Capítulo 07

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Jungkook

Gritos y el aceitoso olor a humo despertaron a Jungkook de un sueño profundo y sin sueños. Parpadeó, abriendo sus ojos de dragón y los entrecerró hacia un banco de niebla que ondulaba hacia el almacén.

No era niebla, comprendió y su corazón se contrajo. Era humo. Los drakon estaban aquí.

En su forma de dragón, se lanzó a sí mismo contra los barrotes, haciendo que la estructura de la jaula se tambaleara, pero resistió. Una y otra vez, se estrelló contra ellas hasta que sus costillas le dolieron del impacto y el humo fue demasiado abundante como para ver a través de él. Entonces el rugido de un dragón destrozó la noche, llamando a las profundidades del alma de Jungkook. Era un rugido de victoria, tan estruendoso que sacudió el piso y las paredes del almacén.

Donghae.

Dioses no…

Jungkook se transformó en humano, esperando que esa forma fuera más útil si un humano llegaba primero. Alice. Necesitaba que Alice viniera. Ella vendría con las llaves y lo dejaría salir. Ella era lista. Estupida también, pero inteligente. Ella sabía que él era su única esperanza de sobrevivir a esto.

—¡Oigan! —Se aferró a los barrotes—. ¡Oigan

Nadie vino. Los gritos se desvanecieron hasta que todo lo que podía escuchar era el fuego ardiendo y devorando todo a su paso.

Entonces Alice entró, tambaleándose y con su rifle en mano.

—¡Déjame salir ahora, Alice! —Empujó una mano entre los barrotes—. ¡Rápido! Ella se tambaleó, su respiración era agitada y estaba a medio camino hacia la jaula cuando una enorme figura emergió de las ondulantes nubes de humo.

Donghae parecía más grande por la iluminación trasera de las llamas agitadas. Sus hombros anchos cargaban su volumen muscular. Su rostro desdeñaba su victoria. Como cada vez que Jungkook lo había visto, usaba una hombrera de bronce, el resto superior de su cuerpo y cabeza era piel desnuda, sin cabello o vello y resplandecía a la luz del fuego. Una cicatriz pálida le sonrió desde su cuello en donde Leah lo había cortado.

—Retrocede o mataré a Jungkook —tartamudeó Alice, avanzando unos cuantos pasos. Apuntó el rifle hacia Jungkook.

Jungkook apretaba los barrotes con desesperación.

—Déjame salir. —Debía estar calmado y seguro, si la presionaba mucho, ella huiría.

Alice lo miró, sus ojos estaban abiertos de par en par por el pánico.

Déjame salir, trató de expresar con sus ojos. Aún puedes sobrevivir pero debes dejarme salir ahora.

La risa frondosa de Donghae inundó el almacén. Se acercó, sus botas hicieron eco contra el suelo. Los adornos de metal sujetos a su cinturón repiquetearon como campanas.

—Esa pequeña arma tuya no matará a Jungkook de la misma manera en la que no me pudo detener a mí.

La mirada de Donghae cayó sobre Jungkook. Los ojos del hombre se oscurecieron. Su lengua rosada humedeció sus labios. El peso de su deseo era una cosa insoportable y visceral, y fue claramente visible el contorno de su enorme erección que luchaba por salir de sus pantalones.

Jungkook rechinó sus dientes. El asco comenzó a subir por su garganta.

—Alice, abre esta puerta. Todavía puedes sobrevivir.

Ella apuntó el rifle hacía Donghae y disparó. La bala lo golpeó en el costado de su pecho y salió por su espalda. Donghae apenas y perdió la velocidad de sus pasos. La sangre escurría del hoyo de la bala y el hombre solo sonrió. La instó con un gesto de sus dedos.

Elfo Y Dragón #2 Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora