Capítulo 31

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El que hayan terminado en la oficina que antes le pertenecía a Jaehyun es mera coincidencia. De verdad que Jeongin ni se le había pasado por la cabeza, pero sin duda alguna el destino tiene otras diabólicas ideas.

Jaehyun casi quiere triturarlo con la mirada. Desaparecerlo de la faz de la tierra, hacerlo puré, convertirlo en polvo. Jeongin lo sabe a la perfección, y más con esa terrible manía que tiene su hermano de ponerse violento cuando algo le enfurece. Como ahora.

La privacidad que consiguieron se vio rota sólo por la obsesión que tiene Jaehyun de tomarlo con fuerza del brazo, y ahora hasta parece que quiere arrancárselo.

—No eres más que un inútil omega con suerte— escupe con odio. Su cuerpo empieza a temblar de la furia, algo que de seguro evitó hacer en la junta para no verse como alguien débil —Maldito hijo de perra. —

Ahora están frente a frente y, sin que Jaehyun se lo espere, Jeongin explota. Con la mano que Jaehyun no tiene en su agarre, lo toma de la corbata y aprieta sin ningún contratiempo, sin ningún pudor, una sonrisa surcándose en sus labios.

—Quita tus sucias manos de encima. —

De verdad lo está haciendo y Jeongin disfruta cada segundo en que los ojos de Yang Jaehyun se abren de par en par de la sorpresa, quizá dándose cuenta del repentino cambio de expresión en su rostro. De cómo inclusive su voz es un poco más grave, la sonrisa de burla en sus labios.

Disfruta cada momento, cada respiración agitada de Jaehyun. De cómo su enojo e ira se pasan a sorpresa y confusión, como si se encontrara en una situación a la que no supiera reaccionar. Y cómo no, si Jeongin apenas puede controlarse. Las feromonas que los omegas sueltan están en el aire; aprovecha el momento de poca lucidez de Jaehyun para quitar su brusco agarre de un solo golpe, echándolo hacia atrás de un empujón.

Agradece al universo que haya tomado clases de defensa personal con omegas, quienes se especializaban en cómo utilizar su propia anatomía y feromonas de la dinámica para entorpecer al enemigo. Luego se pasó con un entrenador alfa, quien le ayudó para centrar sus golpes en los puntos biológicos débiles de los alfas. Jeongin sabe cómo defenderse.

Pero siempre piensa: di no a la violencia.

La expresión de sorpresa sigue sin desaparecer del rostro de Jaehyun.

—¿Qué demon...?—

Jeongin lo mira de arriba abajo, desganado, pero sin dejar de sonreír

—Pero mira qué patético te ves, Jaehyun. —

Jaehyun sólo parpadea, como si toda habilidad de habla se hubiese esfumado de su cuerpo.

—¿Qué? ¿Sorprendido? — dice mientras batea sus pestañas —Pensé que seguirías ofendiéndome. Ow, no me digas. ¿Te comió la lengua el gato? — después, colocando ambas manos sobre los hombros de Jaehyun, ensancha su sonrisa —Así es como me agradas: callado, en silencio, nguna palabra saliendo de esa tontita cabecita. Me causas dolor de cabeza, ¿sabes? —

Woah, eso sí parece sacarlo de su ensoñación.

—Ahora lo entiendo— dice, casi sonriendo como un maniático —Ahora lo entiendo todo. Te vengaste de mí por todo lo que te hice, ¿verdad? ¿Crees que no puedo ir a con nuestros padres y decirle que sólo... que sólo...?—

Jeongin niega con la cabeza, riendo.

—Y esa tontita cabeza sigue creando pensamientos tontitos— replica sin pudor —Te crees muy especial, ¿no? Apuesto a que sí. Jaehyunie, hermanito, tú no eres más que un escalón que tengo que pasar para lo que quiero. No eres más que... un niño que aparenta ser un buen alfa cuando en realidad no vales nada— después finge inocencia —¿Decirle a nuestros papás? Ow, no, ¡me lastimas! —

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