Capítulo 09

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Jimin

Diez días después, Jimin dejó a Taehyung y a Leah en Cheen, y se fue sigilosamente en la oscuridad de la noche para evitar que alguno de los dos insistiera en acompañarlo a Francia. Aunque era probable que ambos intentaran seguirlo, por lo que se aseguró de enlodar sus huellas y viajar por la noche, sin descanso, hasta que llegó a la muralla abandonada de los bronce. Expuesta al ambiente y sin dragones en sus agujeros, el nido de los bronce y sus almenas circundantes se habían deteriorado. Jimin había esperado encontrar una resistencia, pero los cielos estaban despejados y los dragones se habían ido.

Encontró un bote abandonado en la costa que le proporcionó los medios para remar casi cincuenta kilómetros de orilla a orilla. El viaje de vuelta a Francia fue mucho más fácil de lo que esperaba, pero esa facilidad le ponía los nervios de punta. No había habido respuesta alguna al último mensaje enviado al territorio humano y tampoco había dragones en la frontera. Las señales no auguraban nada bueno y mientras Jimin recorría los últimos kilómetros hasta el puesto fronterizo de Alice, quedó claro por qué.

El acre olor a ceniza en el aire fue el primer indicio de que algo no estaba bien y mientras se acercaba, el contorno de las construcciones derruidas y montones de escombros contó el resto de la historia. Jimin había esperado un par de pérdidas humanas desde el ataque a la frontera, pero no una devastación completa.

Caminando a través de los escombros vio huesos chamuscados y algunas cosas más. No había cuerpos enteros. El fuego había sido tan ardiente que las llamas habían devorado la mayoría de lo que quedaba. O quizá los dragones lo habían hecho.Dentro del almacén, donde esperaba encontrar la jaula del tamaño de un dragón, yacían barras de hierro destrozadas y esparcidas por el suelo. El ángulo en el que estaban sugería que la jaula se había hecho pedazos desde el interior.

Jimin caminó entre los escombros, haciendo a un lado los restos del techo caído. El otro extremo del almacén estaba completamente abierto, con el techo y las paredes derrumbadas. Sus ojos se quedaron observando las manchas oscuras que marcaban el suelo. Sangre. Algo terrible había pasado aquí.

Las evidencias giraron en su mente. El dragón que habían encerrado en la jaula se había transformado y escapado, arrasando con todo el puesto fronterizo de los humanos, matando a docenas, quizá más. Quizá a todos.

¿Jungkook había hecho todo esto?

Jimin tragó, saboreando ceniza en su garganta.

Hubo muchas ocasiones en la torre donde habría matado gustoso a cada dragón con el que se hubiera cruzado. Había matado a muchos de manera voluntaria y despiadada en su escape. ¿Podía culpar a Jungkook por hacer lo mismo con sus captores humanos?

Una parte de él no lo creía, pero ¿qué tan bien conocía a Jungkook? Habían compartido poco más que momentos fugaces llenos de riesgo. Había utilizado al príncipe a propósito, para llegar a la reina. ¿Quién podría decir que los motivos de Jungkook para liberar a Jimin no habían sido igualmente egoístas? ¿Que tal si Jungkook sí era un dragón y Jimin se había creído todo el acto y ahora estaba aquí, a cientos de kilómetros lejos de su hogar y su gente, todo por una corazonada?

Unos cuervos graznaron fuera del almacén. Abriendo la puerta con lentitud, desenvainó la espada de dragón y miró hacia afuera. Una mujer humana vagaba por el camino que discurría entre las construcciones abandonadas. Su cabello era más corto de lo que recordaba y cuando ella volteó su cabeza hacia los campos, Jimin divisó un vendaje que rodeaba una parte de su cuello. Alice. Jimin observó el panorama que estaba a sus espaldas, esperando ver a su equipo aparecer. Nadie apareció. Alice tropezó y casi cayó.

Abriendo la puerta por completo, Jimin silbó.

Alice levantó la mirada hacia él. Su rostro estaba cubierto de hollín y polvo, por lo que no pudo determinar su expresión.

Elfo Y Dragón #2 Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora