Capítulo 42

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Navidad, empieza con una mañana tranquila y sin que nadie lo moleste. Abre los ojos con pesadez y, aunque su recámara y el clima en general estén fríos, con el viento golpeando los ventanales del departamento, siente el calor abrazándolo con cuidado.

Segundos luego, mientras pasea una de sus manos por toda la cama, siente las sábanas mojadas de una forma tan obvia que su corazón se detiene de inmediato. Sus piernas tiemblan, sus labios también y la garganta la tiene seca. Todo a su alrededor se mueve. Necesita algo dentro de él, algo llenándolo, pero tiene la cordura suficiente como para saber con claridad qué es lo que le sucede.

Está en celo.

E inevitablemente piensa en Hyunjin y en su voz, en cómo lo llamó para desearle una feliz navidad y cómo sonaba esta, cómo sonaría mientras lo toma con todas sus fuerzas, justo cuando ese pensamiento se clava en su mente como un torbellino, se escucha el timbre del departamento.

Casi se cae de la cama de las temblorosas que siente sus piernas, y tiene que salir de su habitación para oler el aire, captar las feromonas del otro del lado de la puerta y así saber quiénes son.

Dayhun y Seungmin.

Su garganta está seca. ¿Debería de regresar a su habitación para tomarse algún pequeño supresor, sólo mientras ellos están ahí? No está del todo seguro que sea necesario, pero sería lo más prudente.

Ah, a quien engaña. No le importa en lo absoluto. Por suerte Jeongin nunca pierde el control en sus celos. Ningún omega lo hace, de hecho. Esa creencia de que los omegas sólo piensan en follar, en alfas o en penes o vaginas (o los dos) es mera falsedad. En siglos pasados se tenía esa mentalidad, pero ya se descubrió que si un omega llega a pensar en sexo es por su propia decisión.

Como Jeongin. Heh.

Eso sí: se pone una ropa un poco más presentable y, tomando una bocanada de aire, se dirige hacia la puerta y abre.

Seungmin y Dayhun se quedan estáticos, los ojos abiertos de par en par y una expresión de sorpresa en sus rostros. Es como si jamás lo hubiesen visto en su vida, o como si frente a ellos se encontrará algún ser sorprendente del que les cuesta creer que exista. Es tan gracioso verlos así.

—Oh-por-Dios, Min, hueles eso— Dayhun toma a Seungmin del brazo de forma tan repentina que Jeongin casi salta del susto —Hueles a celo. Estás... ¡estás en celo! ¡No puede ser más maravilloso! —

Seungmin sale de su ensoñación de inmediato. Cuando agita la cabeza y Dayhun entra al departamento sin pedir permiso, Jeongin se da cuenta de las millones de bolsas que trae en sus manos. Le dedica una sonrisa amable y también entra, por lo que a él no le queda más de otra que cerrar la puerta tras de él.

Dayhun explora el lugar como si se tratara de algún castillo, o el Laboratorio Especial de Yang Jeongin.

Cuando Seungmin coloca las bolsas sobre los sillones de la sala, Jeongin se acerca y toma asiento, todo mientras Dayhun continúa paseándose por todo el departamento como si se tratara de su casa. No le afecta en lo absoluto, mientras no rompa sus cosas o se ponga a criticar su guardarropa.

—¿Y eso? — le pregunta a Seungmin, apuntando a las bolsas con su cabeza —¿Mi regalo de navidad? —

Seungmin le dedica una sonrisa suave.

—Claro, Jeongin— después toma asiento frente a él, paseando su mirada a su alrededor, pero sin duda más despistado que Dayhun —y para Hyunjin también. —

Oh. Oh.

—Vaya ayuda que me dan— ronronea y, bueno, es culpa del celo, ¿sí?

Sabe que no se siente aún más débil o ansioso porque, si bien hay feromonas de un alfa en el aire, no se trata de la esencia de Hyunjin. Tiene un libro sobre las psicologías en medio del celo en donde los autores explican que, cuando algún alfa o algún omega desea tener sexo con alguien en específico, su cerebro tendrá tan marcadas las feromonas que no incitará ni se incitará con alguien más que no sea ese alguien.

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