Capítulo 13

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Las cortinas de las ventanas en la primera planta están cerradas, por lo que cuando entra lo que lo recibe es oscuridad. No hay sonido alguno más que el que producen las llaves cuando las deja sobre la mesilla, la ropa rozando contra otra al instante en que se quita el abrigo con cuidado para dejarlo en el perchero. Toma una gran bocanada de aire sólo para encontrarse la ácida, pero deliciosa esencia de Minho en la segunda planta; pero, en lugar de subir las escaleras y meterse en la cama, lo que hace es dirigirse a la cocina en completo silencio, pero permitiendo que sus propios zapatos sean la indicación de que ya está de regreso.

Su celular suena y cuando lo revisa se da cuenta de que es un mensaje de Changbin, diciendo que toda la papelería está en completo orden, por lo que sólo falta que el niño Yang la firme y se la entregue en persona para que también se quede con una copia del contrato. Contrato que él se encargó de redactar con sumo cuidado, buscando que no quedara ningún vacío en el que podría costarle todo.

Debe de andar con cuidado. Minho y él deben caminar con delicadeza.

Agradece para sus adentros en cuanto se encuentra con que su té favorito ya está listo y no sabe si es gracias a Minho o Niki, ya que ellos son los que siempre se encargan de ese tipo de cosas. Yeji es demasiado perfeccionista como para prepararlo para alguien más y Hyunjin es Hyunjin, por lo que ambos quedan por completo descalificados.

Se sirve en una taza, toma lugar en una de las sillas largas para después empezar a responder mensajes o correos que tiene pendientes. Le sigue con la papelería que firmar, juntas que no hay que olvidar, noticias que podrían ser de su interés mientras otras cosas que no sabe por qué le llegan "¿Ya sabes cómo es tu pareja ideal? ¡Revísalo aquí para descubrirlo!" y uno que otro mensaje de su familia. Ya al final mira por milésima vez su celular y se pregunta si debería de mandarle un mensaje a Hyunjin, pero se retracta así que sólo lo bloquea para luego darle el último sorbo a su té.

De pronto, como por acto de magia, Minho lo abraza por detrás para después recargar su cabeza en la curvatura de su cuello. Jisung sonríe, pero lo oculta demasiado bien, alzando una ceja al darse cuenta de que su alfa recién se acaba de levantar de la cama, de seguro leyendo algún libro o sólo viendo en la televisión esos documentales extraños que siempre le fascina ver.

—Cuando desperté no estabas en cama— Minho le dice con voz ronca, mordiendo con delicadeza su oreja. Jisung se queja por lo bajo —¿Saliste a algún lado? —

Carraspea, girándose con suavidad hacia él sin evitar darse cuenta de que en ningún momento apartó sus brazos de su cuerpo, sino que apretó aún más el agarre. Alza una ceja, esta vez sonriendo con toda notoriedad, ahora todo su cuerpo atrapado entre la cocineta y la figura cálida de Minho.

—Ah, sí— responde —Estabas tan tranquilo que no quise despertarte— sin apartar sus ojos de los de su alfa, se echa hacia adelante para morderle el mentón con suavidad —Visité al nuevo miembro de la familia, eso es todo. —

Minho le observa como si cada cosa que hiciera se tratara de lo más interesante en el planeta. Como si apenas llevasen un par de años de relación, en lugar de años de casados y ya con tres hijos; no es que se queje de ello, de hecho, le fascina que lo siga viendo de tal manera, y muchas cosas más, pero aun así le causa cierta gracia.

Siente que las manos que están en su espalda se tensan al instante, la emoción de Minho haciéndose notoria en cierta parte de su cuerpo. Jisung deja que la emoción corra por su cuerpo, el recuerdo de la última vez que tuvieron sexo llegando a su mente. A pesar de que sus tres hijos ya son lo suficiente mayores como para comprender que sus padres tienen una vida sexual activa, eso no quiere decir que a ellos dos les agrade la idea de que los escuchen o los huelan.

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