Capítulo 20

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Jungkook


El deseo desenfrenado condujo los pensamientos de Jungkook al borde de un precipicio y cuando Jimin lo miró a los ojos y salió la feroz demanda como un gruñido de su boca, esto era todo lo que lo detenía de ponerlo boca abajo y comenzar a follarlo desenfrenadamente contra un árbol. El elfo era una tentación excitante y retorcida. Su boca era cruel y el fuego en sus ojos parecía ser un tormento personal diseñado especialmente para Jungkook. Poseer a Jimin sería capturar a una fuerza salvaje, una por la que Jungkook haría lo que fuera. La parte primitiva de sí mismo quería inundarlo y follarlo hasta el fin del mundo, pero tenía miedo de cuán lejos iría, temía lastimarlo, o algo peor.

—¡Que Alumn te maldiga, dragón! —Jimin se arqueó, entregándose a la mano
de Jungkook.

Sus palabras tuvieron un vínculo directo con el miembro de Jungkook y cada maldita cosa que decía le hacía tensarse y excitarse, necesitando ser saciado. Su ira ardía con tanta fuerza en los ojos del elfo y danzaba a lo largo de la cruel curvatura de sus labios, Jungkook quería lamer esa ira de su tembloroso y escultural cuerpo.

Esto no lo tenía planeado, pero los lobos, el temor de que hubiera llegado demasiado tarde y comprender que un día Jimin no sobreviviría, había encendido ese interruptor que le decía que las reglas, el miedo, lo que estaba mal y lo que estaba bien, todo podía irse al carajo. Y entonces Jimin se había resistido, apartando y empujando a Jungkook, negando la verdad que vivía y se alimentaba de ellos; provocando que Jungkook perdiera la razón.

Incluso ahora, atrapado debajo de su cuerpo, Jimin no paraba de ser el terco enigma de las negaciones. Lucharía hasta su último momento, pero su cuerpo no mentía. El miembro duro de Jimin que se frotaba contra la palma de Jungkook, no mentía. Quería esto, ser tomado, ser poseído. A Jimin le gustaba.

Jungkook había visto esa chispa de fuego cuando Jimin estuvo atado a la cama de Hakiru. Oh, pero esta vez, esa chispa era una llamarada. Incontrolable y libre y mierda, estaba demasiado hambriento.

Desde el cielo se escuchó el rugido de un dragón. Y las aves volaron, asustadas. Y toda la lujuria, la necesidad y el deleite, se desvanecieron de Jungkook, dando paso a un miedo repentino y escalofriante.

La conmoción de escuchar el llamado y lo que le provocó, lo aturdió hasta los huesos.

Soltó las muñecas de Jimin, retrocedió y se tropezó, la lujuria fue reemplazada por un frío repentino y enfermizo. El cambio casi tomó control de su cuerpo, en ese mismo lugar, como un débil exiguo incapaz de controlarse a sí mismo.

Jimin dijo algo, pero de repente todo lo que Jungkook podía oír era la risa estruendosa de Donghae junto a la seductora melodía de la voz de su madre.

El dragón en los cielos dejó salir otro rugido, se estaba acercando y Jungkook se arrodilló, necesitando hacerse más pequeño, para someterse. No era Donghae. Lo sabía. El rugido era de un bronce, mas no el del jefe, pero al miedo no le importaba. Ahora lo poseía.

Los dedos de Jimin se cerraron alrededor del bíceps de Jungkook. El olor a elfo calentó su mente rota, guiándolo lejos de la niebla. Sus ojos se dirigieron a Jimin, hacia la lástima que había en sus ojos y sintió que la vergüenza se deslizaba bajo su piel.

—¿Puedes moverte? —susurró Jimin.

El bronce estaba cerca. El movimiento de sus alas se escuchaba por encima de ellos. Los bronce los habían encontrado, eso era lo que decían sus aleteos. Donghae los estaba alcanzando. Jimin moriría y sería culpa de Jungkook.

—Jungkook… —La boca de Jimin rozó su oreja, la forma suave en que dijo su nombre lo trajo de vuelta del lugar resonante en su cabeza—. Vuelve conmigo — susurró Jimin. La cálida mano del elfo acarició el cuello de Jungkook y sus labios rozaron su mejilla—. No me iré sin ti.







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Elfo Y Dragón #2 Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora