Capítulo 24

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Jungkook

Jimin salió de la tienda de alimentos sin mirar atrás. Confiaba en Jimin… por ser exactamente quien era: un asesino de la Orden que lo necesitaba para aniquilar a los drakon.

Jungkook tomó un paño y agua para limpiarse la suciedad de su rostro y cuello, al menos, lo más que pudo sin tener que desvestirse. Los dos elfos guardias lo miraban. Una mujer y un hombre. Parecían estatuas de piedra en contraste con la pared, unas dagas de diente de dragón colgaban de sus caderas y hombros. Su bienvenida fue decididamente fría, supuso que no podía culparlos por ello.

Ellos eran los que se estaban arriesgando. Él podría cambiar y destruir la mitad de su pueblo antes que algún suertudo pudiera matarlo con sus brillantes espadas de diente de dragón. La bolsa sobre su cabeza también fue un desperdicio de tiempo. Podía oler el océano y el bosque. No le tomaría mucho orientarse si tenía una clara vista sobre los árboles. Además, no podría pasarse la noche y el día despierto, también se encontraría vulnerable en algunos momentos. Quizá Jimin no lo quería muerto, pero basándose en la mirada de esos dos guardias, el resto de ellos definitivamente sí.

Los guardias cambiaron de turno durante la noche. Jungkook descansaba con su espalda apoyada a la viga, medio alerta a esos asesinos de dragones que lo observaban. En algún momento cerca del amanecer, la puerta crujió y un elfo familiar apareció, con una sonrisa contenta en su rostro alegre.

Jungkook parpadeó hasta alejar el cansancio y se puso de pie, teniendo cuidado con la soga que lo mantenía atado al poste.

Leah cambió de un pie a otro, mirando de Jungkook a los guardias.

—Hola —murmuró, dejando que una cálida sonrisa apareciera en su cara. Ella se veía mucho mejor desde la última vez que había cargado su cuerpo inconsciente, alejándola de Donghae.

Ella saltó y Jungkook se preparó para la estocada de una daga en su estómago o en su garganta. En su lugar, ella chocó contra él, le rodeó el cuello con los brazos y lo aprisionó en un abrazo de cuerpo completo.

—Eh, ¿nos estamos abrazando…? Está bien. —Sus músculos se relajaron y lentamente rodeó su espalda con su brazo libre, acercándola más a él. Dioses, era tan pequeña.

La mirada de los guardias ardió a lo lejos. Jungkook levantó su dedo medio y el hombre a la derecha le mostró sus colmillos de forma silenciosa.

Leah lo abrazó con más fuerza.

—Estás vivo…

Era tan pequeña, pero estaba repleta de fuego. Olía a bosque, como Jimin y por unos momentos se permitió la calidez de ser sostenido por alguien que no tenía motivos ocultos, solo bondad.

—¿Esta vez no me vas a morder? —se quejó soltando una risita.

Leah lo soltó, acomodando su ropa para recuperar la compostura. Sus ojos eran como los de Jimin, de pupilas enormes, sus pestañas oscuras y amplias. Su cara todavía era un poco redonda.

—Creí… creí que habías muerto —sollozó y parpadeó en dirección al techo, tratando de alejar las lágrimas.

—Este parece ser un tema común entre los elfos. Creen que estoy muerto o me quieren muerto.

Leah miró a los estoicos guardias.

—No hablan mucho —añadió Jungkook.

Sonriendo con torpeza, algo de su dureza élfica regresó a ella, los guardias debieron haberle recordado su puesto y sus responsabilidades.

—Tu cabello creció.

—Igual que el tuyo. —Jungkook retrocedió y se apoyó en el poste, aliviando el tirón de la cuerda en su muñeca.

Elfo Y Dragón #2 Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora