el fin de esta historia

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La calamidad blanca fue destruida por mis propias manos, quedé casi muerto pero lo logré al final.

Sinceramente pensé que moriría, estaba preparando y no me molestaba la idea, ya había salvado a quienes me importaban... No me quedaban arrepentimientos.

Pero Allen me salvó, mi esposa me curo y más tiempo de vida me fue dado, aunque el agotamiento mental no me salvó de desmayarme, no supe en qué momento pero perdí la conciencia.

Ahora abro mis ojos, los rayos del sol que entran por la ventana lastiman mis retinas, frunzo el seño mientras cubro mis ojos con mi brazo derecho, el sol fue tapado haciendo que el dolor disminuyera.

Seguía sintiéndome cansado pero mi vida ya no corría peligro, me senté en la cama mientras mi mirada se dirigía hacia la ventana, ví el amanecer y sonreí.

¿Cuánto tiempo llevaba que no despertaba con esta paz?, Últimamente había tiempo de guerras así que no podía relajarme, pero ahora no se escuchaba destrucción y eso me tranquilizo, sonreí al ver el producto de mi esfuerzo.

Aunque a este punto solo tengo una pregunta mas... ¿Dónde está mi esposa?.

Como si el destino me hubiera escuchado, riveria entro a la habitación con un tazón lleno de agua y un trapo blanco, al verme se quedó pasmada, tal vez se fallaron las fuerzas ya que dejó tirar lo que tenía en sus manos.

De alguna manera sentí un deja vu...

Sin esperar nada ella se acercó a paso acelerado a la cama, como una niña me abrazo mientras de sus ojos salian lágrimas, sonreí mientras la rodeaba con mis brazos correspondiendo su abrazo

- ¿Cómo te sientes?.

- me siento bien, solo un poco cansado.

De repente sentí un pellizco en mi mejilla.

- eso te ganas por pelear solo contra eso dragón... ¿Sa,sabes que tan preocupada estaba?.

Con la última pregunta riveria estuvo apunto de llorar, sus ojos se humedecieron... Me sentí culpable, prometí nunca hacerla llorar.

- perdón...

- no solo fui yo... Metería, noell, alfia, todos tratabamos de romper esos escudos y aún así, no pudimos hacerles ni un rasguño.... Tenía miedo de que fuera la última vez que te viera.

Riveria siguió sollozando en mi pecho, como único consuelo solamente pude abrazarla mientras con mi mano derecha acariciaba su espalda, no supe cuánto tiempo pasó solo vi que el sol empezó a ascender hacia el centro del orario y en algún momento ella dejó de llorar.

Se separó de mi pecho mientras se limpiaba las lágrimas que aún caían de sus ojos y me miró con una sonrisa, aquella sonrisa parecía más aliviada que preocupada y eso me reconfortó un poco ante la culpa que sentía.

- aunque sufrí, ahora sé que todo terminó ya no hay más dragones no más monstruos... Solo tú y yo ¿Cierto?.

- sí todo acabó no tienen más de qué preocuparte, podremos vivir tranquilos como desde un principio lo que quisimos.

Ante mi respuesta rivera sonrió y poco a poco se acercó a mí, nuestros labios se unieron en un beso de felicidad pura, el ser héroe me había dejado agotado pero la recompensa estaba presente ya no tenía que preocuparme de enemigos y mucho menos de algo que pueda dañar a mi familia.

Sí, perdí mucho, mis hijos, mis amigos, mi diosa, perdí demasiado pero la sola presencia de riveria hacía que todo valiera la pena.

Estaba triste quería festejar esta Victoria con mis amigos más lo único que podía hacer era llevarle flores a sus tumbas, aún no sabía dónde los habían enterrado, Es más no sabía si siquiera habían recuperado sus cuerpos pero fuera donde fuera, cualquier lugar donde sus memorias estuvieran retenidas yo llevaría flores para ellos.

un problema para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora