Capítulo 32

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Jungkook


Los dragones amatista comenzaron a acercarse por todos lados. Eran menos de los que habían llegado con Dongwook, pero suficientes como para causarle un grave daño. Dongwook no había quedado ileso. Un corte en su pierna trasera rezumaba con sangre oscura. No sería suficiente para detenerlo, solo para enfurecerlo.

Jungkook caminó en círculo, manteniendo al elfo caído debajo de sí. Vivo o muerto, no importaba, tenía que mantener a este elfo, a su líder, a salvo. Chasqueó los dientes hacia cualquier amatista que se atreviera a acercarse demasiado, igual que con los bronce. Pero su misma progenie se movía de diferente manera. Eran más ágiles y escurridizos, arqueaban sus largos cuellos, azotaban sus largas y afiladas colas con púas y jugueteaban con la promesa de lanzar su fuego púrpura que ardía en sus gargantas. Y entonces Dongwook se interpuso frente a todos, mirando a Jungkook en una postura dominante.

Recordó el plan de Jimin sobre infiltrarse en el dominio de los amatista y la mirada de odio en sus ojos cuando habló sobre Dongwook. Jimin no solo quería que desaparecieran los amatista, quería a Dongwook muerto. ¿No sería de más ayuda para los elfos si él se encontraba en el interior de la torre? Eso era mejor a que su vida terminara aquí, muerto entre el lodo.

A regañadientes, con el fuego todavía rugiendo en su garganta, dejó caer la cabeza, exponiendo el punto vulnerable detrás de su corona. Sometiéndose. No debió sentirse tan mal. Después de lo sucedido con Donghae, esto era solo un juego, pero aun así lo destrozaba. Sin embargo, si se sometía ahora mismo, lo salvaría. Dongwook necesitaba tener total autoridad. Necesitaba que Jungkook se inclinara.

Dongwook lo mordió. Sus dientes, largos y duros se hundieron en el cuello de Jungkook a solo centímetros por debajo del punto blando detrás de su corona, pero lo suficientemente cerca para que Jungkook no pudiera evitar aullar de miedo. Las poderosas mandíbulas de Dongwook se retorcieron, forzando a Jungkook a ponerse de lado, aplastando su ala mala debajo de él y exponiendo su vientre. Dongwook extendió sus anchas alas negras, todavía teniendo a Jungkook entre sus mandíbulas y así, emprendió el vuelo. La armada amatista los siguió, inundando el cielo de alas, sacudiendo su camuflaje de lodo y dejando atrás un paisaje lleno de heridos y muertos.



 La armada amatista los siguió, inundando el cielo de alas, sacudiendo su camuflaje de lodo y dejando atrás un paisaje lleno de heridos y muertos

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Jimin


La pelea causó un gran maremoto y todo quedó cubierto de lodo, dejando solo una parte del muelle expuesto. A Jimin le dolían los dedos, estaban entumecidos y helados por desenterrar a los muertos. Sin decir palabra, él y Taehyung sacaron los cuerpos de los elfos del agua, a la relativa seguridad de la seca orilla para que al menos el río no se llevara sus restos. Sus familias vendrían por ellos, una vez que fuese seguro.

La ropa fría y húmeda se le pegaba, repleta de lodo, pero la furia hirviente lo mantenía caliente. Había pasado demasiadas horas de su vida recolectando a los muertos y llevando noticias espantosas a demasiados seres queridos.

Esta matanza podría haberse evitado.

Moviéndose entre el agua que le llegaba hasta los muslos y el lodo que lo succionaba, todo lo alentaba a detenerse. Le dolían los huesos. Su alma también.

Taehyung jadeó y se tambaleó hacia adelante, directo a un trozo de madera a la deriva atrapado en una montaña de lodo. El trozo de madera atorado se movió, temblando.

Jimin corrió hacia él.

Suho estaba medio enterrado, pero lo suficiente expuesto para que Taehyung intentara desesperadamente detener la herida que se desangraba en su estómago. Su sangre espesa, casi negra, se mezclaba con agua sucia y se escurría entre los dedos de Taehyung. La mayor parte del torso de Suho era una masa desgarrada de carne y hueso.

No iba a sobrevivir.

Suho levantó una mano pálida y temblorosa. Jimin la tomó de forma instintiva, arrodillándose a su lado. Su mano estaba helada.

—¿Jimin…? —La sangre goteaba de la comisura de la boca de Suho, el color era tan brillante contra su piel blanquecina.

—No hables. —Jimin intentó sonreír, para ofrecerle algo de consuelo y fracasó. Los viejos ojos de Suho estaban llenos de lágrimas. Sabía que se estaba muriendo—. No estás solo, sassa.

Su rostro se contrajo de dolor. Su mano apretó la de Jimin pero sus ojos comenzaron a cerrarse, dirigiéndose a la deriva.

—… Lo siento… mucho…

—No hables.

—Lo siento mucho… hijo.

La visión de Jimin se nubló. El dolor desgarró su pecho, tratando de arrancarle
el corazón. Acunó la cabeza de Suho en su mano y apoyó su frente suavemente contra la suya, estaba tan cerca que casi podía ver su alma en lo profundo de sus ojos abiertos y agonizantes.

—Ve en paz, Suho. No hay nada que perdonar.

—Estaba… equivocado… —susurró Suho—, sobre tu dragón.

Jimin cerró los ojos con fuerza. Sus lágrimas cayeron silenciosas e incontrolables.

—Tienes que guiarlos. —Suho cambió su agarre de la mano de Jimin a su brazo y tiró de él, repentinamente feroz ante su convicción—. Llévalos a la victoria. Ellos te seguirán, Jimin. Siempre fuiste tú. —Sus dedos temblorosos y cubiertos de lodo tomaron el rostro de Jimin, manchando sus lágrimas. El viejo asesino sonrió. Su temblor se disipó—. Misuk me dijo una vez… que tú nos salvarías a todos.

—Sí… —Quería decir más, pero las palabras se atascaron en su garganta.

Los ojos de Suho se opacaron. Su agarre se resbaló y cayó.

—No —susurró Taehyung.

El mundo cambió a su alrededor, la desesperación se apoderó de él. Hijo.

Pasando una mano por el rostro de Suho, le cerró los ojos y recostó a la única familia que realmente había tenido, hasta finalmente presionar su frente contra la de Suho.

—Que la luz de Alumn te guíe por siempre…






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Elfo Y Dragón #2 Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora