Capítulo 01

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Jungkook

-Déjame salir y diremos que esto solo fue un desafortunado malentendido -agregó Jungkook con una sonrisa burlona, la clase de sonrisa que había conquistado a
incontables dragones en el pasado. Desafortunadamente, Alice era humana y estaba parada fuera de la jaula con las cejas levantadas, era claro que eso no le impresionaba. »O destruiré este pequeño pueblo rebelde una vez me escape. Déjame salir ahora y tienes mi palabra de que no lo haré. -Estaba fanfarroneando, por supuesto, Jungkook había empujado todo su peso sobre los barrotes de los que se sostenía, tanto como hombre y como dragón, y ni uno solo había cedido. Eran demasiado estrechos para pasar entre ellos y de un metal demasiado resistente al calor como para derretirlos. Lo había intentado todo. Fanfarronear era todo lo que le quedaba y eso tampoco parecía funcionar.

Los labios de Alice formaron una fina línea al igual que su estrecha mirada.

Tratar de atraparla también era una pérdida de tiempo, ya lo había intentado.

Ella era rápida para ser humana.

Finalmente consiguió darle una pequeña sonrisa que parecía auténtica.

-Vas a tener que prometer algo más que eso, dragón.

Alice tenía esa mirada que decía que había vivido mucho tiempo en las franjas de la guerra. Unos parches cubrían sus pantalones y blusa. Las arrugas y desgastes marcaban sus botas de la misma forma que marcaban su rostro, haciéndola parecer más mayor de lo que seguramente era. Incluso se había cortado el cabello, lo que era una preocupación menos para ella. Su apariencia hablaba bien de la dura mujer que había detrás.

Jungkook se recargó, sentándose en la parte trasera de la celda y extendió los brazos.

-¿Quieres tomar mis botas también? ¿O mi camisa? No tengo nada más que ofrecer.

Ella resopló soltando una risa seca y murmuró algo en francés nativo como lo
hacía a menudo a su alrededor, sabiendo que él no le entendería en lo más mínimo.
-Eres el príncipe amatista -le dijo finalmente, su acento era afilado, haciendo
que la palabra «amatista» sonara exótico y hosco-. Lo que veo de ti no es lo único de
lo que eres capaz.

Él dejó caer la cabeza sobre las barras a su espalda y parpadeó mientras veía las del techo. Como si la jaula no fuera suficiente, la habían construido dentro de un almacén con solo unas pequeñísimas ventanas en la parte de arriba, cerca del techo. No podía ver el exterior. Sin embargo, estar cautivo no había sido tan malo. Después de todo, era solamente otra jaula, y había sido criado en la aplastante prisión emocional de su madre. Pero ya habían pasado días, incluso semanas. No lo habían torturado. Supuso que era una bendición, pero el mero aburrimiento era su propia forma de tortura.

-Tú comandaste a las monstruosas armadas de la reina -continuó ella. Él la
ignoró, aún mirando al techo-. Has matado a miles, ¿y se supone que yo deba creer que no nos harás daño solo porque me das tu palabra?

No estaba equivocada. Sí había comandado las armadas de la reina. Matar a miles era un poco dramático. Estos días, en la ausencia de los humanos, mayormente sus armadas mantenían el orden entre los dragones, protegiendo la torre de los ocasionales intrusos del norte mientras se encargaba de algún elfo asesino que se aventuraba en las tierras baldías.

Jungkook levantó una rodilla y la rodeó con sus brazos. Pero todo eso fue antes de que su hermano Dongwook lo viera asesinar a su madre, la reina. Todo se había ido a la mierda desde entonces. Prácticamente le había entregado la victoria en la playa a los humanos, les habló sobre las fraguas que podían usar para arruinar los nidos subterráneos de los bronce y en ese momento, había tenido la intención de entregarse pacíficamente. Pero le habían disparado, le habían puesto una bolsa en su cabeza y lo habían entregado a ella: Alice.

Elfo Y Dragón #2 Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora