia frente a sus ojos y sonrío. El señor Turner me ve con lástima.

—¿Ha tomado la decisión realmente? —asiento—. Podemos debatirlo un poco más, no creo que nadie aquí quiera que se vaya.

—Es mi momento de tomar otro camino, es solo eso. —digo, tratando de hacerme creer lo mismo—. Oh… ¿Por qué esa mirada triste? Si no fuera por usted, este barco se hubiera hundido hace mucho.

Logro hacerlo reír por un breve momento antes de que recupere su gesto preocupado. Hago una reverencia en señal de respeto y luego tomo la caja con mis cosas que he dejado sobre la mesa.

—Sunnie.

El señor Turner llama antes de que salga completamente, así que me giro hacia él.

—¿Uhm?

—Lamento mucho que las cosas hayan terminado así para ti.

Oculto la aflicción de mi corazón y me fuerzo a sonreírle antes de salir definitivamente del lugar. Vuelvo a mi escritorio para revisar que no falte nada y una vez termino, me dirijo hasta la salida.

—Sun, ¿Vamos a tomar algo este fin de semana? Hay un nuevo bar cerca del muelle. —comenta Erika, amable como siempre.

—¿Podríamos hacerlo luego? Creo que necesito aclarar mis ideas primero. —no tengo que decir nada más para que mi amiga asienta, con entendimiento.

—Llámanos cuando tengas un nuevo número. —Eleanor comenta.

—Deberías haberle exigido a esa chica que pagara tu teléfono. —Susie afirma con molestia—. No solo invadió tu casa, sino que también rompió tu móvil y ni siquiera se disculpó.

Sonrío, pues últimamente soy incapaz de dar respuestas más fluidas que estas. Me despido de ellas para que puedan seguir trabajando pues esta semana la editorial ha vuelto a funcionar y todos deben avanzar las tareas que fueron pausadas.

Tomo el ascensor y este me lleva hasta el primer piso. Cuando las puertas se abren me topo con dos figuras conocidas, pero mi gesto no cambia en absoluto. El señor Heiken se fija en las cosas que cargo e intenta cuestionarme, pero me adelanto y muestro respeto al señor Cruen para luego alejarme de ambos sin más, caminando hasta la puerta.

***

Salgo de la tienda de celulares y camino hasta una cafetería cercana para tomar un café y también para hacer algunas llamadas. Me siento en una mesa no tan al fondo y una chica viene a atenderme con gentileza hasta que descubre quién soy. Toma la orden con prisa y se aleja, murmurando a su compañera lo que acaba de ver.

Si bien es cierto que la algarabía ha disminuido casi en su totalidad, aún hay personas íntimamente concentradas en mi historia. Sin embargo, he reunido el valor de comenzar a salir nuevamente y rehacer mi vida, algo que había evitado desde que Jay desapareció… y no se supo más de él.

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