Jungkook
Vio luz. No, no era luz. Era plata. No estaba seguro cómo sabía la diferencia, ambos brillaban con tal fuerza que le lastimaban los ojos, pero la luz definitivamente era plateada, como el sol sobre el agua o la nieve. Percibió el aroma a dragón, a metal, a sangre y a entrañas. No era nada bueno. La luz le dio un abrazo cálido y misericordioso, pero no estaba dirigido a él. O bueno, no todavía. Dos sólidos ojos negros atravesaron la luz como si fueran túneles guiándolo hacia la oscuridad. Y luego la bestia extendió las alas y la luz se volvió insoportable, lo quemó y le derritió la piel hasta los huesos, haciendo que quisiera arrancarse el cuerpo en pedazos para detener el dolor. Le quemó el alma, hasta el corazón donde la espada de Dongwook había encontrado su objetivo. Pero entonces se dio cuenta que no era dolor, al menos no físico. Era ese crudo poder que usaba para cambiar, el mismo que a veces moldeaba para que siguiera sus órdenes. Y dioses, lo necesitaba. Sujetándose a ese poder, lo dejó entrar, dejó que pasará a través de su interior y que tomara el control, hasta que llenó sus pulmones de aire y entonces soltó un rugido.
Pestañeó y abrió los ojos hacia la luz del día, buscó al dragón plateado, pero ya no estaba, si es que siquiera había sido real. Los páramos estaban en llamas. Donde debería estar la torre, en su lugar había una humeante pila de rocas y nubes de polvo. Y por encima habían incontables alas oscuras que acariciaban el cielo azul.
No estaba muerto, esto era real. Y estaba pasando justo ahora.
Notó que Dongwook estaba volando. Sus alas estaban heridas y se movían con rapidez para mantenerse en el cielo. Donghae lo atacaba con sus garras y mordidas. Un ataque certero le rompería el cuello. Jungkook estiró una de sus alas, la buena, y luego intentó hacer lo mismo con la otra, lo que solo sirvió para contraerse de dolor y volverla a cerrar mientras los huesos torcidos se volvían a resguardar. No podía hacer nada para ayudar a su hermano y dado que casi lo había matado, tampoco le importó.
La dragona oro, Nari, se estaba alejando y se dirigía directamente hacia los árboles con una resolución pura en sus ojos. Donghae se deshizo de Dongwook de un solo golpe y descendió también.
Jungkook miró de reojo a la pequeña elfo que estaba de pie junto a su pata delantera, mirándolo fijamente con asombro en sus ojos. Leah. Aquí estaba a salvo. Soltó un bufido, dándole la espalda y salió de entre los árboles, galopando sobre el terreno calcinado en dirección al grupo de humanos y elfos que estaban huyendo. Ya solo quedaban pocos amatista y demasiados bronce. La batalla había terminado, pero él no estaría conforme hasta terminar con Donghae.
Extendió su ala buena interponiéndola entre la gente y los dragones que se dirigían hacia él, haciéndose ver más grande y protegiendo la retirada. Se agachó, escondiendo el fuego emergente de la parte baja de su garganta al mismo tiempo que veía a la enorme bestia apocalíptica que se acercaba cada vez más. La herida en su pecho punzaba como un segundo corazón agonizante. Por todas las estrellas, ni siquiera debería estar vivo, pero como dragón había lidiado con sufrimientos mucho peores. Y probablemente lo volvería a hacer muy pronto.
Los humanos y elfos soltaron alaridos de advertencia detrás de él. Una parte lejana de sí comprendió que podrían atacarlo por detrás. Su corona estaba expuesta, pero si lo mataban, todos ellos morirían. En verdad esperó que lo entendieran.
Se movió al lugar donde Nari descendía como una flecha, se levantó sobre sus dos patas traseras, extendió el ala y el salvaje y sediento fuego estalló en una ardiente ráfaga hacia el cielo.
Nari retrocedió, volviendo a elevarse en el cielo, sus alas doradas aletearon en el aire, creando tormentas de fuego, ceniza y polvo. Sus perspicaces y ancestrales ojos lo examinaron con detenimiento. Eran los mismos ojos que siempre lo estimaron a través de los años. Vigilándolo, enseñándole y cuidándolo. Ella sabía quién era, incluso ahora. Dongwook estaba equivocado, esa mirada en sus ojos no tenía intenciones de lastimarlo.
Descubrió los dientes y emitió un gruñido de advertencia, irguiendo su postura y su corona.
Estás personas me pertenecen.
Su confianza estaba fundamentada en que Jungkook la conocía y sabía que no pelearía con él, a pesar de ser dos veces más grande y era más que capaz de deshacerse de él para arrasar con los elfos que estaban huyendo.
Nari revoloteó en el aire, reflexionando y luego Donghae voló en dirección a Jungkook como una imparable avalancha y se estrelló contra su pecho. Su cuerpo cayó de espaldas a través de treinta metros de puros árboles caídos y lo hundieron en la tierra.
Restos de tierra y ramas llovieron sobre ambos.
Los dientes de Donghae mordieron su pata delantera con fuerza y la sacudió, tironeando de la extremidad de lado a lado. Un dolor insoportable intentaba forzar a Jungkook a recostarse sobre su espalda y exponer su vientre, pero él conocía ese crudo sentimiento, sabía cómo manejarlo y usarlo. El dolor ya no lo controlaría. Trató de morderlo, cerrando los dientes a centímetros del ancho hocico de la bestia.
Y entonces, un dragón de escamas negras —Dongwook—, se precipitó sobre Donghae y su enorme mandíbula se enganchó alrededor de la parte trasera de su cuello, debajo de la coronilla. Donghae lanzó la cabeza hacia atrás tratando de proteger su punto vulnerable y con ello, descubrió la garganta. Jungkook aprovechó la oportunidad y lo atacó, hundiéndole los dientes en los tendones y las escamas. La sangre caliente de Donghae fluyó sobre su lengua. Lo mordió con más fuerza. Hueso y músculo crujieron al unísono.
Muere. Tiró de su agarre, tratando de arrancarle la garganta a la bestia. Pero la extraña tregua que tuvo con Nari había llegado a su fin.
Unas garras le arañaron la espalda, sujetándose a su ala rota, lo que envió un fogonazo de agonía a través de su mente. Jungkook rugió por el dolor y soltó a Donghae en el acto.
El líder de los bronce retrocedió, aplastando a Dongwook bajo su enorme cuerpo, pero su hermano no retrocedió. Jungkook se quedó mirando a los dos metales ancestrales. Era una pelea imposible. No iba a ganar. Pero eso no lo había detenido en el pasado.
Gracias por leer💛
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Elfo Y Dragón #2 Kookmin
AlteleLuego de creer al príncipe Jungkook Amatista muerto, Park Jimin trata de seguir con su vida y su plan de acabar con los dragones, pero entonces llegará un rumor inesperado, el principe está vivo los humanos lo tienen al otro lago del mundo, Park Jim...