Capítulo 30

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Jimin


El bosque tembló bajo el peso de un poderoso rugido. Jimin escuchó a los suyos gritando órdenes. Llegó demasiado tarde. Los dragones estaban aquí. A través de los árboles que tenía delante, montículos cubiertos de lodo parecían surgir de la desembocadura y cobrar vida ante sus ojos. Y entre las alas cubiertas de lodo, brillaron las escamas de color negro mate de Dongwook.

—¡Bajen las ballestas! —gritaron los elfos.

—¡Apunten hacia abajo ahora! ¡Abajo! ¡No a los cielos!

Jimin se detuvo, jadeante y contempló la caótica escena. Las ballestas no estaban alineadas. Examinó el área en busca de Suho o cualquier signo de liderazgo, pero nadie parecía estar dirigiendo el ataque.

—¿Dónde está Suho? —preguntó al operador de la ballesta más cercano. El tipo lo ignoró, consumido por el esfuerzo de intentar reducir el ángulo de la enorme arma.

—¡Fuego! ¡Fuego! —Los gritos rebotaron entre la línea de posición.

Algunos soltaron sus enormes flechas, pero su puntería estaba terriblemente mal organizada. Las flechas volaron sin alcanzar sus objetivos. Y ahora estaban expuestos. Los dragones se volvieron hacia la línea de árboles, directo a los elfos ocultos.

—¡Asesinos! —gritó Jimin—. ¡Apunten al rey, a la bestia negra! ¡Únicamente a él! —Atacar a Dongwook era la única oportunidad que tenían. Si lograban derribarlo, los demás se alejarían—. ¡Los que no manejan las ballesta, pónganse en posición! —Corrió por delante de las ballestas, con los elfos en fila detrás de él—. ¡Protejan las líneas de ballestas!

Los dragones atacaron contra la línea de árboles, oleadas de dientes y garras se acercaron más y los asesinos de Jimin rugieron en dirección a su fin.



Los dragones atacaron contra la línea de árboles, oleadas de dientes y garras se acercaron más y los asesinos de Jimin rugieron en dirección a su fin

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Jungkook


Enormes flechas se arquearon a través de los cielos y se clavaron en el lodo. Algunas
encontraron sus objetivos en las escamas de los dragones, pero no muchas, y ahora los dragones se volvieron hacia los elfos, con la intención de hacerlos salir de los árboles. Los gritos empezaron a llegar. Más flechas volaron. El fuego de los dragones pronto ametrallaría esos árboles. Los elfos morirían.

¿Por qué nadie lo escuchó?

Jungkook volvió su atención a Dongwook. Detenerlo pararía el asalto. Dongwook no le prestó atención a los elfos del muelle. Halló a uno que había aterrizado en el lodo y comenzó a avanzar hacia él con pasos pesados, los ojos del dragón se quedaron fijos en el hombre tambaleante y seujeto al costado del otro.

Caminando entre el lodo, Jungkook se acercó con cautela. Las flechas aterrizaron en el lodo a ambos lados suyos. Salpicaduras heladas cayeron en su rostro, nublando su visión. Los gritos confirmaron lo que sabía que ahora era inevitable. Todos estaban muertos, solo que todavía no lo sabían. Pero si podía detener a Dongwook, existía la posibilidad de que la armada se retirara.

Dongwook rodeó al elfo cubierto de lodo con su cuerpo encorvado, miró a su pequeña presa intentar luchar. El elfo tropezó y cayó hacia adelante. Al girar su rostro, su cicatriz blanca lo identificó como Suho. No era coincidencia que Dongwook hubiera escogido al líder para torturarlo personalmente.

El elfo de piel más oscura, Taehyung, le lanzó una daga a Jungkook, pero con el lodo succionando sus piernas, el ataque del elfo se quedó corto. Un gruñido surgió de su interior. Jungkook permitió que saliera, advirtiendo al elfo que se alejara.

—Si te interpones en mi camino, tu Suho muere. —Señaló al juego del gato y el ratón—. Vuelve con tus elfos entre los árboles, ayúdalos a sobrevivir. No puedes hacer nada más aquí.

—Puedo matarte —jadeó el elfo con un odio perverso, sus ojos ardieron a través de la máscara de lodo.

—Hoy no. ¡Ahora vete! —Jungkook avanzó, escuchando el pobre intento de Taehyung de apuñalarlo por la espalda, pero cuando no pasó nada, siguió moviéndose, arañando el lodo y acercándose más.

Los gruñidos de Dongwook ahogaron el sonido de los elfos moribundos. Gruñó, el fuego en su interior se avivó y luego aplastó al elfo con su pata, hundiéndolo en el lodo. La mano del líder de la Orden se movió con desesperación, buscando algo a lo que aferrarse.

—¡Dongwook, detente! —Tenía que llamar la atención de su hermano—. ¡Para ya! Detente y me aseguraré que tus armadas no se revelen contra ti. Pero si lo matas, haré que cada amatista se vuelva en tu contra. Tu reinado siempre será frágil. ¿Es eso lo que quieres?

El dragón resopló y levantó su pata, pero no por sumisión. Ahora tenía a Jungkook en la mira. Peor aún, esos ojos dorados decían: Te mataré ahora mismo.

Jungkook buscó alguna señal de que el elfo estuviera vivo, vio que sus dedos se contrajeron y temió lo peor. Pasara lo que pasara ahora, había hecho todo lo posible para salvar a Suho. Ahora tenía que salvarse a sí mismo.

El cambio lo atravesó y comenzó a crecer, llenándolo hasta que se convirtió en una masa de rabia sobrecalentada e instinto primitivo. Plantó su postura de cuatro patas sobre el elfo caído y con toda la furia de su interior, alimentó el fuego en lo hondo de su garganta, incrementando las llamas hasta que el calor latió como un segundo corazón, tan hirviente y poderoso que no podía contenerse. Dongwook arremetió y Jungkook desató el fuego.





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Elfo Y Dragón #2 Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora