Capítulo 41

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Jungkook

Jungkook ralentizó su paso cuando el conjunto de árboles en el bosque se hizo menos denso y el riesgo de que algún elfo lo encontrara disminuyó. El eco del rugido de los dragones rompió el silencio y el sabor de la ceniza apareció en su lengua. Tropezó contra un árbol y cerró los ojos tratando de controlar su respiración. Pero la imagen del rostro furioso de Jimin apareció en su mente. Escuchó sus mordaces palabras, lo sintió tan cálido y duro, y con un sabor a libertad. Alejarlo había sido lo correcto. Jungkook tenía que creer eso porque ya no habría forma de recuperarlo.

Se agachó en cuclillas y golpeó su cabeza contra un árbol. Una vez. Dos veces. Sintió que el dolor perforaba sus entrañas y ahuyentaba la culpa, un nudo obstruyó su garganta embotellando la creciente emoción dentro de él. Si abandonar a Jimin había sido lo correcto, ¿por qué le dolía tanto? Después de lo sucedido con Miura, con Donghae, de las mazmorras, después de todo eso, no había lugar en su mundo para los estúpidos, tercos y honorables elfos que no sabían cuándo renunciar a algo. Después de lo sucedido la noche anterior, comprendió que Jimin lo seguiría hasta la muerte, porque el maldito elfo no sabía cómo actuar de otra forma. Jimin moriría por él. Y Jungkook no valía ese sacrificio.

Metió su mano en su bolsillo y sacó la amatista. La gema vibraba con calidez y fortaleza, como si estuviera viva, siendo un órgano latente. No se sentía igual a la magia que utilizaba para cambiar, pero tenía poder. ¿De qué otra forma podría sentirse como si estuviera viva? Esto era lo único que importaba y tener sus alas de vuelta. La fantasía de la noche anterior había terminado. Debía volver a la realidad, sobrevivir a ella y de alguna manera progresar dentro de su oscuro corazón. Esta gema era la clave para eso. La gema… y olvidar la existencia de Jimin.

Dejó el refugio entre los árboles y cruzó las planicies hacia la torre que sobresalía en el horizonte. Las alas de bronce rodeaban el atardecer rojo sangre, haciendo que los usurpadores parecieran estar en llamas. Consideró entrar a escondidas, pero el sigilo no arreglaría lo que podría encontrar en su interior. Era claro que los bronce habían llegado en grandes cantidades y no mostraban señales de querer irse. A medida que Jungkook se acercó a los territorios de la torre, los guardias gritaron innumerables advertencias, pero ninguno intentó detenerlo.

Dentro de los pasillos de la torre, el olor a metal húmedo abrumó su nariz. Rostros que no reconocía lo vieron pasar, indiferentes. Se aseguró de responderles con el mismo desinterés.

El fuego en la parrilla de la cocina de Nari se había reducido a cenizas y los aposentos de la dragona estaban vacíos. Nunca la había visto en ningún otro lugar. De hecho, nunca la había visto fuera de la torre.

Se quedó de pie frente a la puerta de la habitación, sintiendo el palpitar de la gema en el bolsillo de su abrigo. Sin Nari, no sabía cómo debía utilizar la gema, ni siquiera sabía cuál era su poder. Debía encontrarla y rápido.

—Jungkook Bronce, se solicita su presencia en el salón principal.

La ira disminuyó sus nervios. Giró su cabeza y dedicó una mirada de superioridad al exiguo que le habló. Era solo otro hombre que apestaba a metal. Una furia inquieta quería que lanzara al imbécil contra la pared. La presencia de estos metales era un insulto, una falta de respeto. Era un acto de agresión que incitaba a la guerra y aunque Jungkook no se consideraba más amatista que bronce, estas paredes habían sido su hogar.

—¿Me oíste? —preguntó el exiguo con su ceño fruncido.

—Te escuché, perra —gruñó, rodeando al imbécil. El extraño llevaba un gran pendiente de aro y bandas de metal en sus bíceps. Cuando habló, pudo notar una perforación que traspasaba su lengua. Solo su olor hizo que las entrañas de Jungkook se revolvieran, era una esencia en la que había estado enterrado durante semanas. Un hilo de miedo comenzó a abrirse camino a través de su furia. Así que lo cortó de tajo, enterrándolo debajo de su odio por los bronce—. ¿Dónde está mi hermano, el rey?

Elfo Y Dragón #2 Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora