Capítulo 36

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Jimin

El crepúsculo cayó más temprano en el bosque donde las sombras eran abundantes y largas. Unas pocas estrellas oportunas empezaron a centellear por encima de las bamboleantes ramas y las ondeantes hojas. Jimin bajó su mirada hacia la pequeña fogata, sintiéndose como un tonto. Probablemente habían asesinado al halcón o lo hubiesen interceptado, en tal caso, la nota sobre el roble caído no significaría nada para nadie. O Jungkook podría no estar en la torre, o había recibido la nota y escogió no ir. Existían cientos de razones por las cuales Jimin estaba solo en este momento, pero la última dolería más si fuera cierta.

Y después de que su gente se hubiese puesto en contra de ambos, lo más coherente que Jungkook debería hacer sería no venir a esta reunión.

Eso sería lo mejor. Un elfo y un dragón, era algo imposible.

Se puso de pie y pateó el fuego, aniquilando sus restos y evitar que la madera lo avivara nuevamente. Los humanos pronto llegarían a Cheen. Si se apresuraba…

—¿Y ahora cómo nos mantendremos calientes?

Jimin desenfundó su espada en segundos y su mirada se concentró en la figura encapuchada antes de reconocer la profunda y áspera voz de Jungkook.

—Llegas tarde —lo reprendió.

Jungkook derrapó hasta la depresión creada por las raíces del roble y bajó su capucha.

—Es un largo viaje.

Lo que significaba que había dejado a su caballo en alguna parte lejana del campamento. Jimin se preguntó si no habría visto algún lobo hasta que vio a Jungkook agacharse, sacó un encendedor de su bolsillo y comenzó a reavivar el fuego. Solo tomó un par de chispas del encendedor y la madera caliente comenzó a incendiarse otra vez.

Jungkook levantó la vista, notando la mirada inquisitiva en los ojos de Jimin.

—No iba a cambiar solo para encender tu insignificante fuego, elfo.

—¿Lo guardaste? —preguntó Jimin, volviendo a enfundar su espada en su armadura que terminó dejando apoyada junto a las raíces que salían del roble caído. Recordó que Jungkook siempre llevaba algo en su mano y lo notó en el riachuelo en Francia, no paraba de girarlo una y otra vez. Creyó que era una piedra. Pero Jungkook había conservado el encendedor todo este tiempo.

—No siempre es conveniente convertirse en un dragón de trece toneladas solo para tener que asar un par de conejos. —Jungkook utilizó el seco humor que solía enfatizar su humor para ocultar todas sus heridas.

El encendedor significaba algo más. La herramienta existía en la vida de ambos desde que Jimin se la había robado a los bronce. Y que Jungkook, siendo un dragón que podía crear fuego propio, lo hubiera conservado todo este tiempo… significaba algo para él.

Jimin rodeó la fogata y se arremangó las mangas para absorber la calidez y la luz. No dejó de mirar a Jungkook por un solo momento. Había algo diferente en él, era un cambio que mantenía alerta sus instintos. El dragón mostraba una inusual quietud, era otro rasgo severo que había robado la luz de sus ojos. El corazón de Jimin latió más rápido. Había jurado protegerlo y falló.

—Elfo, si sigues mirándome así, actuaré con la misma promesa que muestran tus ojos.

El pecho de Jimin se contrajo brevemente ante el acento depredador de sus palabras. Estuvo a punto de sentarse frente a él y al fuego, pero ahora no estaba tan seguro. Mantenerse de pie le brindaba una oportunidad más rápida de reaccionar, si tenía que hacerlo.

—El elfo en la desembocadura… ¿sobrevivió? —Jungkook tomó una ramita para juguetear con el fuego.

—No. —Jimin luchó para contener el recuerdo de Suho desangrándose en el lodo. Muchos elfos habían muerto ese día. También muchos dragones, pero no demasiados. Y por suerte, tampoco este dragón.

—Lo siento… intenté detenerlo… —Jungkook pellizcó el puente de su nariz e hizo una mueca ante un dolor invisible—. Intenté advertirle. Los elfos son demasiado tercos para su propio bien.

—En sus últimos momentos admitió que se había equivocado… sobre ti.

—Lo hizo, ¿eh? —Siguió jugueteando con el fuego, perdido en sus pensamientos—. Parece que esa lección siempre la entienden cuando es demasiado tarde.

Ante la luz del fuego, el rostro de Jungkook adquirió una nueva sombra amenazadora. Jimin buscó por el brillo que adquiría cuando bromeaba y que le fascinaba enormemente, o el tono burlón de sus palabras, pero no estaban. Quería ir hacia él, sentarse a su lado y escuchar todo lo que quisiese decir y lo que no, pero la insistente duda lo mantuvo firme en el lado opuesto del fuego. Incluso cuando Jimin estuvo encadenado, no había existido este abismo entre ellos.

—¿Por qué me pediste que viniera aquí ? —preguntó Jungkook.

¿Por qué lo había hecho? Tenía una docena de razones que podía decir; para obtener información, para saber de algún camino que lo dejara entrar a la torre, para saber si Jungkook todavía estaba de su lado. Pero más que todo eso, necesitaba saber que seguía vivo y bien. Jungkook estaba vivo, pero claramente no estaba bien.

—Te lo pregunté una vez y lo estoy preguntando otra vez… —le dijo, cuando Jimin se tardó demasiado en responder—: ¿Qué es lo que sucede entre nosotros?

La dureza con la que habló expuso los propios miedos de Jimin. Ignoró la pregunta, con otra.

—¿Conoces túneles en desuso o que no vigilen?

La boca de Jungkook se curvó hacia un lado. Arrojó la ramita al fuego y observó cómo se consumía hasta que se rompió. Entonces esos oscuros ojos delineados por el fuego se dirigieron hacia Jimin.

—¿Eso es todo lo que quieres de mí?

No, no lo era. Ni siquiera era la verdadera razón por la que Jimin estaba aquí.

—Jungkook, esto… nosotros. —Sintió que se ahogaba con su propia respiración—. Lo que yo quiero no tiene cabida en este mundo. No puede ser así.

—¿Y qué es lo que quieres? —Desabrochó su capa, retirándola de sus hombros, la dejó caer al suelo y se puso de pie, rodeando el fuego y llevando consigo un manto de oscuridad, como si fuera un cazador y Jimin su presa. Pero Jimin nunca había sido una presa y no tenía intención de que eso sucediera ahora.

Jimin se movió hacia él, sorprendiendo a Jungkook a tal grado que hizo que se detuviera y en ese momento de completa confusión, Jimin enterró sus dedos en el cabello de Jungkook, acunó su cabeza entre sus manos y lo besó de una forma que explicaba todo lo que las palabras por sí solas no podían.






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Elfo Y Dragón #2 Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora