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Los fans evitan mirarnos fijamente mientras murmuran con discreción, según ellos. Jay sostiene mi mano y me guía junto a él hacia los asientos que han sido reservados para nosotros en la primera fila. El señor Heiken ya se encuentra en el lugar junto al señor Turner y al vernos, nos saludan con respeto.

Aunque el señor Heiken decidió permanecer junto a Jay sin importar a qué se dedique de ahora en adelante, ha permanecido en la editorial para manejar los asuntos restantes antes de acompañar a su jefe a su próxima misión.

El presentador anuncia el inicio del evento y todos aplauden con fuerza, mientras gritamos con emoción. Las chicas salen al escenario y saludan efusivamente al vernos tanto a Jay como a mí brindándoles apoyo.

Giro mi rostro hacia la persona a mi lado que ve al escenario con orgullo y se obliga a mantener un semblante serio aunque sus emociones deseen ser reveladas. Sostengo su mano y él se gira para mirarme, encontrándome con un gesto tranquilo que indica un estado de plenitud al reconocer su propio trabajo hecho correctamente.

Cuando el evento termina, Jay y yo tomamos los ramos de flores que hemos conseguido para las chicas y todos juntos, nos dirigimos al camerino.

Al vernos entrar, saludan con respeto a Jay y a su actual jefe.

—Oh… ¿Ha comprado esta pareja de enamorados estas flores para nosotras? —Erika cuestiona, con burla.

Me encargo de repartir los ramos entre las chicas y luego vuelvo al lado de Jay, sosteniendo su mano.

—¿Son felices ahora que no soy su jefe? Supongo que hicieron una fiesta cuando supieron que iba a dejar la editorial en manos del señor Turner.

La broma de Jay no pasa desapercibida por nadie, pero parece que a Susie no le hace mucha gracia, pues empieza a sollozar preocupando a todos.

—¿Qué está mal? —pregunta Erika mientras se acerca a ella.

Pero Susie no responde nada a esta persona y solo se abalanza sobre Jay, tomando a todos por sorpresa mientras lo abraza y solloza aún más fuerte contra su regazo.

—¡¿Cómo puede insinuar eso?! Incluso si es un narcisista, egocéntrico y mandón, ¡¿Cómo estaríamos felices de que se vaya?!

Miro la escena con dulzura mientras Jay ríe discretamente y luego acaricia su cabello.

—¿Me quieres tanto ahora? ¿Entonces por qué me hiciste perder el cabello tantas veces del estrés? Casi me quedo calvo por tu culpa. —Jay bromea.

Tanto Erika como Eleanor deciden unirse al abrazo y son bien recibidas por Jay. Cuando los miro, pienso en la forma en que Jay cambió sus vidas quizá sin darse cuenta. No solo les permitió cumplir su sueño, también les dio un lugar al cual llamar hogar, seguridad y apoyo.

Jay para las chicas significa mucho más que el jefe frío y antipático que él creía ser para ellas. También estoy consciente, lo triste que debería ser para él dejarlo todo, pero luce tranquilo, como si no tuviera miedo a que fracasaran porque confía en ellas.

—Estoy orgulloso de ustedes. —les dice con orgullo.

***

—¿Qué estarán haciendo que hay tanta algarabía?

Jay niega al no tener ninguna idea, ambos nos dirigimos a la cocina mientras vestimos unos suéteres de Navidad y orejas de renos. El humo se hace más notable mientras nos acercamos a la cocina de la casa del padre de Jay. Hoy, 25 de diciembre, los empleados están gozando de algunos días libres para pasar las fiestas con sus familiares, así que Lila tuvo la grandiosa idea de que fuéramos nosotros quienes hiciéramos la cena.

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