Capítulo 02

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Jimin

El enorme cuerpo de un dragón chocó contra las copas de los árboles y se estrelló contra el suelo, levantando una ola de raíces y tierra. Cuando caían, lo hacían con fuerza. Jimin observó al amatista muerto en silencio, su mirada se fijó en su hocico estrecho y en sus ojos abiertos brillantes. A simple vista, sus ojos lucían del tamaño de la cabeza de un elfo. La sangre y los ácidos goteaban con fluidez del enorme hoyo en la hoguera expuesta en la parte baja de su garganta.

Se habían vuelto más audaces últimamente, más osados. Supuso que era la desesperación.

A su derecha, escondida entre los arbustos, una enorme ballesta camuflada entre las enredaderas yacía oculta para el cielo. Sus enormes flechas con puntas de dientes de dragón habrían sido el final de este amatista, atravesando limpiamente su cuello, desgarrando su hoguera y gran parte de su garganta, arremetiendo desde el cielo. El dragón había golpeado la ballesta durante su aterrizaje, por casualidad más que por habilidad. El arma necesitaría un arreglo antes de ser usada de nuevo.

Sus altivos elfos murmuraron sus felicitaciones a la tiradora, una Asesina de la Orden, una de las mejores de Cheen, tal como lo había demostrado con esta matanza. Ella recibió los golpecitos en la espalda y los apretones de manos, con humildad y mantuvo la mirada de Jimin por unos segundos. Él asintió una sola vez. La celebración en sí, vendría después, en la seguridad de la aldea Cheen. Por ahora, la tarea estaba hecha y los dragones habían perdido a otro de entre sus números. La emoción brilló en los ojos de sus hermanos y hermanas de la Orden. Pero más que eso, había verdadera esperanza. Las trincheras de la guerra estaban derrotando a un dragón a la vez.

-Toma sus dientes -ordenó-. Y hazlo rápido, los lobos vendrán pronto.

La carcasa la arrancarían por la noche y quedaría completamente devorada en unos pocos días. Si algún otro dragón venía, seguramente huiría al ver a su compañero caído.

-Repararemos la ballesta mañana. -Se giró dándole la espalda a la bestia muerta y ajustó su espada de diente de dragón en su espalda-. Siguiente turno, tomen sus posiciones. -Los asesinos de la Orden se fundieron de nuevo con las sombras, invisibles hasta que fuera demasiado tarde si de casualidad aparecía un dragón. Su corazón se contrajo con los pensamientos sobre cómo las cosas habían cambiado tan rápidamente en tan solo unos meses.

Pero claro, eso no era suficiente. Una sola aldea matando a dos o tres dragones
no afectaría mucho a sus números. Todas las aldeas deberían estar haciendo lo mismo. Se debía reunir, entrenar y educar una fortaleza con estas nuevas armas, para seguir en el poder de la torre. Alguien necesitaba ir a Ashford para compartir lo que él había averiguado mientras cruzaba el océano y reunir a la Alta Orden para tomar acción. Jimin sospechaba que ese alguien debía ser él.

-Ese es uno de los más grandes que he visto. -Leah saltó desde las copas de los árboles al suelo del bosque, cayendo a un lado de él, aterrizando a lo largo del estrecho y serpenteante rastro del animal.

-¿Viste su cuello? -Ella señaló su propio cuello, simulando una garra con su mano-. Lo desgarró por completo. Es asqueroso. -Su cabello negro había crecido en los últimos meses. Lo llevaba en una alta cola de caballo, sin miedo de mostrar su oreja con el lóbulo faltante.

Jimin gruñó en acuerdo, pero sus pensamientos estaban centrados firmemente en el futuro, en las responsabilidades, esperando a alguien que se ofreciera, alguien que no fuera él. La última vez que había hecho lo correcto, había perdido su hogar y a las personas que le importaban. Su pecho se contrajo. Pero el cambio no sucedería tan rápido como él lo deseaba.

Las señales de una primavera temprana empezaban a aparecer en la superficie, tallos verdes atravesaban el suelo lleno de hojas, los capullos nacían en los esqueléticos doseles de los árboles. Más horas de luz significaban más dragones activos. La Orden necesitaba prepararse. El comportamiento rebelde de la progenie amatista se había convertido impredecible ahora que su reina estaba muerta. Hasta ahora, sus apariciones habían sido escasas, pero con el invierno desvaneciéndose y los días haciéndose más largos, eso cambiaría pronto.

Elfo Y Dragón #2 Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora