Capítulo 39

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Jeongin recuerda parte de su infancia sin problema alguno. Recuerda cómo se dormía hasta tarde a escondidas de Jihyo, porque le gustaba explorar cada rincón de la casa. También recuerda cuando discutía con Jaehyun por ver a quién le compraban determinados juguetes, y cada que era Jaehyun quien ganaba, él se encargaba de esconderlos y hacerlos desaparecer para la semana. Jaehyun siempre lloraba a pesar de que Jooheon le decía que no lo hiciera, pero en ningún momento pensó que Jeongin tenía toda la culpa.

Sus ojos brillaban de la curiosidad, incapaz de controlarse en los peores momentos. Recuerda que en más de una ocasión metió a sus padres en problemas sólo por no poder cerrar su boca: el preguntarle al abuelo por qué trataba tan mal a su abuela, el querer saber por qué el omega tiene que sucumbir ante su poder, el celo.

¿Por qué no usan el celo a su favor, mami?, preguntaba.

Y oh, cómo lo regañaban o lo castigaban. Al final, era Jaehyun el que siempre sucumbía a los caprichos de sus padres y no al revés. Él quedando en el olvido, las primeras veces sintiendo un dolor inimaginable, pero jamás deseando otra dinámica para que sus padres le hicieran caso. Jeongin amaba ser omega.

Aún sigue amándolo.

Todo porque, si el mundo se dejara de dividir las cosas entre lo bueno y lo malo, sabe que serían capaces de manejar muchas cosas a su antojo.

Ahora ahí, en el despacho con Jisung frente a él, Minho a una distancia considerable, está más que seguro de ello. Un mero chasquido de dedos, una simple mirada, la sonrisa coqueta mientras las feromonas se dejan ir de la forma más imperceptible. Y el beta o el alfa caen, de rodillas, con el omega aún de pie.

—Una historia— dice al instante en que se da cuenta de que Jisung no dirá nada —Bien, lo escucho. —

Jisung deja escapar una risilla.

—Eres tan curioso, niño— Jeongin alza una ceja para nada impresionado —Qué agradable el encontrarse a alguien como tú hoy en día, sabes— después se gira para encarar a Minho, dedicándole una sonrisa suave —Minho, cariño ¿puedes traer algo de té? Estoy sediento. ¿Quieres algo, niño? —

Jeongin bufa.

—Quiero que me cuente la historia. —

—Vaya paciencia. —

Silencio. Jeongin se pone a observar a Jisung, pero cuando éste parece tener alguna conversación de miradas con Minho, prefiere mirar hacia otro lado. O sea, a Minho, duh. Su porte es el mismo de siempre: esa tranquilidad que en ocasiones le pone los nervios al límite, borrando toda tranquilidad cada que piensa que es todo un depredador. El traje negro que lleva puesto no ayuda para nada, mucho menos la intensidad con la que mira a Jisung. Al parecer hay secretos entre ellos, cosas que se deben de consultar, pero no importa demasiado.

Jisung es quien aparta la mirada primero. Oye su suspiro lleno de hastío, cansancio, masajeando el puente de su nariz como si estuviese agotado de repetir algo. No sabe qué es.

—Minho— Jisung repite el nombre, esta vez con más suavidad —no haré nada malo. Soy un hombre bueno, ¿de acuerdo? —

Minho deja escapar una risa burlona, pero parece más un bufido. No hay tensión en el aire, lo cual es extraño, y tanto las feromonas de omega como las de alfa no se sienten ni siquiera un poco. Sin embargo, él es incapaz de moverse.

Quien lo hace es Minho, retirándose de la habitación en completo silencio; todo es raro, en especial si Jeongin se fija en el hecho que no dijo algún "ya regreso" como acostumbra hacerlo, siendo el alfa más educado que Jeongin ha conocido a lo largo de su vida.

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