Jungkook
Le ataron las manos a la espalda y los tobillos tenían una atadura floja, ellos creían que unas cuerdas podrían detenerlo. Era una suposición estúpida, pero Jungkook dejó que lo creyeran. Su cabeza se volvió a cubrir con una bolsa mientras lo arrastraban por un camino desigual. El olor salado del lodo húmedo y descubierto se hizo más fuerte. Los lejanos cantos de las aves marinas le recordaron las veces que había volado a lo largo de la costa y sobre las corrientes cálidas que llegaban en espiral desde las cálidas aguas costeras.
Ese viejo dolor familiar regresó, la lamentable pérdida de no poder volver a volar. Para evitar que la desesperación se hundiera en sus huesos, recordó el beso de Jimin en la tienda de la cabaña. Un beso de verdad. No fue forzado, ni arrebatado, sino totalmente a voluntad. Se hundió en el recuerdo de los labios de Jimin entre los suyos, su boca anhelante, uniéndose a la suya y cómo cada maldita prueba por la que habían pasado, de repente parecía valer la pena. Ese beso provocó una locura diferente, una buena, que de hecho, se había deslizado justo debajo de todas las defensas de Jungkook y atacó a la parte de él que mantenía tan bien escondida que llegó a preguntarse si todavía se encontraba allí: su corazón.
—Sigue moviéndote, dragón…
Algo contundente y frío lo golpeó en la espalda, sacándolo de sus recuerdos. Se tragó un gruñido. Lo estaban llevando a un lugar cercano al mar. Un intercambio por la paz. Quizá eso funcionaba con los elfos, pero no con los dragones. Probablemente estaban cayendo en una trampa. Trató de decírselo al líder, Suho y recibió una patada rápida en las costillas como agradecimiento, luego le metieron un trapo en la boca y le volcaron la bolsa sobre la cabeza. Todo esto estaba comenzando a sentirse inquietantemente familiar.
Aunque ahora no escuchaba ninguna llamada de dragón, tal vez esto era otra parte del plan.
Unas manos tiraron de él y lo arrastraron por un barranco. Resbaló y cayó contra el lodo húmedo y suave. Uno de los elfos soltó una grosería.
—Esto sería más fácil si pudiera ver —refunfuñó Jungkook a través de la mordaza.
Nadie lo escuchó. Lo tiraron sobre unas duras tablas de madera y lo llevaron a lo largo de la superficie irregular.
—Llévalo hasta el borde —dijo Suho—. Observa los cielos. Si llega algún dragón que no sea negro, retírate de inmediato.
Unas manos lo arrastraron. Tenía una docena de preguntas en los labios. Algunos comentarios también, que probablemente le regalarían otro puñetazo en el estómago. Empezaba a preguntarse si, igual que él, Jimin tampoco era como su gente.
Le quitaron la bolsa de la cabeza y arrancaron la mordaza de su boca, dejando rastros de pelusa e hilos atrás. Escupió y miró a la luz del sol. Las aves marinas se arremolinaban en el cielo, pero no los dragones.
El elfo de cabello oscuro que golpeó primero a Jungkook, lo miró.
—Escuché que los dragones no permiten la debilidad dentro de sus nidos. Tal vez tengamos suerte y te maten aquí mismo.
—Solo eres un peón, elfo —gruñó. El otro elfo presente era el mayor y canoso con la cicatriz. Suho.
Se pararon al borde de un muelle de madera diseñado para flotar cuando la marea subiera. Como el río estaba lejos de la desembocadura, las tablas se asentaban en el lodo y condujeron a un camino de regreso a la orilla de la desembocadura donde el bosque brindaba mucha cobertura. No podía verlos, pero ahí atrás habría elfos, camuflados de sus simples ojos.
—Si esperas reunirte con mi hermano…
Suho asintió y el puño de Taehyung encontró un nuevo hogar en las entrañas de Jungkook; se dobló en dos, luego su mano lo agarró por el cabello y tiró de él.
ESTÁS LEYENDO
Elfo Y Dragón #2 Kookmin
LosoweLuego de creer al príncipe Jungkook Amatista muerto, Park Jimin trata de seguir con su vida y su plan de acabar con los dragones, pero entonces llegará un rumor inesperado, el principe está vivo los humanos lo tienen al otro lago del mundo, Park Jim...