Capítulo 25

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Jimin

—Los dragones están coordinando sus ataques como nunca lo habíamos visto. —La mensajera de Ashford había llegado hace unos minutos, convocando una reunión en la sala de la Orden. Respiraba con dificultad y estaba sucia, parecía que no se había detenido ni una sola noche durante el viaje—. Recorren los bosques de forma sistemática y arrasan con todos los pueblos que encuentran. La Alta Orden de Ashford envió a varios elfos a las poblaciones restantes para reforzar sus defensas. Están avisando a los demás pueblos para que estén preparados.

Jimin la escuchó, sentado al lado de Suho. Los ataques de ahora eran extrañamente meticulosos para ser obra de los amatista, pero no sorprendente. Tenían un nuevo rey, uno que debía probarse a sí mismo.

La mensajera reveló el número de fallecidos. Eran demasiados.

Hakiru nunca se había preocupado en atacar de forma organizada. La mayoría de las veces, parecía feliz de ignorar a los elfos. Pero estaba claro que Dongwook no era su madre.

La mensajera se fue y Jimin escuchó los murmullos preocupados de los ancianos. Estaban decidiendo disminuir las cacerías. La comida quedaría racionalizada. Serían prisioneros en sus propios dominios y esperaban que Dongwook se olvidara de ellos tarde o temprano. Estaban cometiendo el mismo error que mató a tantos en el pasado.

Parecían conejos asustados escondiéndose en sus madrigueras.

—Deberíamos prepararnos para asaltar la torre —los interrumpió Jimin—, como lo sugerí.

—Las preparaciones tomarán mucho tiempo —replicó Suho. Se inclinó, apoyando un brazo en la mesa y esperó a que los ojos de todos estuvieran sobre él—. El nuevo rey de los dragones está buscando a Jungkook.

El miedo recorrió la espina dorsal de Jimin. Suho quería a Jungkook fuera de aquí.

—No lo sabemos con certeza. Es igual de probable que nos esté cazando como una señal de control sobre el territorio.

El ceño fruncido de Suho ensombreció su rostro. Apretó sus labios y finalmente miró a Jimin.

—Dongwook apareció en tu camino hacia Ashford. Olvidaste decírmelo cuando te pregunté por los detalles de tu excursión. ¿Por qué?

Jimin mantuvo la mirada a Suho mientras el pánico palpitaba dentro de sí. Si no hubiera mantenido en secreto la aparición de Dongwook, Suho habría pensado que quería volver a Francia para buscar a Jungkook.

—No pensé que fuera importante.

—¿No lo creíste? Y ahora hay otros cincuenta elfos asesinados mientras él continúa buscando al príncipe que trajiste al corazón de nuestra aldea.

Las severas miradas furiosas de una docena de elfos perforaron su cuerpo.

—Traje a Jungkook por una razón. —Aquellos que miraban su discusión probablemente sabían del pasado de Jimin, de las cosas que sucedieron en la torre y con ese conocimiento vino una opresión en su pecho. Esas miradas lo estaban juzgando, creían que los estaba poniendo en riesgo—. Él sabe todo sobre la torre amatista, cosas que nunca habríamos obtenido de no ser por él.

—¿Dónde está ese conocimiento? Ha pasado un día, ¿qué tienes de él?

Jimin humedeció sus labios y miró a Freya.

—No le puedo pedir que nos ayude si está atado a un poste.

—¿Y por qué tendrías que pedírselo? —Esa pregunta vino de Taehyung, quien estaba sentado al final de la mesa—. Ellos te torturaron, deberíamos hacerle lo mismo. Y obtener todas las respuestas que necesitamos en el proceso.

Se escucharon unos susurros de acuerdo, que comenzaron a aumentar su volumen. Sintió que iba a vomitar. ¿Acaso eran animales? ¿Dónde estaba su honor? ¿Dónde quedó su compasión? Estos no eran los elfos por los que fue entrenado para proteger.

—¡No! —Golpeó con su puño contra la mesa, silenciando sus inútiles murmullos—. No —dijo otra vez, más calmado—. No somos como ellos. Nosotros no torturamos a nadie.

—El hecho sigue siendo el mismo— intercedió Suho—, no tenemos tiempo para crear un ejército y atacar la torre antes que más aldeanos mueran.

Jimin pasó su lengua por sus dientes y tragó saliva. Habrían tenido más tiempo si Suho lo hubiera escuchado desde el principio.

—Tenemos lo que el rey quiere —continuó Suho—. No tenemos que atacar la torre, ni arriesgar cientos de vidas. Solo debemos usar a su hermano como carnada y llevar a Dongwook a una emboscada.

Jimin cerró sus ojos y volvió a sentarse en la silla mientras los demás hablaban y decidían el destino del dragón que estaba atado en la tienda de comida. Su corazón latía débilmente, su instinto le decía que esto estaba mal. No llevó a Jungkook para que fuera utilizado como una pieza de intercambio como lo había sido durante toda su vida. Lo llevó como un invitado, como alguien que podría ayudarlos y protegerlos.

Se suponía que debían trabajar unidos.

Observó a todos en la mesa, a los rostros de su gente mientras discutían sobre si debían entregar al dragón o torturarlo. El corazón de Jimin se hundió. Creyó que sería diferente, que ellos verían las ventajas de contar con Jungkook como aliado, pero todo lo que veían era a un dragón.

Se levantó y se fue, ignorando los llamados para que regresara. No podía hacerlo, no podía usar a Jungkook. Sus pies lo llevaron a la tienda, pero se quedó afuera, atrapado entre su deber y lo que su corazón le decía que tenía que hacer. Un asesino de la Orden hacía más que matar. Esto no era sobre sacrificar a un dragón y salvar la vida de los elfos, ellos solo querían deshacerse de él y se estaban aferrando a cualquier cosa para que sucediera. Jungkook moriría por culpa de su ignorancia.

Entró a la tienda y les ordenó a los guardias que salieran.

—Debe haber dos guardias todo el tiempo —espetó uno de ellos.

Jimin estrechó sus ojos.

—¿Quién fue el que les dio esas espadas que tienen envainadas? ¿Quién les enseñó cómo construir y utilizar la ballesta? —Vacilaron, mirándose entre ellos—. Largo. —bramó Jimin—. Puedo lidiar con un dragón.

Finalmente se fueron, cerrando la puerta firmemente detrás de ellos.

Jungkook estaba junto a la viga con el ceño fruncido. Había un nuevo hematoma ennegrecido bajo su mejilla. Alguien lo había golpeado.

El miedo, la furia e injusticia estallaron dentro de sí. Caminó hacia Jungkook, ignorando los enormes ojos del príncipe y lo besó de una forma que hizo desaparecer su preocupación. Jungkook se movió en sintonía, aceptando su boca y respondiendo como fuego a la leña, y Jimin supo en ese momento, que nunca permitiría que utilizaran a Jungkook como su gente quería hacer. Él merecía más que esto. Merecía ser escuchado, ser visto por quien realmente es y no por lo que era. Y también supo que traerlo aquí había sido un error.













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Elfo Y Dragón #2 Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora